|Capítulo 3|

7.4K 472 32
                                    

CAPÍTULO 3:

Los últimos días en Houston son una completa locura, una mudanza es demasiado cansado y requiere de mucho esfuerzo. Dos días atrás fui en busca de los papeles del colegio de Sophie para poder ingresarla a otra, dejé mis documentos en orden, desocupé mi oficina, realizamos la mudanza de los muebles, todo ya está en Seattle, sólo faltamos nosotros. Desocupar el apartamento que ha sido mi hogar por tantos años, ha sido lo más difícil que he tenido que hacer, no quería admitirlo, pero le tomé aprecio a este lugar.

La sala está vacía, no queda nada de nosotros ya. Saco la última maleta y dejo con llave el apartamento, tomo el elevador para ir a la primera planta, donde mi muy comunicativa hija se encuentra platicando con Clara, la pequeña está emocionada por el viaje, ¿Cómo lo sé? Además de ser su padre y conocerla bien, no ha habido día en que no le informe a más de alguna persona que nos vamos, la semana pasada detuvo al cartero para despedirse, me causó mucha gracia porque le dio la noticia entre risas y quería que él lo tomara como si fuese el fin del mundo. Me acerco a ellas y dejo la maleta en el suelo.

Que niña más despeinada.

—Ya es hora de irnos. —Le informo acomodando su coleta, no parece que el cepillo le hubiese pasado por el cabello esta mañana. Moviendo un dedo índice pide que baje.

—Papá, necesito ir al baño primero. —Mueve sus piernas de una manera muy graciosa.

—Está bien, ve a desocuparte que yo te espero en la puerta. No tardes mucho, ni te distraigas por ahí.

A saltitos desaparece entrando a los baños de la recepción. Clara decide acompañarla, la dejo porque le conozco desde hace años, y siempre se ha llevado bien con nosotros al ser nuestra casera. Salgo con la maleta y le dejo en el auto al lado de las otras, para postrarme a esperarles.

No puedo evitar sentir un poco de melancolía, inclusive siento tristeza por marcharnos, pero sé que es para el bien de ambos, una nueva aventura nos espera en Seattle. Merlinda ha conseguido un empleo, y me alegra que haya sido tan rápido, se ha comportado muy bien con Sophie y conmigo durante todo este tiempo, desde nuestra alimentación hasta el cuido adecuado de mi hija, cosa que no podré pagarle jamás.

Luego de minutos que me parecen años sale la señorita Sophie, cierro la puerta del edificio una vez que las dos están afuera y le entrego las llaves a la dueña, quien me alquiló el lugar todos estos años.

Uff.

—Muchas gracias, por todo. —Le doy un abrazo de despedida, otra de las personas con quien estoy agradecido es ella, me retrasaba por meses en el alquiler, sobre todo si la niña enfermaba y siempre me daba prorroga.

—No las des, que tengan un buen viaje. —Estrechamos nuestras manos. —Adiós pequeña.

—Adiós, Clara. —La niña está muy inquieta ¡Ya quiere ir con sus abuelos! Lo sé porque no ha parado de decirlo desde ayer, casi es canción.

Ayudo a la pequeña para que suba al auto, en el edificio de en frente está una mujer, creo que llora, y así levemente tengo la sensación de que la he visto antes. No le doy mucha importancia y entro al taxi, aproximadamente seis años después volveré a mi ciudad, Seattle.

En el aeropuerto nos está esperando Stella, trae gafas oscuras, huele a una noche de despedida muy loca. Mis respetos para ella, yo estaría muriendo y ni una grúa me hubiese levantado.

— ¡Stella! —Grita Sophie en cuanto consigue localizarla y reconocerle. Ella se lleva los dedos a la sien con disimulo, nunca le haría una mala cara la pequeña. Supongo que ha tenido una buena despedida por la noche.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora