|Capítulo 50|

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Momentos que duran para toda una vida, de esos que quieres guardar, días esperados que pueden marcar mucho en tí. Durante meses hemos ido con Sophie al hospital para que la evalúen y practiquen exámenes, todo va bien. Es el cumpleaños número ocho de mi hija, nunca he creído en las coincidencias y no lo haré, pero debe haber una razón por la cual éste día nos entregaran los resultados del último estudio que le han realizado. En primer lugar iremos a Bell's Seattle, Sophie me acompañará, aún falta una semana para que vaya a la escuela, si, volvió a ser mejor alumna, soy un padre tan orgulloso. Regreso meses atrás, las cosas que ocurrieron no daban para más, era como el anuncio del desastre sin fin, nada parecía tener una salida, pero poco a poco lo conseguimos y hoy podemos celebrar que mi pequeña sigue entre nosotros. Camino hacia su cuarto con toda el sigilo que se puede, quería sorprenderla como cada año, pero esta vez fue ella quién me sorprendió a mi. Está sentada en la cama terminando de ponerse los zapatos.

—Hola papi, buenos días. —Con su dedo índice me indica que debo inclinarme para mi respectivo beso.

—Buenos días, señorita, ¿Quién te ha despertado hoy?

—Nadie. —Dice con obviedad, niega con la cabeza y hace un gesto divertido. —Ya soy grande papá, yo me levanto sola.

—Es cierto. —Me pongo de cuclillas frente a ella. —Feliz cumpleaños, Sophie.

—Gracias, papi —nos unimos en un fuerte y profundo abrazo.

Bajamos a la cocina donde están Rowe y Barney, este par consciente demasiado a esta niña, una le cocina lo que quiere cuando lo desea y el otro pobre ser humano, canta todo lo que Sophie diga, ya los veré en el momento que no pueda controlarla. Ahí estaré yo, para ser el máximo testigo de ello.

—Buenos días —saludo al entrar.

—Buenos días —responden al unísono.

—Feliz cumpleaños, Sophie y que cumplas muchísimos más—. Habla Rowe colocando su desayuno. —El día de hoy tenemos waffles con miel, fresa y moras, acompañado de un jugo de naranjas recién exprimidas.

—Gracias Rowe —empieza a comer, lo disfruta al igual que yo, soy feliz si come cuanto quiera, bueno, tampoco el exceso, igual y también es malo.

—Felicidades, Sophie —dice Barney. —Me voy a alistar el auto.

—Gracias Bar... —habla con la boca llena, me concentro para no regañarla, suficientes veces le he indicado que es incorrecto eso que hace.

Terminamos el desayuno, le indico que debe irse a lavar los dientes, yo hago lo mismo, recojo mis cosas y paso por su cuarto para sacarla, llegamos al auto, la dejo entrar y luego sigo yo.  Barney nos pone en marcha, hoy es de esos días en los que me siento bien y con ánimos de llegar a la oficina ¿Por qué? Fácil, hoy no hay ninguna reunión, no tendré que soportar a Allen, no me explico como sigue en la empresa si es asfixiante. Ante mis ojos aparece: Bell'S, respuestos que duran, acá se fabrican y distribuyen partes originales del entorno automovilístico. Ayudo a bajar a Sophie, y nos adentramos en el edificio, saludo a algunas personas, estando dentro del ascensor alguien en modo terremoto se adentra con nosotros.

Oh, es Zoe.

— ¿Por qué entras así? Tan agitada ¿Qué ocurre mujer? Vienes temprano, si es porque crees que estás tarde.

—Ojalá y fuese eso, que vengo tarde, eso sería muy preferible a la razón real que me trae atropeyando a todos, pasa que corrí desde la entrada para evitar que Allen pudiese compartir este lugar conmigo, va a invitarme a tomar un café, como cada día, sólo que ahora no traigo una buena excusa, él me estresa.

Menos mal.

—Sólo dile que no y ya.

—No es tan fácil. —Pone los ojos en blanco. —Feliz cumpleaños, Sophie.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora