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Pasaron dos semanas de lo ocurrido y desde entonces casi nunca sonreía y reía. No atendía lo suficiente en las clases y casi nunca tenía hambre, por lo que no comía durante las comidas.

Ahora mismo estábamos en clase de Herbología con los de Hufflepuff y después nos tocaría Astronomía con Ravenclaw.

Después de estas dos clases en la que casi me duermo, fuímos al Gran Comedor. No tenía nada de hambre, así que me dediqué a revolver mi comida sin despegar la mirada del plato.

- Claire. - Me habló Hermione. - Estás pálida. ¿Te encuentras mal? ¿Quieres ir a la enfermería? - Negué debilmente con la cabeza.

- Estoy bien... tranquila... - Pues no. Claro que no estaba bien. Mi "historia con Draco Malfoy" me estaba afectando más de lo que creía, y sin embargo, aún no sabía porqué.

- ¿Pero te has visto la cara? Claire, come algo aunque sea. - Miré la comida con asco.

- No tengo hambre.

- Me da igual. Podrías enfermar. - Negué con la cabeza.

- Clase de Cuidado de Criaturas Mágicas ¿no? - La miré con los ojos entrecerrados, pues apenas podía abrirlos.

- Sí... - Dijo muy en bajo. - Das miedo...

- Ya tengo un disfraz de Halloween entonces. - Solté una apenas audible risita.

- Halloween ya fue... - Solté un "Ohh" y me levanté con dificultad para ir a la siguiente clase.

Llegué hasta la casa de Hagrid, donde, antes de que la clase empezara, le saludé.

- Hola Hagrid. - Dije ya dentro de su casa con la voz muy en bajo.

- Claire, tienes muy mala cara. ¿Te encuentras bien? - Asentí.

- Sí... Si lo estoy. - Asintió con el ceño fruncido. Estaba claro que no me creía.

Después de unos cuantos minutos, salí de la casa de Hagrid y estuvimos allí hasta que los alumnos de Gryffindor y Slytherin vinieran.

A lo lejos, vi a Hermione, Ron y Harry venir, por lo que los saludé con la mano.

- Hola chicos. - Ron me miró con una cara de tristeza.

- Claire, en serio... - Me dijo Ron.

- Estoy bien ¿vale? - Le interrumpí.

Los de Slytherin y algunos más de Gryffindor venían ya, y yo me puse detrás de Ron, escondiéndome.

Hagrid empezó a dar la clase y mi cabeza me daba vueltas. Mis ojos se cerraban pero yo hacía el esfuerzo de abrirlos. También empezaba a verlo todo borroso y sentía naúseas en mi estómago. Ahora me encontraba demasiado mal.
Eché una mirada a los de Slytherin, viendo a Malfoy junto a Crabbe y Goyle mirando a Hagrid muy serio, como siempre.

Detrás mío había un enorme tronco de madera, así que me sujete en él cuando mi cuerpo se tambaleó. Ron se giró y me miró asustado mientras yo solo veía el suelo, viéndolo todo distorsionado.
Pude notar como Ron dió un paso muy rápido hacia mí y me sujetó por la espalda.

- ¡Hagrid! ¡Tenemos que llevarla a la enfermería! - Oí la voz de Ron como un eco, pero pude distinguir lo que decía.

Después noté como unas manos me cogían en brazos y lo vi todo negro...

Abrí mis ojos lentamente. Estaba en una de las camillas de la enfermería.

- Bien. Ya has despertado. - La voz de la señora Pomfrey me hizo incorporarme.

- ¿Cuánto... cuánto tiempo llevo inconsciente?

- Un día. - Abrí mis ojos como platos.

- ¿Un día? Pero si... - Lo último que recordaba era desmayarme en la clase de Hagrid. - ¿Hagrid fue el que me trajo? - La señora Pomfrey asintió.

- Así es señorita Claire. La verdad es que tenía una cara horrible. Un poco más y podrían decir que es un fantasma de la escuela. - Esperó unos segundos. - El día de ayer le visitaron bastantes personas. - Intenté acomodarme un poco más.

- Ah ¿sí? ¿Quiénes?

- Bueno, sus tres amigos.

- Hermione, Ron y Harry... Menos mal que Ron me sostuvo en la cabaña de Hagrid y gritó que me trajeran aquí.

- Tiene unos grandes amigos, señorita Claire. - Sonreí débilmente.

- Lo sé.

La señora Pomfrey se acercó y me dió un paño cerrado. Lo abrí y dentro había comida.

- Sus amigos le dejaron las sobras de la cena de ayer. Debe comérselo, si no se pondrá peor. Si hubiera estado comiendo en condiciones, nada de esto hubiera pasado. ¿Por qué no quería comer?

- No tenía hambre... - Cogí un trozo de pan y me lo metí en la boca. Cerré los ojos mientras lo masticaba, pues estaba delicioso, y eso que simplemente era un trozo de pan.

- Bobadas. Siempre la misma excusa. - Me regañó la señora Pomfrey.

- Es la verdad.

Hubo casi un minuto de silencio mientras yo seguía comiendo con rapidez.

- También la visitó alguien más, aparte de varios alumnos de Gryffindor. - Alcé mi vista hacia la enfermera sin dejar de comer para prestarla atención. - Vino el señor Malfoy. - Mi mandíbula dejó de masticar y me quedé quieta sin dejar de mirar a la señora Pomfrey. ¿Malfoy también había venido?

- ¿Malfoy ha venido a verme?

- Así es. Se sentó junto a usted en la camilla y se quedó más de media hora aquí dentro. - Tragué saliva.

- Bien... - Fue lo único que dije.

La señora Pomfrey salió de la enfermería dejándome sola.
Seguí comiendo con rapidez, pues me moría de hambre.

Un ruido en la entrada de la enfermería hizo que llevara mi vista hacia allí, pudiendo ver a un chico con túnica de Slytherin y cabellera rubia. Me estaba sonriendo y yo tenía la boca llena de comida. Pero no era una sonrisa de malicia como siempre, era una sonrisa sincera. Una sonrisa que le hacía más guapo de lo que ya era... Espera, ¿qué?

Malfoy se acercó despacio y se sentó en la camilla de al lado sin decir nada, solo limitándose a verme comer.

- Hola hurón oxigenado. - Le saludé sin mirarle, mientras partía otro trozo de pan. Oí como soltaba una risita y fruncí el ceño mirándole.

- Hola. - Me contestó con la misma sonrisa perfecta. ¿Qué estaba pasando?

- ¿Qué haces aquí?

- Venir a verte. La señora Pomfrey me dijo que ya habías despertado, pero me adelanté a tus amigos y vine primero. - No dejé de fruncir el entrecejo.

- ¿Ahora te preocupas por mí?

- Siempre lo hice. - Miré de nuevo el paño, pues me estaba poniendo roja y creo que él lo notó porque soltó otra risita de las suyas.

- Bueno, pues ya ves que estoy bien. Ya puedes volver con Crabbe y Goyle. - En realidad no quería que se fuera pero... estaba muy confusa. ¿Si no quería que se fuera, entonces que hago echándole?

Malfoy se levantó de la camilla y me dió la espalda para irse.
Definitivamente era muy tonta.

- Espera. - Él se frenó y me miró con un brillo en los ojos. - Gracias... por preocuparte por mí... - Bajé mi tono de voz porque me daba vergüenza llegar a decirle esto.
Me mostró una vez más una bonita sonrisa suya y se fue, dejándome de nuevo allí sola.

Te quiero, No te quiero || HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora