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-Es Neal... -Dijo Roger, casi en un susurro-. Maldito, ¡Lo voy a matar!

Keira lo tomo de la mano, para evitar que se levantara. -Por favor no, solo quiero que me lleves a mi casa. ¿Está bien?

-Pero Keira...

-Aquí están mis llaves... -Las sacó del bolso, y las puso sobre la mesa-. Por favor.

___

-Voy a tomar un taxi. -Roger le dijo a Keira una vez estuvieron en el estacionamiento del condominio.

-No, Ro, por favor. Llévate el auto y mañana nos vemos.

Roger dudó. -¿Estás segura?

-Si, no te preocupes.

Él asintió. -¿Quieres que hablemos de lo qué pasó?

-La verdad es que no. Ahora lo único que quiero es estar sola... Voy a estar bien.

-Bueno, pero voy a llamarte mañana.

-Está bien.

Roger se inclinó a darle un beso en la frente. -Descansa.

___

Cuando Nicholas llegó al pent-house, encontró a Keira sentada en el suelo, frente a las puertas de cristal del balcón que daban a la ciudad. La mitad de su cara estaba iluminada por los reflejos de afuera.

-¿Keira? -Preguntó.

Ella reaccionó ante el sonido de su voz, pero luego volvió su mirada a la ciudad.

-¿Estás bien? -Volvió a preguntar.

-Sí. -Dijo en un tono casi inaudible-. No pasa nada...

-¿No....vas a la cama?

-Aquí estoy bien. -Dijo en un susurro.

Él caminó lentamente hacia ella, y antes de darse cuenta, estaba sentado a su lado.

Keira suspiró. -¿Qué es lo que quieres? -Preguntó.

Nicholas la tomó por la barbilla, haciéndola mirarlo a los ojos. Cuando ella por fin le sostuvo la mirada, sintió perderse en aquellos ojos azules. Sentía como su respiración se aceleraba, y al mismo tiempo comenzaba a fallar.

-Déjame en paz, por favor... -Ella le pidió con la voz quebrada. Las lágrimas comenzaban a asomarse.

Sin detenerse a pensarlo, Nicholas, sin soltarla, acercó a ella sus labios, y la besó. El reaccionó de inmediato, tratando de abrirle paso a su lengua. Ella en cambio, se tomó algo más de tiempo, pero se lo permitió.

-Nicholas... -Gimió, al sentir el rastro húmedo de sus besos bajar desde su mandíbula, hasta su cuello.

Él se levantó de repente, y extendió su mano. Keira la tomó dudosa, temblaba. Estaba destrozada, pero estaba excitada también. Además, estaba segura de que jamás permitiría que entre ellos las cosas llegaran tan lejos.
Una vez que ella estuvo de pies, Nicholas la cargó de un solo movimiento, y ella no pudo evitar soltar una carcajada.

-¿Qué estás haciendo? -Le preguntó mientras subían las escaleras al segundo piso.

Como toda respuesta, él le dedicó una media sonrisa.

Para su sorpresa, la bajó frente a la puerta de su cuarto. Al menos allí, en su territorio, estaría segura.

Volvió a besarla. Esta vez con ligera agresividad, acercándola a el con una de sus manos. Keira le correspondió de inmediato, rodeándole el cuello con ambos brazos. Podía sentir el bulto punzante de su deseo contra su vientre.

Sin dejar de besarla, Nicholas alcanzó el pomo de la puerta tras ella, lo giró, e intentó empujarla hacia adentro.

-No, no... -Dijo firmemente. Poniendo ambas manos sobre su pecho-. No, Nicholas.

El suspiró, se estrujó la cara con una mano, y se humedeció los labios ligeramente hinchados. -Está bien... -Era la primera vez que hablaba desde que habían iniciado aquel juego.

Keira miró disimuladamente entre sus piernas. Estaba excitado. Era la primera vez que rechazaba a un hombre en ese estado, y si era honesta, se sentía tremendamente bien.

-Buenas noches, Nicholas. -Dijo con una tímida sonrisa.

-Que duermas bien. -Le respondió, para luego darse media vuelta y perderse en la oscuridad del pasillo.


Una vez en su habitación, Nicholas alcanzó una cajetilla de cigarros que tenía sobre la cómoda, y luego de salir al balcón, encendió uno. No era un hábito, o por lo menos eso quería pensar el.

Sonrió para si, Keira le gustaba. Le gustaba y de ello no cabía duda. Recordó a Amber, ella no le hacía sentir esas cosas en lo más profundo de su ser. Amber no le hacía querer poseerla completamente en un instante.

Comenzó a hacerse ideas. Si Keira le hacía sentir tanto solo con besarla, ¿Qué sería de el si pudiera estar dentro de ella? Quería descubrirlo. ¿Por qué tenía que buscar placer en la calle, si tenía una mujer en casa? Una mujer que lo ponía de mil maneras...

____


En su habitación, Keira se sentía culpable. Sentía como si hubiese traicionado a Neil.

-Pero el me traicionó a mi... -Se dijo-. Infeliz...

Los besos de Nicholas le habían gustado. Pero él nunca podría hacerla sentir como Neal la hacía sentir. Nunca.

¿Qué es lo que pretendía al acercarse a ella de esa manera? ¿Que fuera su amante? Eso jamás. No podía negar que le atraía, pero de ahí a enamorarse de él había mucha diferencia.

No podía pasarse la noche pensando en Nicholas, su mente y su corazón estaban invadidos por algo más grande: Su dolor ante el engaño de Neal. Se tiró a la cama, y la imagen de aquella pareja ante sus ojos fue lo último que recordó.

-Señora...

Keira escuchó la voz de Yuko, y abrió los ojos. La mujer estaba abriendo las cortinas para dejar entrar la luz.

-Le subí el desayuno al ver que no bajaba. ¿Está enferma?

-No... -Dijo, incorporándose-. ¿Qué hora es?

-Quince para las once. Pero como no acostumbra a levantarse tarde...

Yuko fue por la bandeja del desayuno que había dejado sobre una mesilla. Cuando la tuvo frente así, Keira vio una rosa roja sobre ella.

-¿Y esto? -Preguntó extrañada.

Yuko sonrió. -El señor la dejó para usted. Junto con esto. -Tomó de la bandeja una pequeña tarjeta blanca, y se la dio.

Keira enarcó las cejas, abriendo la tarjeta a toda prisa. Llevaba escrito en tinta negra: "¿Me acompañas a comer? -Nicholas".

-Dios... -Murmuró, sin poder disimular su cara de horror.

-Pensé que le daría gusto...

-Yuko... -Suspiró-. Vives con nosotros, sabes mejor que nadie que este no es un matrimonio normal.

Yuko bajó la mirada. -Siempre he tenido la esperanza de que lleguen a amarse... ¡Hacen una pareja fabulosa!

Keira rió. -No podríamos ser más distintos... -Tomó la rosa de la bandeja, y la acercó a su nariz, luego se la devolvió a Yuko-. Por favor, tírala.

. . .

Disimula. (En Proceso de Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora