Capitulo siete.

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Ian Hamilton

Domingo, cuatro y treinta dos minutos el tiempo sigue corriendo en el reloj ya han pasado más de cuatros horas para que expire el trato, Nicholas Stevens está a punto de perderlo todo.

He pasado el resto de la semana esperando el domingo porque estoy seguro de que Vee llegara a New Orleans en la mañana. Pero ahora me siento un poco inseguro de ello porque sé que Vee siempre ha tratado de ser la chica perfecta para sus padres. Eso lo he podido observar en los pocos años que la conozco, siempre sacando buenas notas en el instituto no hacía nada malo pero al parecer todo eso ha cambiado ahora que ya es toda una mujer. Tamborileo con mis dedos mi escritorio y decido esperar un poco más, estoy seguro de que Vee llegara algo en mi interior me lo dice, me sirvo en un vaso de cristal dos dedos de whisky y abro la portátil echándole una mirada al correo algunos son mensajes basura a los que no le doy importancia, otros de mis amigos, algunos que otros mensajes divertidos y el resto es solo gente del gobierno.

Continuo revisando y borrando mensajes de mi bandeja de entrada cuando bufo y ruedo los ojos al ver aquel nombre en la pantalla Jack Thompson niego con la cabeza y abro el mensaje para leerlo. Jack Thompson un encargado del gobierno obligado a verificar si todo marcha bien para transmitir el mensaje a su gente desde los comienzos del proyecto simplemente se ha encargado de molestarme. Es peor que un parásito todas las semanas me llama a horas de la madrugada solo para preguntarme si he terminado con el proyecto. Me froto las sienes con dos dedos al recordar los menudos dolores de cabeza que me ha provocado más de una vez.

Suspiro frustrado al leer el mensaje. Quiere reunirse de nuevo conmigo, cierro la portátil y vuelvo a mirar el reloj.

— ¿Esperas a alguien? —pregunta una voz masculina. Levantó la mirada y me encuentra con la de mi amigo Jessey Miller esbozo una sonrisa y lo dejó pasar a mi oficina. Se sienta frente a mí.

—No has respondido ¿esperas a alguien? —vuelve a preguntar esta vez mirándome fijamente.

—No ¿debería estar esperando a alguien? —respondo con otra pregunta.

—No exactamente pero para que estés mirando el reloj, algo que no haces mucho debes estarlo—contesta el seguro.

Me encojo de hombros restándole importancia.

Miro a mi amigo y sonrío al pensar en todo lo que pasará durante un mes con una mujer hermosa, sin duda estoy más que convencido de que ella vendrá.

—No espero a nadie Jay—miento.

—Ok—me mira incrédulo ¿quieres salir un rato? Podemos tomarnos algo—sugiere Jay.

Levantó el vaso de cristal mostrando el contenido en su dirección.

—Ya estoy tomando y no, no puedo salir—digo.

—Se que estas esperando a alguien—insiste mi amigo. Cierro los ojos y respiro.

—No lo hago. Simplemente no puedo salir.

—Claro que si solo levanta el culo de ese sillón y muévete—me dice Jessey en tono divertido. No contesto, solo tomo otro trago y lo miro—No me digas que continuas trabajando en ese jodido proyecto.

Asiento.

—Sigo prefiriendo mi vida tengo un trabajo genial y fácil sin nada de complicaciones.

—Eres rico, obvio que lo prefieres no necesitas dinero tienes suficiente como para tener cinco mansiones.

—Tú también lo eres—gruñó.

—Pero lo he conseguido porque trabajo, no por herencia Jessey. Sino recuerdas tuve que arreglármelas yo mismo para sobrevivir apenas con veintiún años.

Jay hace un gesto con las manos.

—Ya, tranquilízate solo quiero salir un rato. Hay un nuevo bar donde hay mujeres que están...—hace un gesto con los dedos y silba—espectaculares.

Niego con la cabeza y sonrió. —Pensé que ibas por Savannah.

—Sigo haciéndolo ella es perfecta sé que me acostare con ella tarde o temprano—menea sus cejas de una manera divertida y sonríe—de eso no tengas dudas.

Los mejores amigos en multimedia. 

Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora