V e i n t i c i n c o

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Quiero dedicarles este capítulo a Victor y Marisol. Felicidades a los dos jovenzuelos por sus veintisiempre KALLDSKAKSJJ (sí claro). Felicidades tíos, mucho cariño para sus cumpleaños :D Y no castiguen más a Thiare  xD


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A una semana del parto, tía Michi y Carlotte volvieron a casa.

Para la mala fortuna de Felix, su pequeña hermana fue todo lo contrario a lo que quería. Las noches se volvieron torturas de chillidos rabiosos por parte de la recién llegada a la familia. Una rutina muy escandalosa. Me preguntaba cuánta paciencia tenían los padres de la pequeña, pues siempre estaban predispuestos a socorrerla. Muchas veces me levanté al baño y me encontré a tío Chase paseando a la bebita en pijama. O a tía Michi limpiándose el vómito de la ropa. Al día siguiente de trasnochar gracias a Carlotte, sus dos padres parecían zombis que apenas lograban agarrar correctamente sus tazas sin que éstas se resbalaran. Las ojeras tuvieron un proceso de crecimiento que todos los demás pudimos contemplar con asombro y algo de compasión. El que más sufría con todo ese rollo de padre por la noche (porque de día la bebé dormía sin escándalos) era tío Chase, quien debía partir a trabajar todos los días. Tía Michi tomó licencia; sus días como guía en el Museo de Astronomía en la ciudad tuvieron que esperar.

En resumen: nuestras descabelladas mañanas pasaron a ser muy somnolientas.

Lo feo de vivir en el mismo piso que Carlotte y oír religiosamente sus llantos, era que mi hilarante compañero de curso estaba más cortante que los días anteriores. Su ceño siempre estaba fruncido. Yo le decía, teniendo la oportunidad, que si pasaba mucho tiempo arrugando su frente las marcas le quedarían para toda la vida. Como contraataque, Felix lanzaba una hartada de motivos por los que no le interesaba mi advertencia. Yo me limitaba a refutar sus argumentos, porque ¿quién puede contrarrestar un «nada dura para siempre» o «no duraremos "toda la vida"» o su «es mi problema, no tuyo»? Porque yo no.

Una mañana a inicios de la primavera, mi impulsividad por reprender su ceño fruncido una vez más se vio interrumpida por un sonoro estornudo. Fue cuestión de suerte de mis secreciones nasales no salieran por mis fosas para ensuciar mis manos.

—Ten.

Felix me extendió papel para que me limpiara la nariz. Ante la sorpresa de su amable gesto no pude siquiera musitar un agradecimiento. Me limité a mover la cabeza.

—Una comezón en la nariz es la mejor forma de darse cuenta de que ya es primavera —dije tirando la bola de papel aguada en el tarro de basura.

La continuidad del espantoso inicio de conversación que intenté hacer con el Poste quedó allí. En nada. Mi acompañante no era de muchas palabras y parecía que yo siempre lo olvidaba.

—Está bien, hablar sobre las estaciones y el clima es un tema muy aburrido. ¿Qué tal un chiste?

Un largo suspiro fue todo lo que obtuve al comienzo por parte del inexpresivo chico.

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora