—Mañana. —Le dijo él.
—¿Mañana?
—Necesito una respuesta para mañana. Salgo de aquí de vuelta a Miami mañana a las seis de la tarde. Si no estás aquí a esa hora, entonces me iré y no te molestaré más.
¿Qué pasaba con los hombres y los ultimatums últimamente? Lo mismo había hecho Nicholas. ¿Acaso ella parecía una mujer que requería ultimatums? Al parecer sí.
—Está bien. —Dicho esto, salió de la casa.
Sentada en las escaleras del pórtico, marcó un número en el móvil, y esperó.
—Hola... —Dijo cuando hubieron contestado-. Necesito verte, ¿Puedes recogerme?... Está bien, te envio la direccion.
_____
Esperó exactamente 52 minutos sentada en las escaleras del pórtico hasta que un auto que no reconocía se detuvo frente a la casa. Era Roger. Se levantó y caminó lentamente hacia el.
—Hola. —Le dijo una vez que estuvo dentro.
—¿Qué sucede? —El la besó en ambas mejillas-. Sonabas angustiada cuando me llamaste. Me dejaste preocupado.
—¿Podemos hablar? Necesito que me escuches y me aconsejes.
—Por supuesto que sí.
Keira le contó todo a Roger. La proposición de Neal y también la de Nicholas. Le habló de lo que sentía por su amante desde hace años, y de lo que comenzaba a sentir por su esposo, prácticamente un desconocido. Le contó sobre su madre, y la opinión que tenía de ella. Finalmente, le preguntó qué debía hacer.
—Keira, es una situación sumamente complicada.
—Ya lo sé. Siento que estoy enloqueciendo.
—De lo que sí estoy seguro es que debes escuchar a tu corazón.
—No entiendo lo que mi corazón quiere, Roger.
—Piensa en esto: ¿Te imaginas despertando todos los días junto a Nicholas, teniendo hijos con él? Y ¿Te imaginas la vida sin Neal?
Ella meditó por unos segundos antes de contestar. —No. Me duele pensar en una vida sin Neal...
—¿Y sobre Nicholas? ¿Te duele pensar en una vida sin el?
Keira negó con la cabeza. —No, no lo creo.
—¿Entonces? Creo que tienes la respuesta.
No dijo nada más.
_____
Eran las 5:47 cuando el avión tocó suelo chileno. Nicholas pateó ligeramente a Michael que se había quedado dormido otra vez en el asiento frente al suyo.
—¿Ya llegamos? —Preguntó aún somnoliento.
—Bienvenido a Santiago. —Le dijo Nicholas con una ligera sonrisa.
—Oye... Estás de muy buen humor últimamente.
—¿Lo crees?
—Estoy seguro. —Afirmó-. ¿Por qué?
—Michael... siento que....que casarme con Keira fue tal vez la mejor decisión de mi vida.
—¿Y solo hasta ahora te das cuenta? —Michael preguntó sorprendido.
—Cuando me casé no estaba seguro. —Se limitó a decir. No pensaba dar detalles.
—Sí... estabas de un humor asqueroso.
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Disimula. (En Proceso de Edición)
RomanceNicholas van der Voort Keira Auguste Los declaro: marido y mujer.