Final, parte 2

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Niega con la cabeza, conviértanme en avestruz porque voy a enterrar mi cabeza en la tierra, aunque tendría que traspasar el pavimento. Saca el móvil ¡Joder! ¿Será que aún funcionen? El de ella parece que si porque teclea algo.  ¡Sólo di que sí, mujer! Un si o no, no es difícil. Lo regresa a su bolso, el mío está a salvo por que suena, lo saco del bolsillo y es un mensaje de ella.

* La vida no trata de evitar la tormenta, sino de aprender a bailar bajo la lluvia... esperar porque después de la tormenta llega la calma y SI tienes suerte el arco iris dará la bienvenida a nueva oportunidad. Porque así empezó todo.*

Vuelvo a leer y me quedo en la última parte " SI tienes suerte el arco iris dará la bienvenida a nueva oportunidad" ¿Mensaje subliminal? ¿Dónde? No puedo ser el único que lo entiende.

— ¿Entonces? —Pregunto con una sonrisa.

—A tu maravilloso discurso le ha hecho falta que añadieras: Jefe despistado. —Sonríe como los mismos ángeles. —Es un sí.

Al fin termina con mi suplicio, ha dicho que si, su respuesta fue un si. ¿Qué sigue? No tengo ni la mitad de una idea de como reaccionar. Suspiro profundamente y le cojo en volandas. Se ríe, y me dejo llevar por su contagiosa risa, son demasiadas vueltas, así que la dejo en el suelo, ella consigue lo que solo Sophie hacía, provoca que me pierda en sus ojos, me acerco muy despacio, mi vista viaja a sus labios, esto fue más fácil cuando la besé por impulso hace unos meses.

—Es la respuesta que esperaba —digo sonriendo, nuestros labios se junta a paso lento. Tal vez ella es lo que "esperaba" sin yo saberlo, ó lo sabía pero no quería aceptarlo. Seguramente sea la persona que con la que comparta una vida entera, nuestras alegrías y tristezas, a mi pequeña o a un bebé más, un pequeño de los dos. No puedo evitar dejar salir una sonrisa ante tal pensamiento.

—Se nota —hace su cabello muy mojado hacia atrás. —Ahora estoy empapada.

—Podríamos pasar por tu apartamento para que te cambies y luego nos vamos a casa. —Acaricio su mejilla.

—Me agrada esa idea. —Señala su vestimenta. —No estoy presentable.

Tomo su mano y nos dirigimos al auto, abro la puerta para que entre, Sophie pasa entre medio de los asientos para irse adelante, Barney le coloca el cinturón. Huy si, la niña no quiere mojarse, aunque viéndolo bien, ha sido una decisión muy astuta. A como lo dije, nuestra primera parada es en el apartamento de Zoe, tarda unos veinte minutos, vuelve al auto ya cambiada, con el cabello seco.

— ¿Lo ves? —Señala su cabello. —Nada que no arregle una secadora, como nuevo.

Hace que sonría, algo normal, nuestros acompañantes ni se inmutan, ellos están demasiado felices hablando de no sé qué canción, que Barney supo decirle el nombre, a través de las pequeñas pistas de Sophie. Entrelazo nuestras manos, el auto es puesto en marcha, soy el único que lleva ropa mojada aquí, llegamos a casa y todos salimos del auto, voy en dirección a la puerta cuando llaman mi atención.

—Señor. —Mi vista va a Barney.

—Dime.

— ¿Cómo salió esta vez lo de Sophie?

—Vamos adentro, allá todos lo sabrán —muevo la mano para que camine.

—Sí, señor.

Él es el encargado de abrir la puerta, deja que pasemos de primero. Uau pero que sorpresa, Sophie corre hacia donde están mis padres, en la sala se encuentran: Ted, Stella, Eleonor, Nicolás, Catalina (la madre de Zoe), la doctora Lewis, mamá, papá, Rowe, los Ochman, el señor Bell y su esposa, ¿Ethan? Sí, es él, acompañado de la que creo es su novia, pensaba que el único niño aquí además de Sophie era Teddy junior —en el vientre de su madre— pero no, mi amigo está aquí.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora