|Capítulo 38|

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Es muy tarde, y Sophie apenas está terminando de desayunar, ha dormido mucho por la medicación. Lucy, su enfermera designada se lleva la bandeja, le ayudo con la puerta para que pueda salir con más comodidad, sonríe en agradecimiento. Me acerco a la cama, quiero tomar sus manos, pero las esconde, sigue enojada conmigo, la observo, ella ni se inmuta con mi presencia.

—Sophie, no estés así por favor —tiro de la silla y me siento —me molesta que te comportes de esa manera.

—Quiero dormir —acomodando la cabeza en la almohada cierra los ojos.

—Sé que no estás dormida, pero como no quieres hablar, voy a salir un momento. —Me pongo de pie y dejo la silla en su lugar, abre los ojos.

—No te vayas — roza su mano en mi brazo—, papi.

Le doy un beso en la frente y acaricio su mejilla, está muy suavecita, frunce el ceño, se ha enojado de nuevo ¿Yo qué hice? Sus cambios de humor van a matarme. No digo nada, sólo me quedo a su lado, se escuchan murmullos en la puerta, al instante ésta se abre.

La nueva doctora entra al cuarto, me saluda y luego van con ella.
—Hola, Sophie —le habla con dulzura. —Soy la doctora Eleonor.

—Otra —cierra los ojos con fastidio evidente en su rostro.

—Sí, otra. —Le responde ella, acercándose a la cama. —Pero yo soy diferente a todos ellos, yo sólo quiero conversar contigo.

—No te conozco, y papá siempre me dice que no hable con extraños. —Bonita hora de ponerlo en práctica.

—Yo vine aquí porque quiero ser tu amiga. Estoy segura de que papá no se va a enojar. ¿Cómo te sientes de estar aquí?

—Aburrida, yo quiero irme a casa, ahí están mis cosas. Este lugar es muy feo, todas las personas son feas. No me gusta estar aquí. 

Oh, Sophie.

—Lo sé, los doctores somos aburridos —dice divertida. —Pero yo no voy a pincharte, ni darte medicamentos, es más, no voy a tocarte. Yo también estoy aburrida de estar todo el día aquí, sólo conversaremos un rato, ¿Sí? —asiente. — ¿Papá se queda o se va?

—Quiero que se quede. —Responden viendo la puerta.

—Entonces... —me mira sonriente. —Papá va a sentar en el sillón. Mientras nosotras conversamos un ratito.

Hago lo que dice, coloca la mano de Sophie sobre la palma de la suya y con la otra da pequeños roces, la pequeña se ve tranquila.

—Sé que tú quisieras jugar, correr y estar en tu casa, pero por ahora eso no es posible, tú estás enferma y estando aquí, todos vamos a ayudarte para que estés bien —mi hija la escucha, es como si la hubiese hipnotizado. —Yo vendré a visitarte para que conversemos. Para comenzar hablaremos de tu familia ¿Si?

—Sí —una sonrisa se asoma en su rostro.

— Háblame de mami, papi, de todos los que tú quieras pequeña.

Sophie no habla mucho de su madre, en realidad, nunca lo hace. Solo en ocasiones, cuando su curiosidad puede más que ella misma. 

—Mami está en el cielo y me cuida desde allá. —Se encoge de hombros.

—Estoy segura de que así es, sígueme contando.

Prometo Quererte SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora