Capitulo once.

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Ian Hamilton

Siete menos diez minutos. Me remuevo en mi silla y observó a Vee por la pantalla de mi portátil nunca creí que aquellas cámaras que compre hace tiempo me servirían algún día. Sonrió cuando la veo entrar a su habitación por primera vez con su expresión de sorpresa, tal vez se ha impresionado por el tamaño de la casa las pocas personas que saben de su existencia también ponen la misma expresión. Dejo lo que estoy haciendo y miró cada movimiento que la rubia hace dios santo esta mujer incluso desde una cámara se le notan sus curvas, sus generosos pechos y esos labios que piden a gritos que los bese. Solo quiero salir de la oficina e ir a buscarla para arrancarle toda la ropa que lleva encima. Maldigo en silencio me pongo duro de tan solo pensarlo.

«Cálmate Hamilton » me digo así mismo. Debo terminar con este informe diario y luego la buscare, veo como Vee abre la caja azul que yo mismo he dejado sobre su cama y saca la nota que he escrito para ella. Rio suavemente cuando arruga la nota y la lanza contra la pared doy clic a un botón en la pantalla para escuchar lo que dice alzó ambas cejas cuando comienza a maldecirme, debo castigarla por eso luego.

Intento concentrarme en el informe pero esta mujer no me deja en paz y menos el bulto creciente que tengo en mi pantalón. Cuando ella sale de su habitación suspiro y agradezco que lo haga me concentro en el informe escribo unas cuantas palabras, borro algunas otras y luego guardo lo que tengo. Gruño. Estúpido trabajo, quiero terminar con esto lo más rápido posible y aunque mi mente en este momento piensa en Vee sé muy bien que debo separar el trabajo del placer.

Alguien toca la puerta una, dos, tres veces hablo con un pase, Mikey Deleasa mi amigo entra vestido con traje negro que lo hace parecer haber salido de la película los hombres de negro reprimo una risa al verlo caminar hacia mí. Le queda pequeño y camina de una manera extraña y divertida, Mikey me da una mirada asesina al observar mi expresión.

— ¿No es muy pequeño ese traje? —pregunto divertido.

—Sino fueses mi jefe juro que te mataría... Hago un gesto levantando la mano—Ya ¿Qué quieres?

—La chica ya está aquí—me informa Mikey y asiento —No sabía que necesitabas una asistente, pensé que no te gustaban—dice.

Me encojo de hombros restándole importancia no puedo contarle la verdad aun, le pago muy bien a mis empleados para que sean discretos y mantengan su boca cerrada. En verdad no necesito una asistente, nunca lo he hecho. No estoy cómodo diciéndole a otras personas que hagan las cosas por mi durante, muchos años he sobrevivido solo y sigo sin confiar en alguien lo suficiente como para que haga todo por mí.

—Cambie de opinión en este proyecto—digo.

—Pudiste habérmelo pedido, como ves prácticamente hago todo lo que dices—Mikey apunta con su dedo su traje.

Me rio.

—Ian no te rías—se queja Mikey.

—Está bien, solo necesitaba otra persona. Tú ya estás bien con lo que haces ¿Diana ha hecho magdalenas? —preguntó cambiando de tema. Tráeme algunas—le pido al pelinegro cuando asiente.

Mikey rueda los ojos y sale de la habitación quejándose.

—Si tan solo no necesitara el dinero no estaría aquí—Le escuchó decir.

Vuelvo a fijar mi mirada en la pantalla de mi portátil al escuchar una exclamación de Vee sonrió como idiota al verla con su regalo en la mano. 

Después de todo Ian tiene su lado divertido y no es tan serio como parece😂😍.

Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora