C u a r e n t a y t r e s

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Todo lucía como una broma elaborada, sin puntos de fallo, donde la víctima era yo

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Todo lucía como una broma elaborada, sin puntos de fallo, donde la víctima era yo. La cabeza me dio vueltas estando intacta en mi sitio, procesando lo que Joseff acababa de disparar sin dejarse nada para los curiosos. Solté un jadeo sin darme cuenta, había contenido el aire por una milésima de segundo. Todo mi cerebro volvió a la normalidad con un fuerte remezón que movió todo lo que me rodeaba. Contuve mis ánimos de mandar todo por la borda en mis puños.

—¿Eso es cierto? —pregunté haciendo un seguimiento que fue desde Alex a Felix.

—Lo es —respondió Joseff acercándose más al deportista—, ¿verdad?

—Está diciendo cosas sin sentido —contrapuso quien por unos días creí que era el chico del paraguas. Ahora que todo tomó un giro, no sabía qué creer.

Una sonrisa llena de secretos permaneció en el rostro de Alex en cuanto Joseff dio el paso hacia él. Altanero, se cruzó de brazos con una mirada de «no diré nada, aquí todos están locos». Evidentemente, la única persona hundida era él.

Necesitaba saciar las dudas para no verme como la tonta niña a la que podían tomar el pelo. Me pareció insensato que fuese la que permanecía al margen siempre, la que siempre se enteraba de las noticias al último; decidí enfrentar mis propias preguntas y aclararlas cara a cara con el rostro vivo del cinismo presentado ante mis ojos.

—Dime la verdad —le ordené tan cerca de su rostro que su aliento chocó por sobre mis labios el momento en que soltó una carcajada ahogada.

—Bonita, ya sabes la verdad, ¿qué quieres que te diga?

—Y te atreves a mentir en su cara... —dijo Joseff con un tono que repudiaba al chico frente a ms ojos.

Giré mi cuerpo sobre mis pies y miré a Fabi —que como supuse, ansiaba clavarle las uñas a Alex—, luego a Nora. Ambas asintieron captando enseguida qué quería hacer.

En unos cinco minutos, Alex había sido arrastrado por las gemelas, con algo de ayuda de Jo, detrás de las gradas. Eli los seguía detrás quejándose de lo pesada que era la bandeja y en cómo la castigarían por "tomarla prestada" del casino de Jackson. Sherlyn iba en su celular impaciente por las amenazas y acusaciones de Alex, diciendo que lo estaban secuestrando, mientras yo podía toda mi fuerza en arrastrar a Felix, quien no se hacía ánimos de desenmascarar las mentiras de Alex.

—¡Mierda no!, ahora sí moriré y no habrá nada que me saque de acá... ¡Ni siquiera una abducción! —se quejó nuestra paranoica amiga dejando la bandeja sobre una hilera de asientos.

—Tranquila, si hay que culpar a alguien que sea a este idiota mentiroso.

Nora se volvió hacia un acorralado Alex. Las dos gemelas yacían impidiendo tu salida y el Chico Batman estaba entre ellas con las cejas tan rectas como nunca las vi.

—Habla —ordenó Fabiola.

—No hay nada que decir —Alex sonrió y ladeó su cabeza lo suficiente como para ver a Felix—, ¿cierto, Frederick?

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora