|Capítulo 43|

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Una habitación diferente, desde hace unos días, Sophie ha dejado las visitas controladas, acá si pueden venir todos a ver a la pequeña, pero no juntos, de dos en dos. Tiene una ventana que da al jardín, hay una fuente donde usualmente viene una pareja de pajaritos en busca de agua, esos son los que mira Sophie siempre, me gusta verla sonreír.

—Rana babosa —dice dando un sorbo a su jugo, si, yo tampoco entiendo como puede una serie animada ser tan aburrida y confusa, aunque debo reñirle por el uso de vocabulario inadecuado para una niña de su edad.

—Sophie, no digas esa palabra.

—Vale —continúa comiendo cereal. —Pero debes aceptar que lo es.

Hasta yo estoy cansado del encierro, casi vivo aquí, paso el día en la laptop arreglando mis asuntos. Zoe, Ted y Stella han sido los mejores, sin ellos ahora mismo estaría más que jodido. Con respecto a la escuela de Sophie, la directora ha accedido a realizarle un examen por materia para reintegrarla poco a poco, la otra semana los hará para cerrar este ciclo, no tendrá que ir, ella irá a la casa para vigilar que mi hija los haga. Zoe, mamá y papá vienen para ayudarle con la tarea, mucho nos encargamos de eso.  Tal vez hoy podamos irnos a casa, nuestro hogar. La doctora Lewis me ha hablando de la importancia de los resultados que den los exámenes de la niña, que paso el día entero pensando en ellos desde que se los hicieron. 

—Buenos días —saluda la doctora entrando al cuarto, cierra la puerta a sus espaldas. 

—Buenos días, doctora —responde Sophie terminando de comer.

Uso mi mano para saludarle, se ve muy cansada, en todo este tiempo jamás le había notado eso, siempre se mira impecable.
—Parece agotada hoy —digo en tono burlón, a como ella me hace.

—Triple turno —lanza un suspiro al aire. —Sophie es mi última paciente a revisar, luego de ella iré a casa para dormir, al fin. Estoy en las últimas instancias de mis energías.

—Me imagino. —En realidad no, pero debo mostrar mi lado humano y comprensivo.

Empieza su rutina de revisión como cada día. La decisión de que Sophie continuase en el hospital, fue de acción conjunta con mis padres, preferimos continuar su tratamiento hasta que nos diesen los resultados de si ha funcionado el trasplante, si, es hoy, luego de eso podré llevármela a casa, bajo una línea de cuidados específicos.

— ¿Cuál es el secreto para verte bonita siempre? —pregunta en un tono medio chistoso la doctora.

—Llamarse Sophie —con ojos pispiretos responde la pequeña, el gesto en su cara es hermoso. — Y tener un papá como mi papá.

—Debo cambiar mi nombre entonces, ¿Puede llevarme a tu papá a mi casa?

—No. —Agarra fuerte mi brazo. —Él es mío, ¿Verdad, papi?

—Absolutamente sí. —Sophie le saca la lengua, ella siempre siendo tan Sophie.

—Entonces no me lo llevo y ya. En cuanto a ti —me señala—, ya están los resultados, voy a ir por ellos.

—Está bien —mi corazón empieza a latir con fuerza.

Abre la puerta y entra Zoe, se saludan con cariño.
—Hola, ¿Ya has desayunado? —mueve una pequeña bolsa de su mano. —He traído café y donas para ti.

—Gracias —sonrío. —Eres un sol.

—No, soy Zoe y no me quieras tanto. —Dice juguetona. Dejo un beso en su mejilla.

¿Por qué es así? Tan llena de vida, hermosa y perfecta. Se sienta al lado de Sophie, el programa que miraba ya pasó a la historia, apago la televisión y no le da importancia, ellas parecen grandes amigas, Sophie se sienta y Zoe le hace algún tipo de trenza en el cabello como cada día siempre que viene antes de ir a la empresa o en el almuerzo, hasta se ha quedado a dormir. Por cierto, fui testigo de nuevo de una discusión con su padre, hace unos días, sólo que esta vez tuvo un desenlace diferente, ellos se fueron a la cafetería para hablar. 

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora