Capitulo treinta y ocho.

8.3K 394 1
                                    

Besa mi pecho y sube de nuevo hasta mis labios para darme un beso que me deja sin aliento sus besos son tan adictivos que puedo besar todo el día a Ian sin parar. Me recuesta en el sofá y se coloca encima de mi baja sus manos por todo mi cuerpo acariciándome jamás siendo suficiente para él.

Lame mi cuello y succiona la sensible piel de esa zona. Justo cuando comienza a despojarme de toda mi ropa suena el timbre. Ian suelta una maldición y se aparta a regañadientes de mi. El timbre vuelve a sonar.

— ¡Ya voy! —grita.

Abre la puerta y se consigue con un hombre de unos treinta y ocho años de edad, su estatura es de 1,77 m alto, delgado, con unos impresionante ojos azules que intimidan a cualquiera y de tez clara sonrosada acompañada de su cabellera negra oscuro. Muy guapo en verdad pero no tanto como mi rubio de rizos dorados. Ian pasa su mirada por el traje negro que lleva puesto y al instante siente la necesidad de tirarle la puerta en la cara.

Ian Hamilton

—Thompson.

—Sr. Hamilton—saluda Jack con ese tono de voz molesto que tiene.

— ¿A qué se debe tu visita? —preguntó yendo directo al grano.

— ¿Está ocupado? Solo le quitaré algunos segundos.

Miro a Vee que sigue el sofá con su cabellera rubia un poco alborotada y su ropa arrugada. Esta muy tentadora aun con el chupón que le hecho en su cuello.

—Estoy en algo, prefiero hablar aquí mismo—digo.

Veo a Jack endurecer su mandíbula y suelta una fuerte exhalación.

—El coronel me ha enviado para inspeccionar el proyecto también me ha dicho que necesita los planos. Piensa que necesita saber más lo detalles de este.

Frunzo el ceño y cierro aun más la puerta.

—Yo expuse los detalles hace tiempo y el Coronel revisó los planos en personas dos veces—digo serio.

Observo como los nervios de Jack se apodera de si mismo unos segundos para luego volver a su actitud seria.

—Lo necesito.

— ¿Tu? —pregunto.

—Tengo que hacer algunas investigaciones.

—Soy el único que tiene que hacerlas y no te daré nada—ya me estoy impacientando Jack es un grano en el culo.

— ¿No confías en mí? Trabajamos para el mismo equipo—arquea una ceja y me mira socarrón.

Bufo y pongo los ojos en blanco.

—No te ofendas pero no confió en casi nadie y has sido lo suficientemente fastidioso como para pasar a mi lista negra—digo.

—Hamilton, es en serio. Lo necesito—dice con urgencia.

La insistencia de Jack hace que me preocupe hay algo aquí que no me gusta para nada. Este chico siempre me ha dado mala espina y esto lo confirma todo.

—Yo necesito muchas cosas, pero fíjate, no puedo tenerlo todo.

Antes de que el hable le cierro la puerta en su cara.

Un mal presentimiento me recorre por completo todos mis sentidos y cada fibra de mi ser me señalan que algo anda mal estoy seguro de que algo está a punto de pasar. Intento alejar este sentimiento de mi mismo y vuelvo al sofá.

— ¿Estas bien? —me pregunta Vee.

Intento sonreír, consiguiendo una mueca. Cojo su mano y la beso.

—Perfecto, todo está bien—digo para tranquilizarme mas a mi mismo que a ella.

Frunce el ceño. Es obvio que no se trago tan fácil lo que le he dicho.

—Pareces preocupado ¿pasó algo que...?

La beso callando sus palabras vuelvo a recostarla antes de que empiece a cuestionar.

—Está todo bien. Ahora ¿en dónde estábamos?



Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora