|Capítulo 14|

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Le miro fijamente mientras cierro la puerta muy despacio, ella no se da cuenta de que estoy aquí, le observo un silencio por un momento, se ve muy tierna cuando está concentrada. Sonrío instintivamente, ¿Cuándo creció tanto? Mi pequeña niña. Me dedico a verle durante unos cuantos minutos, mi hija, esta es la misma niña que llegó unos años atrás a mi vida, para hacerla mejor, y darme la luz para iluminar un camino oscuro por el que transitaba sin esperar nada, y menos ver hacia algo más que no fuese el lugar en el que me encontraba. Desde ese día, tengo muy claro que las cosas nunca suceden por simple gusto, sino, que nos trae algo por aprender. Esa pequeña que un día atrajo mi atención con su llanto, y que consiguió llegar a mi confusa vida, ganándome por completo con una dulce mirada, es la que hoy hace mejorar mis días. Mi dulce, Sophie, mi razón de vivir.

—Buenas noches. —Digo para llamar la atención de Sophie, que está muy concentrada haciendo su tarea. Por un momento deja de observar su cuaderno y me mira.

—Hola, papi, ¿Me ayudas? —Dejo mi maletín en el sofá y me acerco a ella.

—¿En qué puedo ayudarte, pequeña? —Le doy un beso en su coronilla a modo de saludo.

Me mira y lleva su dedo a la barbilla, como si estuviese pensando. De la nada sus brazos están rodeándome, con un cálido abrazo, le correspondo de la misma forma. Nada como sus abrazos para hacerme sentir que estoy en casa, y que todo lo sucedido durante el día, no es nada, porque en mi hogar me espera la persona más maravillosa que el mundo haya conocido.

—Te extrañe mucho, señorito. —Susurra, con su cabeza apoyada en mi hombro.

—Igual te extrañé, Sophie. —La estrecho dulcemente. — ¿Cómo puedo ayudarte?

—Ah, sí. La maestra dijo que el examen de lectura es con tiempo, debes ... Emm ¿Cómo se dice? —Me explica. Al ver que se le ha olvidado, me ayudo un poco.

— ¿Medir el tiempo mientras lees? —Inquiero tomando asiento a su lado.

—Si. —Abre el libro y lo deja en una parte que dice: Aprendo leyendo. —Esta es, mira.

Empieza su lectura, pongo el cronómetro del móvil, ella lee y yo le voy contando las palabras, bastante fluído, creo que el asunto de la carta va a ser menos complicado de lo que creí. Y de por sí, no me había puesto a pensar mucho en eso, he tenido la mente demasiado ocupada con el trabajo.

—Ya. —Dice cuando termina su fluida lectura.

—Cincuenta y tres palabras, es bueno. —Le afirmo, para su edad está bien o al menos eso creo. No recuerdo como va eso de las palabras por minutos de acuerdo a la edad, es más, no se como se mide.

—¿Si? — No me cree, duda de mi palabra. Trata de asegurar que en serio lo ha hecho a las maravillas.

—Si pequeña, lees muy bonito. —Leo en silencio lo que hay en la hoja.

—La maestra dice que voy bien y me felicita muchas veces. —Asienta y cierra el libro.

—Mira tú, que bonito. Por eso es importante estudiar, uno como padre se siente orgulloso de que feliciten a su hijo. Y tú, lo mereces, porque eres muy aplicada.

— ¿Y lo estás de mí? —Guarda sus cosas en la mochila.

—Claro que si, yo siento orgullo de tí y todo lo que haces, eres inteligente, educada y sobre todo... Mi hija. Eres una niña muy especial, ¿Qué más pudiera pedir?

—La cena, porque muero de hambre. —Dice divertida. Ay, mi niña, siempre debe salir con sus locuras.

—Sophie, ve a lavarte las manos y vuelves, iré a la cocina para ver como va la cena.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora