|Capítulo 16|

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Esto es mi auténtica vida de padre —Pienso— Cuando me veo en una sala de cine repleta de niños cuya edad no asciende a más de los diez, es como regresar el tiempo a aquellos días en que solía ir con mis padres al teatro del lugar donde vivíamos antes de mudarnos a la casa donde ahora habitan ellos, la películas eran terribles, pero lo importante era pasar el tiempo con los dos, ni siquiera habían buenos asientos y menos aire acondicionado, pertenecía a un señor que utilizaba el dinero para solventar sus gastos a través del viejo recinto que le heredaron sus padres, ahora ese terreno pertenece a un tipo millonario que ha construido un hotel, un jodido hotel lujoso y del humilde lugar que era, ya no queda nada, está rodeado de puras empresas comerciales, infancia dañada.

No entiendo la mitad de la película, pero estos niños sonríen como locos, les escucho reír  y me causa más gracia su risa que el contenido que están presentando, sobre todo la de Sophie, ella contagia con su risa descarada, no sabe contenerla y no creo que quiera hacerlo.

Me siento en un momento incómodo... Cuando noto que tengo la mirada sobre mí de una mamá de dos niños, que cada cinco minutos se levantan, ella mastica el chicle como una vaca el pasto, ella me mira, no cuida a sus hijos, ni pone atención a la película, sólo me mira, por favor, que acabe este suplicio, si, hablo de la película y de la mujer, quiero mi derecho a circular libre por el mundo sin sentirme de este modo, todo es su culpa.

Quédate en tu lugar, no te levantes, anda mujer sé buena y sigue en lo tuyo.

¡Mierda!

Se ha levantado, ahora mismo me arrepiento de haber quedado en la orilla, sólo pasa de mi. Mamá, tengo miedo. No. No es que no me gusten las mujeres, si me gustan. Pero, no las busco, ellas vienen a mí. Yo no tengo tiempo para una relación. Tengo una hija y lo único importante es ella.

—Hola. —Dice sin dejar de masticar, no vomites Ashton.

Miro hacia Sophie y ella está ingrida en la película, sálvame niña.

—Hola. —Respondo con prisa y sin verle.

— ¿Por qué tan solito?

—No estoy solo, vine con mi hija. Ella es la mejor compañía que podría tener.

—Yo de tu mujer no te dejo salir sin su compañía. Estás muy bueno. —Ya no sé, si reír o llorar. Opto por lo primero.

—O tal vez ella confía en mí. —Regreso la vista a la pantalla.

—Si quieres te doy mi número y quedamos un día.

Me siento como Jim Carrey en el personaje de la máscara. Cuando al tipo le llega la quijada a los pies. Metafóricamente, así ha caído la mía.

—No lo veo necesario, tengo mi agenda ocupada hoy, mañana, pasado y así hasta el fin de mis días.

—Que grosero eres. —Me gruñe. Me encojo de hombros.

¿Qué le pasa a las mujeres de hoy en día? Yo las amo pero no se pasen.

—No es que sea grosero, simplemente respeto a quien quiero y creo que deberías hacer lo mismo por el padre de tus hijos. —No dice nada y vuelve a su asiento.

Nota mental: Jamás ir a lugares oscuros, donde Sophie no pueda defenderme.

Me dedico a revisar los mensajes del correo desde el móvil, con mi nueva adquisición, vía: Ventajas de ser el  gerente de Bell's. Hay algunos son del señor Bell, otros de los proveedores, Stella y sus reportes, momento, hay uno de Zoe. Le doy abrir.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora