Capitulo cinco.

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 Ian Hamilton

Escribo unas cuantas palabras en mi portátil y cierro el documento un momento después. Miro mi oficina. Luego me levanto y me sirvo un vaso de whisky. Nada mejor que un Jack Daniel's cuando trabajas duro y cuando tu plan de venganza está a punto de comenzar vuelvo a sentarme en mi asiento y sonrío. Sonrió malicioso. Sonrío por venganza. En pocos minutos el mismísimo Nicholas Stevens estará frente a mí con su arrugada mandíbula en el suelo y le rogaré que se calle, la simple visión de ver a Stevens arrodillado rogándome me hace sentirme tan jodidamente bien. Ashley, mi asistente entra a la oficina y me avisa que tengo alguien esperando entrar  muevo mi cabeza en gesto de que lo deje entrar y bebo otro trago. Si, ya casi siento a Nicholas rogarme.

Pocos segundos después un hombre canoso de unos cincuenta años entra a la habitación con su traje negro y una corbata roja bien hecha. El hombre cierra los ojos y arruga su boca. Cierra la puerta y lo miró por un momento. Luego se sienta frente a mí estudiándome con sus ojos bufa y frunce el ceño.

—Vamos ¿dime que mierda quieres? —espeta Nicholas.

Arqueo una ceja y meneó la cabeza.

—No has cambiado para nada Nicholas, sigues siendo el mismo infeliz de siempre... solo que más viejo—me burlo.

Nick vuelve a cerrar sus ojos y toma aire exhalando con fuerza y los abre nuevamente.

— ¿He viajado desde Houston para acá y solo consigues decirme que estoy arrugado?

—Sí y no—lo miro. Si estas arrugado. Y no, no es lo único que te diré tengo muchas otras cosas más de las que hablar.

—Ian todo lo que quisiste insultarme lo hiciste hace 10 años—me recuerda. —Dentro de unas horas tengo que hacer mi discurso para mi candidatura.

—Cierto, eres candidato para ser gobernador de Texas—sonrió malicioso. Esto me encanta cada vez más.

— ¿Qué intentas decir? —pregunta confundido.

—Digo que... si llegaras a ganar la candidatura, serás el más infeliz e imbécil gobernador de Texas ¿Por qué? Todos los estafadores como tú lo son.

La blanca piel de Stevens se torna completamente pálida. Pasa y una mano por su escaso cabello corto lleno de algunas canas y carraspea.

—Jodido infeliz—espeta.

— ¿Yo? —me burlo. —No más de lo que tú me has hecho a  mí, me engañaste, hiciste que me fuera de tu casa y pasará el resto de mi vida intentando sobrevivir. El único infeliz aquí sigues siendo tú.

— ¿Qué quieres? Esta cita no es solo para seguir insultándome lo sé, se que quieres algo—dice el temeroso.

—Sabes hace unos días observe y escuche algunos videos de tu... hermosa hija.

— ¿Venus?

—Es la única que tienes hasta donde yo sé—Nicholas traga saliva. No le gusta para donde va esta conversación—Estoy impactado al ver como cambió, se volvió una mujer. Una mujer sensual y seductora y para ser sincero... Me gusta como es ahora—tomo otro trago de mi bebida.

— ¿A dónde quieres llegar con esto, Hamilton? —espeta el hombre.

—Quiero a tu hija, Nicholas Stevens.

— ¿Qué? —exclama sorprendido.

—Y no exactamente la quiero para hablar con ella—niego con la cabeza—La quiero en mi casa, específicamente en mi cama por treinta noches—digo frio y serio cada una de las palabras—Nicholas queda paralizado por unos segundos y parpadea.

— ¿Por qué crees que...?

Antes de que Nicholas termine la frase me adelanto en contestar.

—Porque puedo arruinar tu candidatura manchar tu nombre y hasta hacer que tengas que mudarte de Estados Unidos, se muchas cosas sobre ti, estafas hechas años anteriores y en el presente. Y tú muy bien sabes que tengo a una gran cantidad de personas en el gobierno junto a mí y no se me resultaría difícil arruinarte la vida...—contesto con una sonrisa, una sonrisa llena de malicia y venganza.

Nuevamente aquellas palabras caen a Nicholas como un balde de agua fría, abre su boca unos segundos para decir algo pero inmediatamente la cierra. Analiza cada una de mis palabras y entiende.

—Esta es tu venganza ¿no? —dice entendiendo todo al fin. —me dijiste que algún día te vengarías de mí y lo estás haciendo.

La sonrisa me crece como el gato de Alicia en el país de las maravillas y asiento con la cabeza.

—Muy inteligente de tu parte Nicholas—aplaude sarcásticamente y cruza los dedos sobre el escritorio.

Nick niega con la cabeza y se levanta de repente. Imito su movimiento.

— ¿Quieres a mi hija a cambio de que no hables? —vuelvo a asentir—Eres un desgraciado... Venus no es un objeto o un trofeo al que pueda cambiar Ian es mi hija.

—Lo sé muy bien. Pero debo admitir que la idea de tener a tu hija es muy...seductora.

Rodeo el escritorio y le entregó un sobre al viejo Nicholas, lo observó fruncir el ceño.

—Aquí hay un billete de avión tienes hasta el domingo para que tu querida Vee este en mi casa, si el tiempo termina y el domingo no esta es mejor que te vayas despidiendo de toda tu reputación. Tienes una semana y el tiempo ya esta andando.

Nicholas prácticamente me arrebata el sobre de las manos y sale hecho una furia de mi oficina. Vuelvo  a mi sillón de cuero y sonrío satisfecho.

¿Quién dice que la venganza es mala? ¿Qué es un pecado? Entonces a veces la venganza y el pecado pueden llegar a ser tan dulce como la miel.

La aventura esta a punto de empezar 😈


Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora