Capitulo treinta y cinco.

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Bostezando me dirijo a la cocina para desayunar. Aunque la mayor parte del frío se encuentra en mi habitación quise haberme puesto unos pantalones largos de pijama en vez de estos shorts de cortos. Siento como la perra se frota contra mis piernas mientras camino sonrió y la cojo entre mis brazos.

—Zafiro—acaricio su pelaje—Buenos Días chica.

Zafiro se estira entre mis brazos para luego bajar y huir hasta la cocina. Me apoyo en el lumbral de la puerta y sonrió al ver a Ian agachado buscando algo en la nevera. Con mi mirada busco a Diana y frunzo el ceño al no verla por ningún lado.

Me muerdo el labio y recorro la espalda desnuda de Ian, tiene unos hombros anchos y una cintura estrecha haciendo un triángulo perfecto, puedo ver sus músculos junto a él y siento mis dedos picar ante la necesidad de acercarme a acariciarlo y frotarme en el como si fuera un felino. Ahogó una risa ante la idea de frotarme contra él. ¿Qué reacción tendría si lo hiciera?

Ian se mueve por la cocina mientras enciende la radio encima de la nevera, está comenzando a sonar una canción que él conoce. Mueve las caderas de una manera divertida junto al ritmo y canta la canción en un tono ronco y desafinado. Apretó mis labios intentando no reír ante su intento, definitivamente la música no es su fuerte.

Rompe unos huevos y los coloca sobre el sartén. Sigue cantando y se da la vuelta para encontrarse con mi mirada.

—Debería darte unas clases de canto pareces un perro—digo burlona.

Le regalo una sonrisa la cual él me devuelve acercándose a mí atrapando mis labios en un lento y sensual beso.

—Buenos días—dice a escasos centímetros de mis labios.

—Buenos días—contesto y vuelvo a besarlo pasando mis brazos por su cuello atrayéndolo más a mi sintiendo mis senos aplastarse con su duro y caliente pecho. Él gime y se separa.

—Que buena forma de saludar a las personas ¿lo haces siempre con todos? —me sonríe burlón y golpeó su brazo pasando por su lado.

—Es extraño verte aquí pensé que pasabas todo el día en tu oficina...No pareces muy atraído al mundo exterior—digo.

El me hace una mueca fingiendo estar ofendido.

—Gracias por creer que soy un desadaptado social.

— ¡No me refería eso! —Rio—Digo que siempre estas más concentrado en tu proyecto que en otra cosa.

—No en realidad solo quiero terminar con esto lo mas antes posible. Algunas personas pueden ser un grano en el culo. —rio por su comentario—Además le he dado un descanso a Mikey y a Diana por navidad, tenía que comer.

—Navidad es dentro de dos semanas—le recuerdo.

El simplemente se encoge de hombros.

—Debo de tener una vena bondadosa, aunque me agrade Diana se que tiene mejores cosas que hacer que alimentarte y Mikey...—se rasca la nuca y pone una cara pensativa—En realidad el chico ya me lo estaba pidiendo, necesitaba arreglar algunos asuntos familiares.

Observo como suspira y un brillo de tristeza se acumula en sus ojos.

—Debe ser lindo tener una familia—susurro. Mi corazón da un vuelco quiero atraerlo y abrazarlo con fuerzas.

Lo entiendo a la perfección la última vez que tuve una navidad feliz fue antes de que mi madre muriera, hace 17 años atrás. Carraspeo y decido cambiar el tema.

— ¿Qué cocinas? Huele bien—pregunto.

—Hare unos panqueques con huevos revueltos. ¿Tienes hambre?

Le sonrío coqueta.

—Siempre—el suelta una risa que hace que me estremezca.

—Bien, entonces ayúdame— dice pidiendo.

Levanten la mano si quieren que Ian Hamilton les cocine🙋😍

Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora