Prologo

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— Emm... mamá no me hacen falta tantas medicinas ¿¡Acaso piensas que me la vivo enferma!?—   dije con exasperación mientras veía a mi madre metiendo francos y cajas en una pequeña mochila.

— Solo estoy nerviosa mi amor, te iras por mucho tiempo... — note la nostalgia en su voz, a veces era dramática, y cuando digo a veces me refiero a las veinticinco horas del día, los ocho días de la semana (Si, tan dramática que le agregaba un día a la semana y una hora mas al día porque los existentes no le alcanzaban).

— Lo sé, pero no es como que me vaya a dar lepra en Estados Unidos. — le dije con fastidio aunque con una mirada de comprensión, es mi mamá, entiendo que se sienta preocupada.

Mi madre chasqueó con la boca para luego atraerme hasta sus brazos y se sentía cálida, apacible. Extrañaría sus abrazos, esos que me dejan el alma en sosiego.

Al separarnos acaricio con ternura mi mejilla haciéndome sonreír, pero cuando la observe note aquellos ojos cristalinos por las lágrimas asomándose y sentí como de repente mi corazón empezaba a flaquear ante las emociones.

 — Bueno, hay que bajar, papá debe estar esperándonos. — dije apartando la mirada, para luego darme la vuelta y tomar el mango de la maleta junto a la cama.

Mi madre no dijo palabra alguna en el proceso pero sentía su atenta mirada mientras tomaba los bolsos que había encima de la peinadora. 

Me siguió cuando pase cargada por la puerta de la habitación y baje las escaleras, consiguiendo a mi padre al pie de la misma, sacudiendo las llaves con una sonrisa de diversión, en seguida lo mire confundida, ¿qué le hacía tanta gracia?

— Allá te esperan todos esos psicópatas que ves en las series de Investigation Discovery. — dijo dejando correr una risa socarrona.

— ¡PAPÁ! — chillé mientras dejaba un pequeño golpe en su hombro.

— Te darán una buena bienvenida... —  lo mire con una sonrisa mientras negaba. Seguía con sus chistes de mal gusto y aunque me irritaran los extrañaría, este hombre me sacaba canas verdes pero me hacia reír mucho.

Tomó parte de los bolsos que cargaba y salio por la puerta de la casa seguido por mi mamá, sin embargo yo me quede un instante más, respirando hondo, sintiendo profundamente una vez más el que era mi hogar.

— ¡Jessica! ¡Vamos! — oí que me llamaba mi padre, —  ¡o si no te quedas y me voy yo! — exclamó con la voz llena de gracia, haciéndome reír antes de salir de la casa, llena de todos los recuerdos que me embargaban.

---------ººº---------

Tras estacionarse el auto frente al aeropuerto empecé a sentirme muy nerviosa.

Esto era real, me iría, dejaría atrás mi país y estudiaría en Florida... con otra familia... en otra ciudad... y me daba miedo, mucho miedo.

Abrí la puerta del auto y me encontré a mí misma observando el enorme cartel del Aeropuerto Internacional, pensando en mil cosas... ¿Cómo sería mi familia?¿mi casa? ¿Mi vida? Todo estaba a punto de cambiar...

—  Hey... ¡Hey! — volví a la realidad tras ver unos dedos chasquearse frente a mis ojos con urgencia, — Se te hará tarde cariño, debes ir con el grupo del programa. — note la cara de desesperación de mi madre pero me sentía en otra órbita, como si lo que estaba sucediendo no fuese a suceder.

—  Emm... si, si. — tome el mango de la maleta hasta extenderlo; posando mi mirada sobre mis padres. No podía llorar, no debía llorar pero ¿adivinen qué? Las lágrimas no pidieron permiso.

Me conseguí a mí misma entre los brazos de mis padres sollozando como una pequeña niña consentida, y aunque suene incomodo no lo fue, adore poder tener una despedida emotiva, y tras pasar por aquellas puertas automáticas de vidrio la última mirada se dió, sacudían sus manos en el aire mientras me alejaba y algo de mí se quedó con ellos.


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EN LA MISMA CASA [ #1]  *𝗘𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢́𝗡*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora