-¡Tienes que investigar cuales malditos trenes, en este momento!
Nicholas no se quedó a escuchar la respuesta de Jackie, sino que fue inmediatamente a la oficina de Michael.
-Hubo un choque de trenes en el metro. -Le dijo, al entrar sin tocar.
Mike enarcó las cejas. -Sí, yo entiendo... -Dijo al teléfono-. ¿Le importa si le llamo más tarde?... Gracias.... No hay problema... Adiós. -Dejó el teléfono sobre la base, y se volvió a Nicholas- ¿De qué estás hablando?
-Keira tomó el metro hoy. La misma línea que acaba de accidentarse.
Michael se levantó de su escritorio. -¿Ya la llamaste a su celular? ¡Seguro que está bien! Sería mucha coincidencia que el mismo día que decide tomar el tren ocurre un accidente fatal, ¿no crees?
-No he intentado llamarla, pero lo haré ahora mismo. -Del bolsillo de su pantalón sacó su celular y buscó el número de su esposa entre sus contactos. Cualquiera pensaría que estaba entre sus favoritos, pero nunca se llamaban.
Nicholas se llevó el teléfono al oído y esperó impacientemente.
-No contesta. -Dijo al fin-. ¡No contesta, maldición!
-Tranquilo. -Mike volvió a su escritorio, y comenzó a teclear su computador-. En internet debe decir a dónde están llevando a los heridos...
Mientras Mike investigaba aquella información, Nicholas se dedicó a caminar en círculos por la oficina. Estaba preocupado, y por alguna extraña razón, esta vez no sabía cómo disimularlo.
-¡Los están llevando al Mount Sinai West! -Mike se levantó de un brinco-. ¡Vamos, yo te llevo!
Salieron sin decir más. Una vez en la emergencia del hospital, se hicieron paso entre la multitud que abarrotaba la recepción.
-Necesito saber si aquí trajeron a mi esposa. -Nicholas le dijo a la mujer detrás del mostrador.
-Señor, allá tenemos una lista con los nombres de los heridos, y de los fallecidos. Estarán siendo actualizadas por lo menos cada hora y....
Ni siquiera escuchó el resto de lo que dijo. Seguido por Michael, fueron hacia la pared que les había señalado, y en efecto allí estaban las listas.
-Aquí no está... -Dijo Michael luego de ojear la lista de los difuntos, que para su sorpresa no eran tantos.
Nicholas vio su nombre de inmediato, su apellido, bajo la A, era uno de los primeros. Auguste, Keira Rae.
-La llevaron a cirugía de emergencia... -Dijo, al leer la nota junto a su nombre-. Pero no dice porqué.
-Lo siento, hermano. -Mike puso su mano sobre el hombro de Nicholas-. Tenía la esperanza de que no hubiese ido en ese tren.
-Yo también.
Trató de que le dieran información, pero ningún médico o enfermera de los pocos que andaban por allí podía detenerse a decirle nada. Se sentía frustrado de que ni todo el poder, ni todo el dinero del mundo, pudieran comprar lo que el necesitaba en aquel momento.
-Te traje un café. -Mike le tendió un humeante vaso de cartón, sacándolo de su ensoñación.
Ya habían pasado casi dos horas desde que estaban allí, cada vez eran más las personas que llegaban procurando a sus seres queridos. Cada vez era más fuerte el sonido de los llantos, y las súplicas.
-¿Por qué sigues aquí? -Nicholas le preguntó.
-¿Crees que voy a dejarte? Ni de broma. Así cómo estás podrías fácilmente estrangular a uno de estos infelices médicos...
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Disimula. (En Proceso de Edición)
RomanceNicholas van der Voort Keira Auguste Los declaro: marido y mujer.