#FinDeLaSemanaDeFloyd
#¿QuiénGanaráLaApuesta?
El martes por la noche programé la alarma para que sonara una hora antes de lo anticipado a diario. Nuestro encuentro en la estación Price of Valor sería a las 7:30 am., cuestión que resultaba un fastidio porque tendría que madrugar y mi humor es horrible. Para asumirlo, me dormí repitiendo que madrugar sería para una buena causa. Además, estaba ansiosa por saber quién rayos ganaría la apuesta.
Soñaba con la película que Sherlyn y yo fuimos a ver al cine, cuando me sentí siendo mecida por una fuerza ajena a mí. En todo el mundo de mi sueño una voz distorsionada llamaba mi nombre... O así parecía, aunque no era parte del sueño. Abrí mis ojos algo descolocada del mundo real hasta que me hallé tendida en la cama, en mi habitación, rodeada de mis cosas y con la expresión inapetente tan característica del primogénito de los Frederick.
Felix se cruzó de brazos al verme despertar (choqueada) de mi letargo y alzó una ceja como si ante sus ojos estuviera un bicho raro y hórrido. Apenas lo vi en mi habitación, agarré la sábana y me cubrí el pecho, cuestión que resultó muy devastadora para alguien que llevaba un pijama que, prácticamente, le cubría hasta las orejas.
Despeñó un bufido displicente y negó con la cabeza.
—No estoy interesado en verte con un pijama tan ridículo, McFly. Créeme que es lo último que me gustaría ver.
—¿Dime qué haces aquí? —exigí saber.
—Vine a despertarte. Tu despertador sonó hace media hora.
Busqué la hora en mi celular. Eran las 6:35 de la mañana, lo que significaba que la alarma sonó y una Floyd con ganas de seguir durmiendo la detuvo para volver a ser sumida en el mundo de los sueños.
Nuestros padres dormían. Todo estaba en completo silencio. La casa estaba particularmente oscura y afuera también. Me asomé por el pasillo detrás de Felix, parecía la típica casa del terror que está en el parque de entretenciones. Tragué saliva sintiendo un temor poco común, después de todo era mi casa, nada particularmente extraño pasaba, exceptuando a veces el comportamiento de mis padres, cuando le bajaba el "amor" se ponían muy empalagosos, cosa que pocos podían tener el "privilegio" de ver, inocentemente hablando.
Bajé a la cocina y encendí el hervidor. Felix había puesto cuatro rebanadas de pan de molde en el tostador y su té con leche ya estaba servido en la mesa redonda donde todos nos sentábamos a desayunar. Su tostado pan no tardó en estar listo, lo sacó rápidamente del horno y puso las rebanadas sobre la mesa. Alargué mi mano para sacar una, pero las tomó y las corrió de mí, denegando mi acción.
—Estas son mías —advirtió—, tuesta las tuyas.
Me lo esperaba. Que Felix se preocupara de mí en el desayuno sería una cosa demasiada fantasiosa, tanto como lo fue mi sueño. O digno de un milagro al que enmarcaría como las fotografías de mamá y lo tendría para toda la vida.
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Un beso bajo la lluvia
Teen FictionLluvia y sol. Chocolate y menta. Multicolor y monocromía. Así son Floyd y Felix; dos amigos de la infancia que se reencuentran bajo las circunstancias menos esperadas y el día menos pensado. Pero lo que fue de una amistad ya no es más que recuerdos...