|Capítulo 27|

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Cuatro largos meses han pasado, en los que me he esforzado de gran manera para mantener el ritmo de la empresa, hay ocasiones en las que siento que es demasiado y aún así no paro, lo primero es lo primero. Los resultados son favorables y las ganancias van siempre en aumento, la valoración está muy cerca, no me puedo permitir fallar ni por medio segundo. Se me está haciendo costumbre llegar tarde en estos días siempre me atraso por una u otra cosa.

—Rowe, ya me voy —anuncio desde el umbral de la puerta.

—Señor yo quería decirle que... —no, no necesito quejas de Sophie, y su renuencia a la comida, esa niña está demasiado despistada y replicona. Así que la interrumpo.

—De eso podemos hablar luego, no vendré a almorzar, así que por la noche me tomaré el tiempo para aclarar las cosas.

Miento, siempre regreso demasiado tarde como para encontrar a alguien despierto en esta casa. Como cada día, Barney es el encargado de llevarme a a oficina y luego se retira para dejar a Sophie en la escuela.

—Buenos días. —Saludo a Mayer, no sé que se trae este con Stella, pero han salido algunas veces.

—Buenos días. Y vaya, señor gerente, vienes tarde. —Me muestra el reloj.

—Ni que lo digas, con esto de que ya viene la reunión mensual estoy vuelto loco y no he podido dormir bien.

—Por cierto, dicen que este mes la reunión puede ser realizada aquí. En Seattle, fue la propuesta de uno de los socios.

—Eso sería estupendo, me ahorraría el tiempo del viaje, casi pierdo todo un día entero cuando toca viajar.

—No te quejes tanto, que al menos sales de esa oficina y despabilas.

—Nada de eso, hago de todo menos distraerme —realizo un gesto vago con la mano. —Así que no digas tonterías.

Llegamos al piso luego de unos segundos en el ascensor, coge para su oficina y yo voy a la mía, mi paso perfecto se ve interrumpido por Allen.

— ¿Has hablado con el señor Bell de mi propuesta?

—No, no creo que tenga tiempo que perder, escuchando cosas tan absurdas, tal vez el día de la reunión le comente algo, mientras tanto deja de molestar con tanta preguntadera.

—Parece que a alguien se le subieron los humos —dice burlón.

—Me parece que a alguien le pagan por hacer su trabajo y no por andar de entrometido —escupo con seriedad.

Buen chico, cierra su boca y se aparta de mi vista.

—Stella, necesito un café bien cargado —hago reposar mi maletín en la mesa.

—Sí, buenos días. Cómo lo has pedido con tanta educación, ahora mismo te lo traigo.

—Tu sarcasmo ahorita mismo me da igual.

Cierro de un portazo, de inmediato enciendo el monitor para continuar con mi trabajo.

Mi café, mi café ¿Dónde está mi café? Oh, si, no se han dignado a traérmelo. Llaman a la puerta, espero que sea ella.

—Adelante —respondo con mi voz ronca, la puerta se abre dejando ver una taza humeante de café. —¿Fuiste hasta el cultivo para traer mi café? —no aparto la vista del monitor.

—No, se acabó el de la cocina y tuve que buscar el de las reservas.

—Ah, gracias. Te puedes ir—. Tecleo unas cantidades que van directo a mis apuntes.

— ¿Va a venir Sophie hoy? —levanto la vista y respondo.

—No. —Regreso a lo mío ¿De dónde salió esta cantidad?

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora