Extra I "El bebé"

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EL BEBÉ.

Resoplo fastidiado, estoy terminado de arreglar el cuarto de mi hijo, si, tendré un varón, al cual llamaremos Austin. Soy un padre más que emocionado con su llegada, el asunto es que nadie me advirtió lo que conlleva. Un breve resumen de lo que ha ocurrido en estos meses: Zoe ha está demasiado antojada de helado, sabores que ni siquiera sabía de su existencia y cosas raras como lechuga con pasta de tomate —No es apetecible para mí— En ocasiones se levanta de madruga porque le da mucha hambre, no le han dado demasiados mareos o náuseas. La pequeña se ha vuelto más apegada a ella, jamás vi a nadie más emocionada por tener un hermano. Vivió sus primeros años sin una familia total, creo que lo está disfrutando y mucho.

La empresa ha estado funcionando a la perfección, de vez en cuando hay trabajo en exceso, siento que no doy abasto para nada y sólo quiero llegar a casa para descansar, mis planes se van por la borda, Sophie se encarga de que no descanse, aunque con su sonrisa soy más que gratificado. Ocupo algunos días, como hoy, para encargarme de decorar el cuarto de Austin, a como en su debido momento lo hice con Sophie. La mejor parte fue cuando la he pintado y colocado las decoraciones a la pared, ahora que toca dejar los muebles, se ha convertido en un verdadero infierno.

—Amor, no me agrada que el mueble de los pañales quede ahí, muévelo al lado del Moisés. —Ordena Zoe desde la silla donde se encuentra sentada, está a punto de completar los nueve meses.

—Cariño, recién la he movido de ahí —hablo viendo hacia la pared, en realidad lo he movido unas diez veces o más por toda la habitación. —Se quedará acá y es mi última palabra.

Me mira enfadada, puedo verlo en su rostro, lleva su mano al vientre y frunce el ceño. Bien, como buen esposo y padre le he movido todo lo que me ha dicho, pero el cansancio me pone mal. Decido salir a tomar aire fresco.

—Tomas la cifra de abajo y la multiplicas por la de la derecha, cuando tienes la respuesta sigues con el otro. —Barney se ha convertido en el profesor privado de Sophie, es recompensado con un aumento de sueldo.

— ¿Y luego de eso que sigue? —últimamente a mi hija no se le dan las matemáticas.

—Sumas los resultados y obtienes el total.

—Bien, vamos a intentarlo —responde positiva.

Me encanta su actitud, continúo mi camino en dirección al jardín. El aire me golpea el rostro y el arrepentimiento llega, tal vez y sólo tal vez me excedí en mi actuar, requiero de comprensión.

Mis horas laborales han sido estresantes esta semana y Zoe con el embarazo... Me saca un poco de mis casillas, no sé si con todas las mujeres es así, pero en su particular las hormonas le están jugando feo. Tomo asiento en una de las tumbonas del jardín, relajarse un poco no le hace mal a nadie.

—Le has puesto muy molesta.  —Sophie hace su aparición, se sienta en la banca que va a juego con la silla.

— ¿Qué?

Ha formulado una enorme interrogante en mi cabeza.
—Zoe —dice obvia. —Bajó las escaleras diciendo: necesito comida.

—No creo que esté molesta —en realidad sí lo creo ¡Va a arder Troya en esta casa!

—Fui a la cocina por agua y ella dijo otra cosa —aprieta sus labios esperando en permiso para hablar.

— ¿Ah, si? ¿Qué más dijo la señora enfadada?

—Que te iba a cortar las bo... —abro los ojos impresionado por la palabra que sigue, no la termina de decir porque es interrumpida.

—Sophie, no digas esas cosas —habla Zoe desde la puerta. —Ve un momento a arreglar tu cuarto, es un desastre.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora