C i n c u e n t a y c i n c o

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Si estás leyendo esto entonces leíste la historia de Floyd

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Si estás leyendo esto entonces leíste la historia de Floyd.

Cuando supe que Floyd estaba enferma, creí que nada sería como antes, que ese último año lejos de los hospitales sería una ocasión especial de libertad. No podía entender su actitud optimista y los fervientes deseos de vivir, disfrutar, estrujar su juventud. Yo creí que con los años ella había cambiando. Estaba equivocado, seguía siendo la misma niña loca y traviesa, con deseos de explorar el mundo hasta el lugar más recóndito.

Cumplido el año, Floyd volvió al colegio para ser una adolescente normal, a su manera. llena de energía y amor por entregar, quiso experimentar sobre el amor, pero solo consiguió desiluciones, una de ellas el catorce de febrero, cuando nos volvimos a ver.  

Al comienzo mi actitud seria y reacia a todo fue porque solo veía a una niña de diecisiete años forzándose a ser feliz. Intenté serle indiferente, no quería entenderla, pero como siempre Floyd logró encariñar a todos con su rara percepción de la vida. Volví a quererla y creer en sus palabras. Su deseo de existir y ser normal, me fue contagiado. Quise verla feliz, ser su aliado. Prometí que la ayudaría con lo que pudiera, que la acompañaría en su pequeña travesía para que cumpliera la lista que ella hizo con Lena, su amiga.

Admito que aquel catorce de febrero estaba enojado con el mundo por la mudanza, sin embargo, lo estaba más porque Floyd McFly tenía los días contados.

Siempre lo dijo: "mi enfermedad no es lo que los doctores han dicho, es una enfermedad al corazón, dolorosa y degastante". Por eso decidí cambiar algunos hechos, que las visitas al médico fuesen visitas al dentista, que su enfermedad fuese diferente. 

No merecía lo que le pasaba, ni por todas las travesuras que hizo, ni por todas las mentiras que fueron delatadas por su hipo. Ella merecía más, por eso la enfermedad en la historia no la padecía ella, lo hacía yo. Conservé su personalidad chispeante, carismática, curiosa y optimista.

Al recibir su diario con la petición de crear una historia, no lo pensé dos veces. Quería tenerla para siempre conmigo, en algo tan especial como un diario: un libro. Necesitaba que todos supieran que Floyd McFly vivió y feliz.

Esta no es la historia de una muerte; es la historia de una persona que cobró vida para todos y lo sigue haciendo.

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora