E s p e c i a l 2

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Este es un nuevo especial por los 1M nwn  Habrá otro que quizás no sea tan largo como este y lo subiré después del capítulo 23. Muchos saludos, y reitero, ¡gracias por el millón de lecturas en tan poco tiempo!


  ☀ ☀☀ 

—Entonces viene este sujeto... ¿cómo era el nombre? ¡Ah, sí! ¡Kaizer! Viene y lo golpea en toda la barbilla. El contrincante queda choqueado ¡y lo peor es que con el golpe se mordió la lengua! La sangre no paraba de caerle por la boca y marchar su ropa. Fue...

Si de almuerzos parlantes hablamos, cabe decir que los de Jackson son los más bulliciosos. No porque aquí todo el mundo parece más demente que en Los Ángeles; sino porque desde que Joseff Martin y yo nos sentamos juntos en la hora de almuerzo tengo que sufrir la penosa necesidad de soportar toda su plática que se basa en situaciones, vivencias, programas de TV, sueños, entre otro tipo de cosas desesperantes. El parlante humano tiene tema y opinión para todo, y aunque es algo de admirar, yo siempre prefiero el silencio y observar.

—¿Podrías hablar de otra cosa? —interrumpo— No me interesan las peleas clandestinas.

—Pero es un libro —responde— A ti te gusta leer, ¿verdad?

Muevo levemente la cabeza acertando a sus palabras.

—¿Por qué mejor escupes palabras sobre otra cosa? —sugiero revolviendo con asco el puré con el tenedor plástico.

—¿Sobre qué? —pregunta él— ¿El alza del petróleo? ¿Las protestas...? ¿Chicas? —Supuse que diría algo así. Acentúo mi mal humor blanqueando los ojos. Por algún motivo aparente (muy relacionado a lo último) mi apetito ya es nulo—. Cierto... ¿tú y Floyd están saliendo?

Una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro.

—No —respondo cortante. Eso era lo único que faltaba. Ya tuve suficiente de eso hace un tiempo.

—Pero se besaron, y al parecer no fue casual —Siento su codo incrustarse en mi brazo. Me inclino hacia el lado contrario—. ¿Te gusta?

La mirada expectante de Joseff dice que quiere escuchar una «sí» muy fuerte y claro.

­—No es de mi interés.

—¡Oh, vamos! —Le da un enorme sorbo al jugo de papaya que nos han dado­— ¿Es eso verdad? No te creo —Me observa esperando descubrir en mi rostro algún rastro de mentira. La verdad fue dicha y aún así me llevo el crédito de mentiroso. Bah—. ¿Cuál es tu tipo de chica?

—Creo que calificar a alguien en gustos y tipo como si e trataran de ropa es muy primitivo, pero... me gustan las chicas inteligentes, que sepan el momento adecuado para callarse —La figura del Hurón, hija del escritor, entra en mi campo visual junto con el resto de sus amigas— y... que no sean metiches.

Joseff Martin se echa a reír al escuchar lo último. Su risa es grandiosamente llamativa, tanto que los ojos adustos de Louisa Wills recaen en nuestra mesa. Primero mira al parlante sin filtro de Martin y luego se dirige a mí. Cierra uno de sus ojos y me apunta simulando que sus dedos son una pistola. Con un corto y seco movimiento finge dispararme. Elevo mis cejas y sacudo levemente la cabeza en forma de saludo.

—Yo... —Un suspiro se arrastra desde lo más hondo de mi compañero. Toma otro trago de jugo para calmar sus ánimos— no tengo un tipo específico de chicas, creo que cualquier persona puede llegar a gustarte. A veces es la que menos esperamos. Me agrada ese juego tan peculiar que tiene el amor de tratarnos, es muy impredecible y en ocasiones... doloroso. Tengo mi corazón abierto para quién sea.

—Qué galante.

—Estoy esperando a una damisela a quien salvar. ¿O quién sabe? Tal vez sea ella la que me rescate a mí.

Guardo silencio. 

¿Alguien podrá salvarme a mí?

—¿Pero te confieso algo? —Su cercanía confidente es desagradable, él y McFly son como hermanos—. Hay una chica de cabello castaño que no puedo quitarme de la cabeza. Y va en nuestro curso.

¿Cabello castaño?

—¿Quién?

—Te lo diré cuando tú encuentres a la tuya. Como pista te diré que hablo con ella todo el tiempo.

El cacareo desde unas cuantas mesas en la lejanía delatan el sitio donde Floyd y sus amigas se han sentado. Como siempre, el quinteto está armando escándalos con sus llamativas risas. Es la ya mencionada la que se cubre su boca con la mano y mira cohibida a su alrededor.

¿Quién lo diría? El pequeño Hurón tiene un pretendiente.

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora