Capitulo cuarenta y dos.

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Ian Hamilton 

El ambiente es afilado y la tensión que hay es notable. Trago saliva y la suelto mirándola sin comprender nada haciendo que sus ilusiones se destruyan por completo, comienzo a caminar sin mirarla. Me ha dicho que me ama. Eso es exactamente lo quería ¿no? La amo de todos modos. Sigo caminando hasta escuchar sus suaves y rápidos pasos detrás de mí. ¡Maldición! ¿Por qué tengo que amarla? No se lo merece se supone que solo la uso como un juguete sexual y nada más, no tenía planeado que ella también me ame.

— ¡IAN! —la escucho gritarme desde atrás. Aprieto mi mandíbula y sigo caminando sin responder a su llamado. Sabía que tenía que alejarme antes de que esto pasara. Lo sabía muy bien.

Miró de soslayo la sombra de Vee entrando al auto.

—Ian...—dice Vee en voz baja—Mírame.

Suelto el aire con lentitud y me limito a mirar al frente. Temo que al mirar a sus ojos la abrace y la bese como si nada.

—Ian, lo siento sólo quería expresarte lo que siento. No puedo ocultarlo por siempre me carcome por dentro una y otra vez—dice sincera.

—Te dije que no confundieras el sexo con el amor—respondo en voz baja y gruesa—Te lo deje muy claro, no quería que esto pasara.

—No es mi culpa no decido a quien amar—entona medio gritando a punto de llorar.

— ¡Deja de utilizar la maldita palabra amor! No quería que el amor se involucrara, solo quería tener sexo contigo—gritó exasperado.

—Todo es tu culpa, eres amable y romántico. Hasta cuando fue mi primera vez—me recuerda—No fuiste salvaje, fuiste amable—esto es el colmo como siempre soy yo el que tiene la maldita culpa de todo.

Niego y resopló.

—Fue en ese momento, nunca he sido amable o romántico con nadie. Ya no. Debiste controlar tus emociones —digo sin entender porqué las mujeres se involucran tanto con alguien cuando no debe ser.

— ¿Así que me estas sermoneando por enamorarme? —bufa. Eres un estúpido.

— ¡Aquí lo único estúpido son tus sentimientos! —espeto con fuerza y quiero tragarme mis palabras cuando observó como su cara se transforma en decepción y tristeza. Cierro los ojos y salgo del estacionamiento con rapidez.

El trayecto a casa se ha hecho más largo e incómodo de lo que creía Vee no me ha vuelto a mirar o hablar por media hora. Si existen premios por idioteces que se puede decir cuando se está molesto definitivamente merezco ganar uno. De algo si estoy seguro y es que después de esto ella se ira y volveré a tomar mi proyecto y mi vida. Aparcó el auto y Vee sale rápido abriendo la puerta de la casa dejo que ella pase primero cuando se vuelve hacia mí puedo percibir la tristeza en sus ojos.

— ¿Te irás? —pregunto. Ella me niega con la cabeza.

—Pediste que pasara un mes contigo eso haré—dice.

—Aún faltan dos semanas.

Cierro los ojos y gruñó por lo bajo. Es demasiado terca.

—Buenas Noches—dice y se va caminando.

Decidí que voy a convencerla a irse antes de que siga sufriendo o termine herido otra vez. Es lo mejor para ambos.

Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora