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Me encontraba en el Gran Comedor junto a mis tres mejores amigos. Ya había anochecido y estábamos cenando.

- En serio, necesito encontrar a una chica para el baile de Navidad. - Dijo Ron mientras se comía una alita de pollo.

- Tranquilo Ron, yo también. - Dijo ahora Harry. Yo no quería hablar sobre el baile porque me acordaba de Malfoy siempre, y estaba harta de tenerle siempre en mi mente.

- Hermione... - Ron se giró hacia ella. - Tú... Tú... - No le salían las palabras y yo ya sabía por donde iba, así que puse una sonrisita.

- ¿Yo...? - Hermione le instó a seguir.

- ¿Querrías venir al baile de Navidad conmigo? - Dijo de carrerilla y dando otro mordisco a su alita de pollo. Hermione se quedó un poco sorprendida y Harry y yo nos miramos con una sonrisita.

- Pues no lo sé...

- Oh, vamos Hermione. Haríais una pareja estupenda. - Harry intervino y me daban ganas de abrazarle por haber dicho eso. Los dos estaban completamente ruborizados.

- Es verdad. - Añadí yo. - Si yo fuera tú, aceptaría. - Sonreí a ambos. Después se miraron y se sonrieron.

- Está bien. Iré al baile contigo, Ron. - Harry y yo chocamos nuestras manos como muestra de victoria y Hermione y Ron nos miraron confusos, pero se olvidaron de eso para echarase miraditas durante la cena. En realidad, esto yo ya lo sabía. Desde hace mucho además. Y Harry también. Los dos lo notamos porque se les notaba a leguas, y estaba claro que se gustaban.

Seguí comiendo normal hasta que algo me dió suavemente en la cabeza. Una nota. Fruncí el ceño y desplegué el papel para leer lo que ponía.

Entonces, ¿con quién irás? Realmente me interesa.

Me giré hacia la mesa de Slytherin y vi a Malfoy de brazos cruzados sobre la mesa mirándome con una sonrisa de malicia, como siempre. Yo sin embargo, le miraba seria, pues en mi opinión no se merecía mi sonrisa.
Volví a girarme e hice una bola de papel que me guardé en el bolsillo de la túnica y poder tirarla más tarde a la basura.

Unos minutos después me volvió a caer otra nota pero antes de abrirla ya la había hecho una bola y la guardé en el bolsillo para tirarla.

Me levanté enfadada despidiéndome de Hermione, Ron y Harry y salí del Gran Comedor en dirección a la Sala Común, pero como no, su voz me interrumpió. ¿Por qué siempre me interrumpe su voz?

- Griffin. - Me giré hacia él.

- ¿Y ahora qué es lo que quieres?

- Que me contestes a las notas. - Me quedé unos segundos mirándole enfadada y, con energía y resoplando, saqué la primera de las notas.

- Entonces, ¿con quién irás? Realmente me interesa. - Leí la primera nota en voz alta. Le volví a mirar a los ojos. - ¿De verdad quieres saberlo? Bien. - Esperé dos segundos. - ¡Con nadie! ¡No voy a ir con nadie porque no voy a ir al baile! ¿Contento? - Levanté mi tono de voz. Definitivamente no le aguantaba, y cada vez quería con más ansias que llegaran las vacaciones de Navidad.

- ¿Nadie te ha invitado? - Su tono de voz era normal. Suspiré con fuerza y bajé un escalón despacio para acercarme más a él.

- Draco. - Finalmente le tuve a unos centímetros de mí. - El otro día, cuando te dije que me dejaras en paz y te olvidaras de mí, ¿hubo alguna palabra que no entendiste o que te costó entender? Porque estaré encantada de explicártelo hasta que por fin llegues a entenderlo. - Por tercera vez nos quedamos fijamente mirándonos a los ojos. Cuando esto pasaba, mi cabeza era como si se desconectara o entrara en una especie de trance, y el tiempo era como si se detuviera. Tenía unos ojos grises preciosos que brillaban como dos diamantes plateados cada vez que nos ocurría esta situación.

Conseguí salir del "trance" y, sin dejar de mirarle, anduve hacia atrás y subí un escalón quedando a la misma distancia que antes.

- Dime que lo has entendido. - Suavicé mi tono de voz. Vi como asentía con su cabeza. - Bien, pues solo espero que sea verdad. - Me dí media vuelta y una lágrima cayó por mi mejilla. ¿Otra vez? ¿Por qué?

Llegué a la sala común echa un mar de lágrimas. Cada paso que daba alejándome de él era como una apuñalada por la espalda, pero seguía sin entender este sentimiento. Realmente le odiaba, le odiaba mucho. Éramos totalmente dos polos opuestos. Quería olvidarme de él y que él también se olvidara de mí, pero sin embargo, ¿por qué lloraba si esto pasaba? ¿Por qué lloraba por querer estar con él y no separarme nunca? ¿Por qué lloraba por querer desesperadamente un simple abrazo suyo? Cerré los ojos sentándome en la cama e intentando dejar de llorar.

Con los ojos cerrados, comencé a recordar algunos momentos que tuvimos. Como por ejemplo la vez que nos conocimos.

{...} - Eres rápida. - Me giré para ver de quien se trataba la voz que me acababa de hablar. Un niño de mi misma estatura y pelo rubio peinado hacia atrás, se encontraba detrás mío con una siniestra sonrisa.

- Gracias. Supongo.

- Draco Malfoy. - Estiró su mano para que la estrechara y, después de mirarla durante unos segundos, accedí a hacerlo.

- Claire Griffin. - Estreché su mano con una pequeña falsa sonrisa. Aquel niño, Draco Malfoy, me daba mala espina.

- Encantado Claire, será un honor poder tenerte en Slytherin. {...}

O aquella vez después de salir de Las Tres Escobas, volviendo al castillo.

{...} - Déjalos Claire, son unos idiotas. - Me dijo Hermione en un tono normal que claramente se había oido. Y así fue, pues Draco se giró con rapidez y vino andando hasta donde Hermione.

- ¿Me has llamado idiota, asquerosa sangre sucia? - Y eso fue el colmo. Me interpuse entre ellos dos, teniendo a Hermione detrás mío y a Draco delante. Saqué mi varita y le apunté.

- Ni se te ocurra volver a insultar a mi mejor amiga, ¿me oyes? - Acerqué más mi varita a su pecho. Nos mirábamos con mucho odio y seriedad.

- ¿O qué? ¿Me lanzarás un estúpido hechizo de los tuyos? - Rió irónicamente. - No me hagas reir. - Puse mi varita en su cuello, levantando su cabeza levemente.

- Te juro que lo hago. - Se quedó callado y yo, después de unos segundos, retiré mi varita despacio. - Iros por donde viniesteis. - Draco me lanzó una mirada asesina y se dió media vuelta. {...}

Sin darme cuenta había vuelto a llorar al recordar estos recuerdos.

Me quité la túnica y, con la ropa que llevaba puesta, me tumbé en la cama quedándome rápidamente dormida.

Te quiero, No te quiero || HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora