T r e i n t a y o c h o

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Tal y como lo profetizó Alex, volvimos a encontrarnos ese mismo día, en la noche

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Tal y como lo profetizó Alex, volvimos a encontrarnos ese mismo día, en la noche.

Tanto Eli como Sherlyn no estaban al tanto que las gemelas hicieron de las suyas corriendo la voz sobre el cumpleaños de Eli y la casa sin padres lista para toda persona con deseos de pasarla bien. Repentino y sorprendente son las palabras perfectas para descubrir cómo los chicos de Jackson comenzaron a llegar en masa con cervezas, los dichosos vasos rojos, comida, música y más alcohol.

El horror surcó el rostro de la cumpleañera que no esperaba ver a tantos extraños pisando el cerámico reluciente que su madre le había hecho prometer que cuidaría. Como premio de consolación, las gemelas le dijeron que cualquier desastre ellas se ocuparían de arreglarlo.

Para las once de la noche, ya había vasos repartidos por el piso, chicos gritando como simios dentro de un zoo, chicos jugando a las cartas, al pin-pon, chicas bailando con chicos, etc. Para colmo, las personas seguían llegando, entre ellas divisé a Fredd y su séquito, también a Loo y su amiga extraña con rostro de zombie.

Las estaba observando hablar con uno de los amigos de Fredd cuando me pregunté si sería posible que los chicos del club vinieran o si, por esas cosas de la vida, pudiera hacerlo Felix.

¿Felix en una fiesta? Parecía tan imposible que comencé a reír sola con mi vaso rojo lleno de bebida. Hasta que Alex y su sonrisa torcida, me obligaron a callar.

—¿Qué quieres? ¿Eres el tipo de chico que cree que voy a tenderme a sus pies y dejar que haga lo que quiera conmigo?

Colapsé y casi se lo grité; la fuerte música fue culpable de ello... en cierta parte.

—Hola —saludo—. Creo que has leído muchos libros o visto muchas películas.

—Los chicos como tú son así, el estereotipo de deportista que piensa con la entrepierna.

—¡Auch! No deberías juzgarme antes de conocerme.

En cierto punto tenía razón, pero qué más daba ¡no lo quería allí!

—Por favor, todos tus amigos son así.

—También Wladimir lo era y saliste con él.

Eso funcionó igual que un disparo en la cabeza.

—Por eso lo digo.

Fruncí el ceño al verlo acercándose a mi oído.

—No, bonita, no soy ese tipo de persona.

—Es bueno saberlo.

Le tendí mi vaso justo en el pecho y me marché sin esperar a que reaccionara para recibirlo. Salí al patio en busca de alguna de mis amigas para refugiarme del chico con complejo de acosador llamado Alex.

Me senté junto a uno de los columpios que el padre de Eli construyó para ella y su hermano menor. En el otro columpio, Sherlyn se balanceaba lentamente mirando a la muchedumbre que hacía de las suyas, ajeno a nuestro aburrido mundo. Buscaba a alguien, lo supuse porque no estaba con su celular.

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora