Capitulo treinta y siete.

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Luego de que termináramos de comer ambos nos hemos dado una ducha juntos para quitar los restos de harina y chocolate del cuerpo y porque no ahorrar agua tambien, todo mi cuerpo se estremece de tan solo pensar en Ian, solamente con pensar su nombre siento un gran impulso de suspirar como lo había hecho a mis dieciocho cuando lo espiaba cambiándose la camisa en su habitación o cuando me imaginaba que se sentiría besarlo. Rio al recordar mi adolescencia, era sumamente estúpida de eso no hay duda.

Meto un puñado de palomitas a mi boca y miro con detenimiento cada escena de la película en la tv.

La película de suspenso reclama mucho mi atención y me siento muy a gusto en poder verla. ¡Demonios! La última vez que vi una fue hace un año antes de haber lanzando mi primer disco al mercado. Luego de eso no tenía tiempo para nada y en los breves descansos que tenía los usaba para eso para relajarme un rato y ver películas al azar.

Observo como la chica de la película coge un chuchillo de la cocina y entra en el sótano a "investigar" el sonido proveniente del lugar. Niego con mi cabeza ante la estupidez de la protagonista y siento la necesidad de golpearla sin tan solo pudiera.

La chica se detiene cuando su celular comienza a sonar para advertir a su novio de lo ocurrido. Mis ojos están tan abiertos como dos pelotas de golf y muerdo mi labio inferior mientras la chica abre un viejo armario para encontrar nada. La molesta música de fondo me pone los pelos de punta y mis nervios aumentan, la protagonista está segura de que no hay nada y justo cuando sale de la habitación el asesino la agarra por su garganta y clava un cuchillo profundamente en su vientre. Grita fuertemente mientras cae al piso y el asesino la estrangula con sus manos.

Salto del sofá inmediatamente esparciendo algunas palomitas en el suelo.

— ¡Sabia que pasaría eso! —Exclamo eufórica—Que idiota tenía que ser pelinegra—bufo y vuelvo a sentarme.

— ¿Tienes algo en contra de las pelinegras? —pregunta Ian a mi lado ¡casi me había olvidado del! Estoy tan absorta en la película que no recordaba su presencia.

—No, en absoluto, solo que conozco muchas que son estúpidas—señalo a la protagonista ya muerta—Solo mírala ¿Quién entra a un sótano para ver quién o que esta? —Resoplo fastidiada—Yo correría y llamo a la policía.

Ian ríe y rodea mis hombros con sus brazos.

—Está bien tranquila solo es una película—dice calmándome.

—Una donde la protagonista tiene más grandes los pechos que su cerebro—digo irritada.

—Me gusta como es—habla el a mi lado.

Lo miro con las cejas arqueadas.

—Típico te gusta solo las de pechos gigantes pero sin nada en su cabeza ¿no es cierto?

—Tengo que admitir que esa actriz es sexy, tengo una debilidad por las actrices pelinegras —confiesa. Arqueo una ceja y frunzo el ceño. —Pero...—continua—También me gustan las cantantes con cabello rubio. Sobre todo las que llevan el nombre de Venus Stevens.

Sonrió y me inclino para besarlo. El me levanta y me sienta a horcajadas sobre su regazo acariciando mi cuello con el puente de su nariz.

—No quiero seguir viendo esta película—murmura cerca de mi oído—Prefiero calentarme el cuerpo un rato.

—Solo piensas en sexo ¿cierto?

—Solo cuando tu estas cerca—besa mi barbilla y me sube la camisa.

Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora