Un saludo enorme y desde el fooondo de mai jeart a SandraGuitierrez1 ❤✌
Pis an Lof para tú *-*
Y conté segundos, minutos, horas y días hasta que se marcharon.
No fue la mejor de las semanas, sino todo lo contrario. La partida de Los Frederick fue, en su mayoría, llena de nostalgia; sobre todo porque llegaron a revolucionar nuestras vidas durante cuánto... ¿meses? Parecía que estuvieron con nosotros toda una eternidad, alocando nuestras mañanas. Desde que llegaron a casa nuestros días relativamente tranquilos perdieron su monotonía con los infortunios de la señora Frederick, las discusiones de amigos entre papá y el señor Frederick, la expectante llegada de Carlotte, los comentarios de Felix. ¿Cómo era posible que en solo unos meses lo revolvieran todo? ¿Cómo serían nuestros desayunos sin ellos? La casa estaba tan vacía y fría, lejos de ese toque hogareño que incitaba a querer arrancarte los pelos porque todo iba a contra reloj, y sin embargo, esa adrenalina momentánea se sentía taaaan bien.
Cutro fue el primer en proclamar a los vientos que extrañaba la presencia de Los Frederick. El peludo con cuatro patas maullaba por las noches en busca de alguien que, de ninguna manera, volvería: Felix. Era su consentido, por supuesto. Cutro ya no tenía a quién acosar por las noches y por eso protestaba con sus prolongados maullidos; con cuales, por cierto, trajeron a gatos que probablemente creían que la bola de pelos estaba en celo.
Luego fue mamá la que se quejó que nadie la ayudaría en la casa. Protesté diciendo que soy una hija ejemplar, que siempre hago los quehaceres —fregar la loza, fregar el piso, sacudir los mueves, hacer mi cama—, a lo que respondió con un simple «meh». ¿Así es como se me paga por ser una hija ejemplar?
Y finalmente estaba papá, que no demostraba mucho, pero ambas (mamá y yo) supimos que la ausencia de su mejor amigo de años ya no estaba cerca lo entristeció; que no podría echarle en cara cosas tan absurdas como el que ocupó mucho champú cuando casi estaba calvo (Aclaración: el señor Frederick no está quedando calvo, pero lo molestan con eso porque en la universidad aceptó el reto de raparse), o que se acababa toda la comida de la nevera por culpa de su amigo. Extrañaría a la única persona, después de mamá, que lograba fastidiarlo como si fuesen dos adolescentes y lo transportaba aquellos años donde tenía complejo de dios griego.
Yo preferí guardar toda emoción, toda despedida y toda agonía por la ausencia de la familia, en lo más profundo y calentito de mi cama, bajo las sábanas.
Era un hecho muy real que Felix Frederick, ese poste inquebrantable con una única expresión, controló mi mundo como si fuera su títere y logró destrozarlo con unas cuantas palabras. Me llevó hasta el Nirvana y fue todo una ilusión... todo bien poético. Pretendí verme como si nada me afectara, como si la existencia de aquella persona fuera tan nula e insignificante dentro de los parámetros de mi existencia, que asumí una postura cortante y arrogante... que más bien parecía todo lo contrario. De nuevo mis malas dotes para la actuación me jugaban una mala pasada, y fue peor en mis encuentros a solas con Felix en los pasillos de la casa. Cielos, vaya encuentros más electrizantes, éramos cables de luz sacando chispas luchando silenciosamente quién era el mejor.
ESTÁS LEYENDO
Un beso bajo la lluvia
Teen FictionLluvia y sol. Chocolate y menta. Multicolor y monocromía. Así son Floyd y Felix; dos amigos de la infancia que se reencuentran bajo las circunstancias menos esperadas y el día menos pensado. Pero lo que fue de una amistad ya no es más que recuerdos...