Llegamos al aula que ya estaban separadas y puestas en filas, formando en total 4 filas de sillas desde la entrada del aula hasta el escritorio de Snape.
Por suerte llegamos a tiempo. Aún faltaban algunas personas por llegar.
- Señorita Granger, usted se va a sentar en esa mesa de ahí. - El profesor Snape la señaló, y Hermione se sentó en ella estando al lado de uno de Slytherin. Ahí me dí cuenta de que así era como íbamos a estar organizados: Gryffindor, Slytherin, Gryffindor, Slytherin...
- Señor Potter, espero que se sepa la lección. Siéntese atrás del todo. - Y Harry así lo hizo.
- Y señorita Griffin, usted siéntese en la mesa al lado de la del señor Malfoy. - Miré a Draco, que se encontraba mirando su mesa fijamente y jugando con sus manos.
Anduve despacio hacia mi mesa asignada y me senté en la silla. Estaba rodeada de Slytherins.
Eché una rápida mirada a Hermione que me dedicó una sonrisa.- Chss... - Detrás mío oí a alguien hablar en susurros. - Tú, Griffin. - Me giré pudiendo ver a Blaise Zabini, de la casa Slytherin.
Le vi sonreirme con malicia en cuanto me giré. - Cuando te de un golpecito con la pierna dime la respuesta que necesite. - Le miré sorprendida, pues no lo estaba preguntando, si no que más bien me estaba obligando a hacerlo.- Haber estudiado Zabini. - Le dije con odio y me giré de nuevo. Blaise soltó una risita y yo puse los ojos en blanco aunque no me viera.
Snape, sentado en la silla de su escritorio, comenzó a entregar exámenes gracias a su varita que hacía que estos levitaran y se entregaran solos, y yo preparé mi pluma y la tinta.
- Acabo de entregar el primer examen. - Dijo despacio y con voz muy grave. - Cualquiera que le vea hablando, restaré puntos a su casa Y... - Enfatizó el "Y". - Irá directo a mi despacho, donde tendrá un castigo. ¿En...tendido? - Miró a toda la clase y todos asintieron. - Tenéis 40 minutos.
Los exámenes siguieron colocándose en la mesa de cada uno de los alumnos y él empezó a escribir con su pluma algo en un papel.Las cinco primeras preguntas me las sabía perfectamente, así que comencé a escribir con rapidez.
¿Cuál es la característica más temible de un dementor?
¿Qué es la Legeremancia? ¿Y la Oclumancia?
¿Es cierto que un animago, al transformarse, no ejerce control alguno sobre sus acciones?
¿Qué hechizo hay que pronunciar alto y claro para vencer a un Boggart?
¿Cuántas maldiciones imperdonables hay y cómo se llaman? Explica cada una de ellas.
Me las sabía y solo miraba mi hoja de exámen sin levantar la cabeza.
De reojo pude ver a Draco escribir con lentitud y pararse a pensar demasiadas veces.
Zabini me dió al menos diez golpes pero los ignoré y seguí a lo mío.Hubo un momento en el que Draco me miró, serio como siempre, y yo le miré a él. Le sonreí falsamente para después volver a lo mío, pero su voz en susurros, que te hacía pensar si verdaderamente era Draco Malfoy el que te estaba hablando, me interrumpió.
- Griffin. - Un escalofrío recorrió toda mi espalda al escuchar sus susurros. Eran muy seductores.
Me giré despació para que Snape no se diera cuenta y le contesté.- ¿Qué? - Los dos estábamos serios.
- Dime la pregunta tres. - Puse los ojos en blanco como antes con Zabini, e, ignorándole, seguí escribiendo. - Dímela.
- Piensa. - Fue lo único que dije.
- Si me la dices te doy un regalo o lo que tú quieras. - Y eso hizo que tuviera que ponerme las dos manos sobre mi boca para evitar reírme. - ¿De qué te ries?
- Eres un completo idiota. - Y seguí escribiendo.
- Griffin por favor.
- ¡Que no te voy a decir ninguna Draco! - Sin querer, lo dije gritando. Todos los alumnos me miraban y la cabeza de Snape se alzó para mirarme. Yo, roja como un tomate, miré a Draco que parecía muy enfadado.
Snape se levantó y, con pasos lentos, se acercó a mi mesa.
Me miró desde arriba (ya que yo estaba sentada) y con la cara más seria que pude ver a la vez que tenía una ceja levantada.
Me señaló con su dedo y después señaló la puerta. Efectivamente, me tocaba ir a su despacho.Subí las escaleras con muchísima rabia y oí pasos detrás mío. Draco Malfoy me adelantó. A él también le habían echado y se lo merecía.
- ¡Eres un completo idiota Draco Malfoy! ¡Por tu culpa restarán puntos a Gryffindor y encima suspenderé el examen! - Draco ni se paró ni se giró, solo siguió subiendo escaleras a toda velocidad. - Asqueroso hurón oxigenado... - Esto lo dijo más bajo, pero Malfoy lo llegó a oír, bajó las escaleras y se puso frente a Claire.
- ¿Cómo me has llamado? - Claire tragó saliva, con miedo de que le hiciera algo, pero le miró con odio. Tanto que parecía que íba a echar fuego por los ojos.
- Asqueroso hurón oxigenado. - Repitió Claire con desprecio. Draco sacó su varita y la apuntó.
- Te arrepentirás por ello sangre sucia. - Claire cambió su expresión de odio a una de miedo, pero el profesor Snape los interrumpió.
- Señor Malfoy, ¿qué hace apuntando a la señorita Griffin con su varita? Deberían de estar ya en mi despacho. - Claire empezó a subir escaleras con la cabeza agachada y Malfoy las subió igual de rápido que antes.
Llegamos a su despacho y Snape de sentó en su silla frente a su escritorio. Hizo aparecer dos sillas junto al escritorio y Draco y yo nos sentamos en ellas.
- ¿Cuál será el castigo profesor? - Me atreví a preguntar.
- Van a copiar cien veces "No debo hablar durante los exámenes". - Asentí. - Y después van a recorrerse el colegio entero en busca de sus plumas y tinteros. - Abrí la boca sorprendida.
- Disculpe, tal vez haya oído mal pero... ¿ha dicho buscar nuestras plumas? - Snape asintió.
- Ha oído usted bien señorita Griffin. - Hizo una pausa. - ¿Acaso... ve algún... inconveniente?
- No puede ponernos ese castigo. Las plumas las necesitamos ¿sabe? - Agregó Malfoy y yo asentí dándole por primera vez la razón.
- No por el resto del día señor Malfoy.
- ¿Y si no las encontramos? - Pregunté yo ahora.
- Mañana volverán a buscarlas. Yo mismo me encargaré de esconderlas en sitios diferentes. - Subí mis cejas y dejé la boca entreabierta. Se había pasado. - Y ahora, copien las cien veces lo que les dije.
- Sí, profesor... - Dije en bajo.
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Te quiero, No te quiero || HP
Fanfic{...} «Y así fue como el león valiente y audaz cayó en los ojos hipnotizantes de la víbora, que había sabido llegar hasta su corazón con tanto sigilo que no se dió cuenta de que estaba ahí, simplemente se dió cuenta de que lo estaba y de que ya no s...