|Capítulo 41|

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Con un pensamiento positivo trato de mantener mi mente en Sophie, sería perfecto que todo salga bien, así debe ser.

Por favor, que el trasplante sea un éxito, que Sophie lo acepte.

Sé fuerte cariño, pronto todo mejorará, han sido tiempos difíciles para todos.

Siempre me he mantenido solo, toda mi vida hemos sido de ser ella y yo, miro hacía el reloj y siento que el tiempo no avanza, así que opto por no volver a verlo.

La vibración del móvil me sorprende y doy un respingo, pulso el botón para responder y me alejo un poco de la sala.

—Hola —mi voz sale más gruesa de lo que pretendía.

—Hola, Ashton. Quería informarte que estoy bien, y que no era necesario enviar a Stella hasta aquí. —Dice a modo de reclamo. —De verdad que te estás pasando.

—Es para estar seguro de que estés bien, con una llamada no puedo cerciorarme de que sea verdad lo que dices, ya sabes, los teléfonos se hicieron para mentir. —Se escucha una risita del otro lado que me hace sonreír.

—Genial, confían en mí la administración de una empresa, pero el loco de mi jefe no cree en mí cuando le digo que aún sigo respirando. No me lo creo. —Su tono burlón puede percibirse hasta África.

—Vale, confío en tí. —Siento las miradas sobre mí y me dan igual. En este momento, ella es importantes, aunque mi pequeña no desaparece ni por medio segundo de mis pensamientos. —Digamos que la visita de Stella ha sido una puro amistad, que yo no la he enviado. ¿Cómo te encuentras, Zoe?

Vuelve a reír.

— No eres para nada gracioso, Ashton. Además no debes preocuparte por mí, estoy en mis días de permiso, y te has dado cuenta que fui yo la donadora por un error. —Una simple casualidad.

—Un bonito error. —Replico y hay un momento de silencio, ¿Por qué dije eso? —Ha sido una forma de confirmar lo que pienso de ti desde la primera vez, que eres una persona estupenda, y que cualquiera es afortunado de tenerte en su vida.

La línea de queda un momento en silencio, hasta que vuelve a hablar y pregunta:

— ¿Cómo está Sophie? —¿Qué? Siempre hace lo mismo. Cambia de tema para restarle hielo al asunto.

Las mujeres son expertas en bordear el tema cuando se les plazca. Es así, y ellas mismas lo saben.

—Ella... Aún no sabemos nada, sigue en quirófano. —Lastimosamente así es. Lo que daría porque todo esto acabe. —Me empiezo a desesperar de no saber nada.

—Ah, ya verás como las cosas van a salir bien, Sophie es una pequeña muy fierre. —Susurra. Y bueno, yo sigo esperando mi invitación para bailar bajo la lluvia ¿Quieres que use botas o sandalias?

Su pregunta me toma desprevenido. Pero recuerdo su mensaje.

—Descalza si así lo prefieres —digo divertido, seguido su risa aparece en medio de la incertidumbre. Le escucho quejarse, hay dos voces con ella. — ¿Con quién estás? —mi pregunta sale como reclamo.

—Con Stella que intenta cocinar, y Ted, que sólo la está molestando —aparta el móvil y responde algo que no es para mí, bueno, digo que lo aparta porque no se oye bien. —Dicen que por favor tengas la bondad de avisar como sigue Sophie cuando tengas noticias, yo también lo agradecería.

Escucho un quejido muy suave de su parte.

—Lo haré, ¿Tú estás bien?

—Bueno. Sí, fue un pequeño dolor por moverme de más, pero ya está todo normal. Voy a tener que dejarte, mamá Stella vendrá con... Ya está aquí. Espero que mi estómago resista. —Susurra. —Adiós, y no pierdas la fe.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora