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Llegó el día siguiente.

Bostecé y me quedé unos segundos con los ojos cerrados, hasta que recordé lo ocurrido ayer y me levanté con rapidez, tanta que hasta me mareé y tuve que esperar unos segundos sentada en el borde de la cama.

Miré toda la cabaña, pero solo estaba yo y eso me calmó un poco. Sin duda alguna, no quería volver a cruzarme con Oliver, pero era algo muy raro y que no me entraba en la cabeza, porque mi mente suplicaba que no lo volviera a ver (aunque sería imposible porque vamos a la misma clase) y mi cuerpo sin embargo quería dirigirse a su cabaña, darle los buenos días e ir a clase con él como siempre.

Me vestí con la túnica de Ave del Trueno y salí de la cabaña con el libro de Transformaciones pegado a mi pecho y sujetado por una de mis manos, con la otra sujetaba mi varita en el interior del bolsillo por si acaso.

Llegué a clase y no había ni rastro de Oliver por el camino. Tampoco llegó a entrar en clase, y eso me pareció extremadamente raro. ¿Alguien en este mundo podría explicarme qué estaba pasando?

Cuando la clase terminó, quise volver a mi cabaña, pero una chica me interrumpió.

- Claire. - Me llamó y me giré. - Una carta llegó ayer por la noche desde Hogwarts. Es para tí. - Vi la carta en sus manos y como me la quería entregar, y la cogí ilusionada.

- Gracias. - Sonreí y anduve hacia mi cabaña mirando la carta y absorta en ella.

Fue un grave error caminar sin estar atenta a nada, solo a la carta, pues me choqué sin querer con una persona que bloqueaba mi camino.
Miré hacia la cara de esta persona con una sonrisa para pedirle perdón, pero se me borró al instante y todo el aire se fue de mis pulmones.

- O...Oliver... - Dije dando pequeños pasos hacia atrás.

Llevaba la misma ropa de ayer y me miraba exactamente igual. Su tez había palidecido incluso más, y sus ojos emitían miedo, mucho miedo.

- ¿Te... te pasa algo? - Pregunté con cierto temor. - Hoy no te he visto en clase...

De repente, sacó su varita del bolsillo y me la puso en el cuello mientras me cogía con mucha fuerza de la túnica.
Solté un notable grito y él me tapó la boca sujetándome ahora con su brazo.
Se aseguró que no había nadie y me arrastró hasta su cabaña, la cual cerró con, por lo menos, cinco cerraduras, e hizo que el cristal de las ventanas se volviera completamente opaco.

Me sentó en una silla y me ató los pies y las manos a ella, pero mi boca la dejó libre.
Mis lágrimas resbalaban por mis mejillas y sollozaba.

- Por favor... No me hagas daño... por favor... - Supliqué entre sollozos, pero él no me contestó.

Vi como andaba por toda la cabaña hasta que cogió un libro que no pude ver su título.
Lo puso frente a mis ojos y abrí la boca. Era el libro de Ilvermorny. ¿Por qué lo tenía él?

- ¿Qué... qué haces tú con ese libro? - Pregunté. De su rostro salió una sonrisa horriblemente fea, que nunca había visto en él, y me asusté mucho más de lo que ya estaba.

- No te pertenece. - Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al oír su voz. Parecía como si la hubieran modificado, porque tenía como una doble voz y muy grave. Daba mucho miedo.

- Yo... ese es mi libro. - Dije finalmente y soltó una sonora risa.

- Este no es tu libro Claire. - Que dijera mi nombre con esa voz me asustó muchísimo más. - Este libro pertenece a Ilvermorny, a dos personas concretamente.

- ¿Y por qué me lo has robado? Ese libro estaba en mi habitación en la casa de mis padres de aquí, de los Estados Unidos, y quise leerlo porque explicaba la historia de Ilvermorny. Te lo repito, ¿por qué me lo has robado? - Su sonrisa hacía que toda tu felicidad bajara al 0. Parecía un dementor...

Te quiero, No te quiero || HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora