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Y pasaron los días y las semanas. Las clases me íban bien, Oliver y yo éramos muy amigos (aunque, como ya dije anteriormente, me perseguía a todos lados. Tal vez solo quería protegerme, aunque no sabía de qué). Solo había una cosa que rondaba mi cabeza cada minuto, y era el libro de Ilvermorny. Aún no lo había encontrado, así que, después de unas semanas, lo dejé en que me lo habían robado. ¿Quién? Ni idea. En mi cabañan solo estábamos yo, y a veces Oliver, pero, ¿para que querría él un libro así? Y lo principal, ¿cómo iba a robármelo él si ni siquiera sabía que lo tenía? Además, era amigo mío.
En mi mente culpaba a alguien de la estación el primer día que vine, o alguien al bajar del expreso de Ilvermorny para coger la escoba y sobrevolar el lago. Esa vez fue la única vez que dejé mi maleta a manos de otra persona, pero no, no podía ser que la abrieran y sacaran el libro así como así.

- Claire, hoy tenemos el día libre. - Me dijo Oliver mientras caminábamos por el bosque. - Tú decides que hacer. - Yo simplemente miraba el suelo pensando en el libro.

- No lo sé, lo que tú quieras Oliver. - Dije sin mirarle.

Oliver se pusó delante de mí y ahí fue donde lo miré.

- Te pasa algo, llevas semanas así. - Fruncí el ceño. - Suéltalo. - Tardé unos segundos pero negué con la cabeza y seguí caminando.

- Son imaginaciones tuyas. No me pasa nada. - Metí las manos en los bolsillos y ví a unas personas adelantarme corriendo mientras reían.

- Claire, ¿te crees que soy tonto? Somos amigos, ¿recuerdas? - Hizo una pausa. - Cuéntamelo.

- Pero es que no tengo nada que contar. - Me giré para mirarle. Sus ojos estaban más oscuros de lo normal, y hasta me dió miedo, por lo que desvié mi mirada rápidamente de él después de un parpadeo y volví a mirar el suelo, un poco desconcertada.

Oí sus pasos acercarse y mi pulso se aceleró, ¿qué estaba pasando?

- Pues te digo que algo te pasa. - Su voz ahora estaba justo al lado mío, y un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral.
Su mano se posó sobre mi hombro y yo, con un movimiento rápido, me aparté de él chocándome con un árbol que tenía justo detrás. ¿Pero qué...?
Mi respiración se agitó y quise salir corriendo de allí, algo me decía que tenía que hacerlo.

Cerré los ojos con fuerza y volví a mirarlo a los ojos. Su rostro estaba completamente serio, sus labios no estaban entreabiertos como lo solían estar y sus manos ya no estaban en sus bolsillos, sino a la altura de su cadera.
Fruncí el ceño y agarré mi varita con fuerza dentro de mi bolsillo. ¿Qué le pasaba?

- Oliver... - Susurré. - Me voy a mi cabaña. Estoy cansada. - Me alejé del árbol despacio sin dejar de mirarle. Él tampoco cambió dejó de mirarme ni cambió su expresión, parecía una completa estatua, porque además estaba mucho más pálido de lo normal.

Cuando me alejé lo suficiente, corrí lo máximo que pude y vi mi cabaña, por lo que entré rápido y cerré la puerta. Saqué mi varita y apunté hacia ella, haciendo que, por arte de magia, un candado apareciera en la cerradura. Después apunté a las ventanas y todas las cortinas negras se movieron solas para taparlas.

Me senté en el borde de la cama y solté un fuerte suspiro de alivio. ¿Qué le pasaba? Daba mucho miedo. Parecía que le habían poseído.
Se que tal vez debería de haberlo ayudado, pero tenía el presentimiento de que, si lo hacía, me mataría allí mismo.

Recordé su expresión, seria y fría. Sin embargo, su voz unos segundos antes sonaba normal. ¿Qué me ocultaba? Aunque yo también le ocultaba lo del libro... ¿Y aquel intenso miedo que sentí cuándo se acercó? Había sido una situación rarísima...

Me puse el pijama y me hice mi propia cena, pues ya era de noche. Estaba claro que hoy me costaría dormir, y que si sentía mucho miedo durante la noche, tendría claro que haría un encantamiento protector alrededor de la cabaña.
Necesitaba a Hermione, Ron y Harry aquí. Incluso a Draco...

Te quiero, No te quiero || HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora