Sophie, es una niña muy hermosa. Desde el primer momento en que la vi, desde que la sentí moverse en mi interior. Mi linda niña, no pude tenerla conmigo, no tuve más opción que dejarla, era lo mejor para ella, ahora estoy más que segura de ello. Cuando Sophie nació, las cosas se complicaron aún más, la madre de Dulcie comentaba con ella que mi bebé y yo nos habíamos convertido en una carga, embarazada no conseguía empleo, y los que obtuve no me duraban porque mi pancita no me dejaba desempeñarme bien, siempre puse la seguridad de la pequeña en mi interior primero que nada. Había salido del hospital, Sophie nació en perfectas condiciones, hermosa, con sus preciosos ojos, toda delicada ella. Al escuchar aquello, supe que mi estancia en aquella casa, había finalizado.
— ¿Cómo vas a irte? No tienes a donde Charlotte, mamá solo tuvo un mal día, la bebé y su lloriqueo no le ayudaron al estrés, pero sabes que te quiere, por favor no te vayas. —Intentaba convencerme una vez más, pero mi decisión estaba tomada. —Ni siquiera sabes donde irás.
—Dulcie, gracias por todo, nunca terminaré de pagar el apoyo que me brindaron. Pero bien dice el dicho, que el muerto y el arrimado a los tres días apestan. Ahora no tengo trabajo, ni casa, no tengo nada. Debería quedarme, pero no puedo. Ya no quiero ser una carga para tu mamá, para tí. Voy a estar bien, he conseguido un lugar donde quedarme, te quiero amiga.
Justo en el instante que pisé la salida, mi vida se vino abajo, no tenía nada. Conseguí un albergue para dormir en él, pero habían días en que no conseguía cama y estar con una bebé se me hacía complicado. El primer mes fue agotador, vendí algunas cosas, para tener leche y pañales, mi alimentación no era la adecuada, mi pequeña no recibía nutrientes. Quería seguir luchando, tener a mi bebé conmigo, pero ya no me quedaban fuerzas ni dinero. Alguien tan pequeño requiere cuidados, protección, un hogar. Yo no se lo podía dar, las noches eran frías, y el hambre me mataba, el último poquito de leche se había acabado. Sophie se durmió en mis brazos, acaricié sus mejillas y le pedí perdón por lo que iba a hacer. Con los escasos trapos, la dejé en un rincón de la plaza, mucha gente suele pasar, creo que empezaba a volverme loca de la desesperación, el dolor y el sufrimiento.
—Perdóname mi cielo. Pero es lo mejor, te amo mi niña, con vida entera. Yo no puedo condenarte, no quiero que lleves esta vida, no lo mereces. Un día crecerás con el amor de una familia, personas que confío te den mucho amor, y todas esas cosas que yo ni en sueños podría darte. —Las lágrimas caían a través de mis mejillas, mientras ella reposaba, traté de cubrirla lo mejor que pude, mi pobre niña. Dejé la nota que tenía escrita «A quien la encuentre, yo no soy una mala madre, simplemente mis condiciones no son las óptimas para ella, no puedo darle lo que ella necesita y no quiero condenarla. ¿A qué? A ser como yo, mi niña merece más, mucho más. Yo no puedo con la responsabilidad, no puedo condenarla a vivir en la calle, cuídenla mucho. Te quiero Sophie».
Escuchaba pasos cercanos, con un último beso en su frente me despedí de mi hija. Corrí tan rápido como pude, me escondí en medio de los arbustos. Era un chico, uno muy joven, al parecer regresa de una fiesta. Sophie llora y él se detiene, mueve su cabeza para salir del trance en que ha entrado, debe pensar que está loco. Se acerca para recogerla, lloro, porque si se la lleva, la abré perdido para siempre. La sostiene entre sus brazos, le susurra algunas palabras que no escucho. Pasan los minutos y él continúa con la bebé en brazos.
Se la lleva.
Se la lleva.
Le sigo detrás sin que pueda percatarse. Se dirige a un edificio, pero luego sigue el camino, ¿Qué hará? No puedo hablarle. No puedo hacer nada. Él entra a un mini supermercado, lo espero afuera. Media hora después sale con bolsas de compras. Ha decidido quedársela.✳✳✳
Camino sin rumbo. Mi pequeña niña ha crecido mucho, de la nena de un mes que dejé, no queda nada. Verla así, adorando al chico que le ha dedicado estos años, me llena de envidia y dolor, el amor de Sophie debería ser mío. Pero yo la abandoné, y ahora ella adora al hombre que le dio una oportunidad, y al cual llama papá. Me duele sólo poder verla a distancia, quisiera abrazarla y estrecharla contra mi pecho, para darle todo mi amor. Conmigo no tendría nada de eso, ni siquiera podía durar en los trabajos y ahora vivo en las calles. Sus vestidos son tan hermosos como ella, su sonrisa es preciosa, toda ella es perfecta. Notaba siempre cuando él cambiaba el bolso donde lleva las cosas de Sophie para irla a dejar a la guardería antes de irse a sus clases, lo días en que luego del trabajo la llevaba a la plaza para que jugara, la sonrisa de ella al verlo cuando quien la cuidaba le enseñaba al chico acercándose. La alegría que emerge de mi pequeña al verlo. Mi querida Sophie, cuan feliz eres ahora.
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Prometo Quererte Siempre
General FictionCinthya Sarria: Prometo Quererte Siempre Sinopsis: Es la historia de Ashton Scott, un padre soltero que se ha superado para darle lo mejor a su pequeña hija. Se dice por ahí, que no hay amor más perfecto que el de un padre a sus hijos. PQS, nos mos...