Golpeé mi cabeza contra la mesa y Megura quedó un momento en silencio. Al percatarme de mi acción y de sus ojos puestos en mí como si fuese una loca —creo que ya me estaba acostumbrando a sentirme así—, no pude más que sonreír y proceder a usar mis dotes (no) actorales heredados de mis padres.
—Oh, cielos. No puedo con este dolor de cabeza —Froté mi frente con mi izquierda, mi celular estaba bien resguardado en mi otra mano, bajo la mesa—. Creo que seré la próxima Miss Unicornio si no me voy a echar... eh, agua.
Sé que mis actuaciones no son lo mejor de lo mejor y que mi voz siempre sale como la de un robot cuando intento hacerlo, pero necesitaba una vía de escape, una que me salvará la vida... o específicamente la de mi linda cabellera. Corrí hacia el baño de chicas más cercano y me encerré en un cubículo, bajé la tapa del trono y me senté para escribirle con lujos y detalles en qué apuro estaba mentira. Hasta que caí en cuenta de algo bastante obvio: ¡Era libre! Podía largarme al infinito y más allá junto a Buzz.
—¡Toma eso, idiota calvo!
Entonces, ese pequeño, pero muy influyente detalle, me golpeó en pleno pecho. Había salido tan rápido del club que solamente tenía mi celular, la mochila estaba en la sala del club y probablemente Wladimir ya la había hecho añicos como venganza.
Yo: Bien, escucha.
Felix: Te leo.
Gruñí como un toro enfurecido en plena arena y quise ser una bruja para poder torturar de una y otra forma a Felix. ¿Realmente era así o lo hacía para fastidiarme?
Yo: Okey, LEÉME. Estoy en un problema muy grande y no tengo a nadie más que pueda ayudarme, necesito que vengas. Por favor.
Felix: Lo pensaré.
Yo: No pienses, solo ven.
Un enorme "visto" me apuñaló el pecho. La incertidumbre sobre si vendría o no me acosó la nuca en todo momento, o tal vez fue la tenebrosa aura de Loo a mi espalda. Sea como sea, el resto de la hora me la pasé moviendo mi pierna con inquietud y comiéndome las uñas.
Al llegar el momento de irnos, Wladimir me guiñó uno de sus ojos y enseñando una tijera azul fue la forma silenciosa en la que me dijo: «despídete de tu cabello». Agarré mis cosas y me apresuré en salir de Jackson, pero los dos pelmazos me seguían. Afuera, respirando un aire gélido, me congelé, no porque como toda tarde-noche de invierno fuese un golpe bajo en plena médula, sino porque tenía un ápice de esperanza por encontrar al Felix esperándome afuera. Pero no estaba, ni siquiera había rastro de su persona, solo sus gemelos que encendían las luces para iluminar la calle.
Escuché los silbidos de Wladimir por el pasillo, no lo pensé más y empecé a correr. Corrí y corrí, hasta que un impulso me detuvo y tiró de mí al suelo, azotando mi trasero en el pavimento frío del parque.
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Un beso bajo la lluvia
Teen FictionLluvia y sol. Chocolate y menta. Multicolor y monocromía. Así son Floyd y Felix; dos amigos de la infancia que se reencuentran bajo las circunstancias menos esperadas y el día menos pensado. Pero lo que fue de una amistad ya no es más que recuerdos...