|Capítulo 1|

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Cansado.
Agotado.
Estresado.
Diversas son las palabras que podría utilizar para describir mi situación actual, estoy por cumplir ocho horas laboradas y ni siquiera he podido moverme para almorzar con mi hija. Sophie es una niña comprensiva y sabe que debo trabajar, además de que las veces en que fallo en casa son escasas y suceden solo de ser muy necesarias, de lo contrario, me tomo el tiempo suficiente para convivir con ella y estar ahí siempre que necesite de mí.

Hoy es uno de esos días en los que quisiera estrellar el reloj, desde mi perspectiva sus agujas no se mueven y el tiempo avanza lento, siento unas inmensas ganas de aventar el monitor por la ventana y lanzarme a dormir al sillón más cercano, ha sido un día para el olvido y el cansancio es insoportable. Ya lo sé, me estoy quejando del trabajo, pero voy a aceptar que me encanta hacerlo, estudiar negocios en definitiva ha sido una de mis mejores decisiones. Trabajar en Bell's, ha sido una de las mayores bendiciones dentro de mi corta carrera, tomando en cuenta que no ha transcurrido demasiado tiempo desde que he egresado de la universidad. Guardo los cambios que le he realizado a los balances de este mes, al juntarlos con los otros podré presentarlos en la junta final de la próxima semana.

No más números por hoy, me dan vueltas en la cabeza sin parar, de seguir, me volvería loco. Pero aún me falta acabar con el escrito de resguardo, entrelazo mis dedos para tirar de ellos hacia delante, haciendo que truenen. Miro por la ventana, el sol aún resplandece, lo cual me dice que no termino de trabajar todavía.

—Ya casi es la salida, Ashton. —Me digo para motivar mi espíritu, mientras masajeo mi sien, consigo un poco de relajación y un tanto de ganas para continuar redactando el informe final. Odio los días así, me llenan de tensión, estrés y con normalidad pierdo la cabeza. Sólo hay una persona que me da la suficiente fuerza para no parar: mi hija.

Mi hermosa Sophie.

Tener una pequeña me sirvió como punto de inflexión para mejorar las calificaciones, llegar todos los días a clases y me llevó por un buen camino; todo cambió para mí radicalmente desde hace casi seis años con la llegada de una pequeña luz que iluminó mi andar desde el primer instante en que la vi. Recuerdo muy bien el día de mi graduación, fue la culminación de los cinco años más sudados y cansados de mi vida, hasta ese momento —Cuando tienes hijos, tus días son caóticos, pero hermosos— Sophie, le da un plus increíble a mi existencia.

Ashton Scott. —Dijo la directora, caminé para recoger mi diploma, saludé al decano y otros cinco maestros, estaba muy feliz, conseguí mi título al fin. Pero lo mejor llegó al final, cuando miss sonrisitas enamoradoras, ¿A caso existe esa palabra? Y si no, pues yo la he inventado. El punto es que ella me esperaba abajo, con su brillante sonrisa y todo su amor.

El tesoro más grande e invaluable de mi vida.

Felicidades papi —su vocecita llegó a mis oídos, todo lo que hice fue por ella, es la culpable de que pasara horas sin dormir. No sólo por cuidarle, sino para leer los enormes libros que me ayudaron a realizar los trabajos y prepararme mucho mejor. Y sí que han valido la pena, no lo cambiaría nada.

La profesora Moore fue uno de mis grandes apoyos, en sus horas libres me cuidaba a la pequeña. Le estaré agradecido por siempre, no sólo por eso, sino porque ella firmó mi carta de recomendación, una firma que me tiene trabajando para Phillip Bell. Mi asesor de tesis y actual jefe.

Escucho golpes en la puerta que me sacan del baúl de los recuerdos avisando que alguien me busca. Miro en esa dirección con si la pudiese abrir con sólo la mirada.

—Adelante —respondo de mala gana, pidiendo mentalmente que no sea más trabajo, me revienta la cabeza, he tenido suficiente por hoy. Por favor, no más. Me compongo el traje para estar presentable.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora