Me sentía muy ansiosa en ese automóvil que mas que automóvil parecía un bus.
Podía apreciar como a cada uno de los chicos del programa los iban dejando en frente del que sería su futuro hogar provisional y a medida que se iban vaciando los asientos mas nervios sentía. Eran calles y calles, y solo quedaba una chica a parte de mí.
Entramos en los suburbios, el sol se hacía notar recio y predominante sobre las casas y el pavimento, pero tanta luminosidad contrastaba bien con las extensiones de grama al lado de la acera. El ambiente parecía tranquilo, apenas pude apreciar por mi ventana mientras el auto avanzaba a través de la calle a un hombre que paseaba a su perro despreocupadamente.
El carro se detuvo repentinamente haciéndome salir de inmediato de cualquier pensamiento u observación y mi corazón se paralizo en seco al escuchar al chófer hablar.
— Señorita puede bajarse. — observe como sus ojos se detenían sobre mi mirada en el retrovisor, asintiendo como para preguntar si ya estaba lista.
Deje escapar un suspiro en rendición y tome mi pequeña mochila para bajarme.
Abrí la puerta y enseguida pude percibir el calor danzando a mí alrededor.
Respire profundo, Florida era muy diferente a lo que imaginaba, calurosa, amplia, distinta...
El chófer fue al maletero y saco lo que restaba de mi equipaje disponiéndolo frente a mi. Mire las maletas con el semblante entristecido, me sentía muy dispersa y confundida con todo lo que estaba sucediendo.
Sentí como una mano se posaba en mi hombro y de inmediato subí la mirada para encontrarme con el afable rostro del chófer.
— No te preocupes, son buenas personas, ve, de seguro te esperan. — dijo con una voz tan apacible que me hizo sentir segura.
Respondí con una sonrisa tímida y tomando mis maletas empecé a caminar hasta llegar a la acera, donde me detuve a admirar esa casa de paredes blancas y ventanas amplias.
Casi por instinto volteé y vi al chófer en el asiento del conductor dedicándome una última sonrisa amable junto con su asentimiento de nos veremos pronto.
Tras escuchar el motor del automóvil ponerse en marcha a través de la calle me dedique a caminar por el sendero de piedritas amarillentas que conducían al pórtico. Mis pies se hicieron escuchar en la madera de los escalones de la entrada y al encontrarme frente a la puerta literalmente me híperventilaba, solo en el intento de mantener la calma y aliviar los nervios.
Me costó un poco salir de mi sesión "calma las ansias" pero finalmente pose mis dedos temblorosos en el timbre, teniendo los pelos de punta por la incertidumbre. Escuche pasos en el interior y casi al instante la puerta se abrió, dejando ver a una señora de pelo rubio corto y ojos celestes que capturaron mi atención.
— Tú debes ser Jessica. — dijo la mujer con una efusiva sonrisa posada en sus labios.
— Si... — la mire tímidamente.
— Oh, vamos, pasa, es un placer tenerte aquí con nosotros. — dijo para luego apartarse extendiendo su brazo hacia el interior de su hogar.
Asentí con una media sonrisa, a esa altura seguramente tendría mis mejillas rojizas y el cabello castaño oscuro un poco desarreglado por el calor.
Pasé por un lado arrastrando mis maletas hacia el pasillo de paredes crema que conducía a otro espacio que se veía de fondo.
Al llegar al final me conseguí con un escalón que daba a la sala de estar, donde el ambiente me pareció ligero y fresco, después de todo la entrada de luz natural a través de las puertas francesas le hacía lucir amplio y apacible.
El concepto abierto de la casa le aportaba sobriedad al espacio, en esa sala podía observarse el sofá gris junto con el televisor y las puertas francesas a los costados a la izquierda y a la derecha estaba la cocina, todo unido por un piso caoba prolongado.
Me invadió una sensación acogedora, la casa lucía preciosa y familiar.
La señora que estaba detrás de mí me pasó por un lado, haciéndome notar que me había quedado parada observando el lugar.
— ¡¡Bob!! — le escuche gritar.
La mire con extrañeza, ni su nombre me había dicho.
La mujer pareció haberlo notado puesto que posó sus ojos en mí y tras esbozar una sonrisa afable, habló: — Por cierto cariño, soy la señora Marie, tu mamá sustituta. — dijo con voz dulce dejando escapar una risita delicada; me hizo más gracia que se riera de esa forma que el comentario, en años podría lucir tan dama cuando algo me provoca risa.
Vi como se incorporaba a la sala un hombre robusto, pelo entre canoso y rubio de ojos azules que tenía pinta de ser alguien muy amable, al igual que la señora Marie.
— Oh, tú debes ser Jessica, bienvenida jovencita, — se acercó extendiendo su mano hacia mí, la cual recibí sin dudar, — Soy Bob, el hombre de la casa. — dejo escapar una corta pero audible risa a la cual se unió la fina y delicada de la señora Marie.
— ¡Bobbi, Jace, vengan! — grito la señora Marie con entusiasmo pero el llamado no fue atendido, — ¡Chicos! — grito nuevamente.
Se escuchó un "ya voy" en el pasillo del frente y con ello la curiosidad me invadió.
Vi entrar a través de ese pasillo a un chico más o menos alto, rubio y de ojos claros, era idéntico a Bob pero en versión pre-adolescente.
Él se acercó con el ceño fruncido hasta que su mirada se fijó en mí, esbozó una sonrisa cálida mientras extendía su mano a pocos pasos de mi posición.
— Soy Bobbi, — dijó mientras estrechábamos nuestras manos — ¿tú eres?
— Jessica. — dije con seguridad, me caía bien Bobbi, tenía ese aire de persona tranquila o al menos eso pensaba.
— ¡Jace! ¡Ven aquí! — gritó la señora Marie pero no se escuchó una contestación al llamado; suspiró en rendición, — Bueno querida, tu cuarto es el antepenúltimo del pasillo, puedes pasar con confianza, después de todo estás en tu casa. — dijo dulcemente, dedicándome una sonrisa conciliadora.
Trate de sonreír honestamente, estaban siendo muy amables conmigo, sin embargo una honda de nostalgia me invadió, querían que me sintiera como en casa pero no era mi casa.
— Si quieres Bob puede ayudarte. — dijo la señora Marie con un tono suave, al parecer notó mi cambio de humor.
— No, así está bien, gracias... — traté que no sonara triste, pero no fue un buen intento, todos me observaron sin decir nada mientras les dedicaba una sonrisa fugaz.
Tome el mango de la maleta y avance hacia el pasillo ubicado justo al frente con la mirada baja. Al empezar a recorrerlo me distraje observando la primera puerta que pase, el cuarto era azul claro ¿Seria de Bobbi...
Súbitamente impacté con algo haciéndome tambalear, mi respiración agitada fue notoria en el silencio y al percatarme de una camiseta azul oscuro frente a mi mirada mi corazón se aceleró.
¡Torpe, torpe, y mil veces torpe! Me reprochaba internamente.
Subí lentamente, hasta encontrarme con su rostro y ojos grises, quedando hipnotizada por la profundidad de su mirada.
Frunció el ceño un tanto confundido y tras esbozar una sonrisa que me hizo ruborizar escuche su voz.
— Soy Jace.
ESTÁS LEYENDO
EN LA MISMA CASA [ #1] *𝗘𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢́𝗡*
Teen Fiction"𝓃ℴ 𝒷𝓊𝓈𝓆𝓊ℯ𝓈 𝓊𝓃𝒶 𝓇ℯ𝒶𝓁𝒾𝒹𝒶𝒹 𝓆𝓊ℯ 𝓃ℴ 𝓅ℴ𝒹𝓇𝒶́𝓈 ℯ𝓃𝒻𝓇ℯ𝓃𝓉𝒶𝓇..." El inicio de un todo siempre es intenso... No somos nada. Decía... Pero el destino conspiró... A nuestro favor y en nuestra contra. Y ahora... Frente a las verdade...