C u a r e n t a y s e i s

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El día lunes, a primera hora de la mañana en Historia, el silencio se asimilaba al cementerio de noche; sin grillos ni crujidos extraños, claro

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El día lunes, a primera hora de la mañana en Historia, el silencio se asimilaba al cementerio de noche; sin grillos ni crujidos extraños, claro. Se sintió como estar bajo el agua con los oídos bien tapados, sumida bajo toda esa presión que se vuelve desesperante con el transcurso de cada segundo.

Mittler nos entregó el resultado de la última prueba y la mayoría de los estudiantes tuvo una nota insuficiente. La materia que apareció en la prueba trató justamente sobre la clase en que todos decidimos marcharnos. No me sorprendí cuando alguien dijo que fue a propósito. La persona con mejor nota fue Felix, a quien Mittler felicitó por ser también el mejor promedio, sin embargo, también se mostró inconforme por marcharse de clase.

Después de un largo discurso sobre responsabilidad, Mittler nos ofreció un examen que promediaría con la nota de la prueba, así nadie reprobaría en su clase.

El problema de esto fue conseguir que Felix se animara y nos enseñara Historia. El inexpresivo chico fue perseguido durante todo el primer recreo no solo por sus admiradoras, sino también por los chicos que buscaban subir sus promedios, incluyendo al gallinero. Y a mí; el resultado de mi última prueba me dejó pensando en la idea de Martha en quemar la hoja para que nadie la viera.

Después que Felix accediera a enseñarnos, invité a todos los chicos a casa para gastar la tarde estudiando mientras mis padres no estaban.

Casi la mitad del curso regresaba conmigo a casa por el largo camino del parque donde tantas cosas ocurrieron durante el año escolar. Parecía mentira que faltara tan poco para la muerte de aquella rutina de años.

En medio de un suspiro me detuve a la espera de Felix, que iba acompañado de Joseff.

—¿Cómo lo hiciste? —le pregunté luego de que Joseff me pisara el talón izquierdo, sin querer obviamente. El chico Batman estaba demasiado distraído hablando de una nueva serie. Omití responder a su pregunta y me enfoqué en mi ferviente duda.

Felix alzó una ceja.

—¿Para?

—Tener el mejor promedio de la clase y además en Historia, ¡ni hablar de la prueba!

—No te incumbe.

—Oh —exclamó Jo con sorpresa—, ahí está de nuevo el Señor Noteincumbe.

Apreté los puños alcanzando al inexpresivo chico.

—Claro que sí. Si vas a enseñarme debo conocer tus métodos de aprendizaje, tal vez hiciste trampa o... —me acerqué confidente— usaste las estrategias de Jax.

Ambos sabíamos de muy buena fuente qué tan descarado podía llegar a ser el amigo de nuestro padre, con quien un par de veces tuvimos nuestros encuentros. «No me llamen tío, solo díganme Jax», nos decía siempre.

—No soy como Jax.

—Uhm, no sé, no sé...

—Es simple —se atrevió a decir por fin el Poste—: me basta con leer una vez las cosas para memorizarlas. Como papá.

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora