|Capítulo 20|

3.1K 265 23
                                    


¿De qué va esta mujer? Me desconcierta ¿Por qué pregunta por mi hija? ¿O se está refiriendo a otra persona? ¿Será loca? Porque yo ni la conozco. ¿De qué niña habla? ¿Se habrá confundido? Así muy centrada que digamos, no se ve.

—¿Disculpe? —Me imagino la cara de imbécil que debo tener ahora mismo.

—Si, ¿Dónde esta la niña? —Sus manos dan con mi brazo, no lo aparto.

— ¿De qué me habla? —Pregunto con gesto impasible, lo cambio de inmediato por uno más compresivo.

—La pequeña. —Su voz se quiebra. — ¿Dónde está Sophie?

Doy un paso hacia atrás. Esta mujer sabe el nombre de mi hija, y yo no tengo idea de quién sea. Me formulo hipótesis.

— ¿Cómo sabe su nombre? —Es la segunda vez que lo menciona, la miro fijamente. —¿Quién es usted?

—Yo... Yo soy Charlotte y soy su mamá. —Ahora mismo mi mente está en blanco, ¿Qué? Tardo unos segundos en reaccionar. Ella habla de MI Sophie.

—No, ella es mi hija, no tiene madre, usted está mal, loca, no lo sé. —Golpeo mi sien con el índice reiteradas veces.

—Yo la dejé en aquella plaza, rogando porque alguien se apiadara de ella y le diera lo que ella necesitase, ya que yo no le podía ofrecer más que noches de frío y hambre en la calle.

— ¿Y qué? A mí eso no me interesa, no quiero saber nada, usted la abandonó, siempre quise saber quién demonios fue capaz de tan aberrante hecho. —Ahora me siento enojado, frustrado. —La dejó tirada como si fuese un saco de basura que estorba, una madre siempre lucha por sus hijos. —Hay gente circulando a nuestro lado, pero nadie se inmuta en ver que ocurre.

—Tú no entiendes muchacho, yo solo quería una vida mejor para ella... —Río irónico y no la dejo terminar.

—Dejándola a su suerte, supongo. —El sarcasmo que tanto odio. Lo estoy usando. Me encojo de hombros. — ¡Que cosa más estúpida! Así como la encontré yo pudo haberla visto un tipo enfermo y hacerle daño, ¿Lo mejor para ella? Para una niña lo mejor siempre es tener el amor de su madre, era una pequeña tan tierna y linda, ¿Cómo tuvo el corazón para dejarla a su suerte? Y ahora quiere saber de ella, que ironía ¿No? Ahora mismo se puede ir a la mierda porque no le diré nada de ella.

—Por favor, no me juzgue. Usted no sabe. —Sus ojos empiezan a aguarse, ¿A quién me recuerda?

— ¿Qué no haga qué? Se merece que yo la odie, que Sophie la odie, pero yo no pude hablarle mal de su madre, no porque quisiese comprenderla a usted, sino porque ella es pequeña y frágil y no soy capaz de decirle que fue abandonada en la calle. Ahora si me disculpa, debo irme para poder estar con ella, con MI HIJA. —Hago un énfasis en mi hija. Porque es mía.

—Yo vi cuando te la llevaste, al comienzo sentí miedo, eras un chico demasiado joven, lo más seguro es que no supieses nada sobre bebés. —Y tiene razón, pero aprendí a ser padre. —Ya luego le compraste cosas y la llevaste a un buen lugar, yo te seguí. Te he visto todos estos años, ella es feliz, lo tiene todo, ¿Aún crees que hice mal? Tú le has dado todo eso que yo jamás le hubiese podido siquiera ofrecer ni en sueños.

—La puedo acusar de acoso ¿Sabe? Usted no tiene ningún derecho de siquiera saber si aún respira.

— ¡Escúchame! —Eleva la voz provocándome un susto. —No quería que sufriese esto. Mírame... —señala su ropa sucia, bueno, son harapos viejos. —Tú la vistes con ropa de marca, sus zapatos, el peinado, todo le combina. Ella luce preciosa con sus mejillas coloradas, es feliz a tu lado, tiene educación y un techo seguro donde vivir... Yo no le hubiera dado nada de eso, esto que ves aquí... Imaginatelo en esa pequeña. —Sophie despeinada, sucia, con hambre, desolada, bajo el inclemente sol ó sumergida en los intensos fríos de la noche, No. —Sé que mi decisión esa noche, fue la mejor de toda mi asquerosa vida. —Da unos cuantos pasos hacia mí. —Sólo quiero saber cómo está. Te la llevaste y no se más nada de ella.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora