Capitulo treinta y uno.

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—No sabía que hablabas tan fluidamente el francés—comentó e Ian me sonríe sensualmente.

—Se hacer muchas cosas—responde con voz ronca.

— ¿Dónde aprendiste? —pregunto.

—Lo sé casi de nacimiento, solo que no lo hablo mucho en público. Mi madre era mitad francés, ella me enseño.

Lo miro sorprendida al descubrir esto nuevo, nunca había pensando que Ian tiene raíces francesas, pero me parece absolutamente estupendo.

—Tengo una pregunta—dice. ¿Te has puesto las bragas que te di?

Boqueo y lo miró con una ceja arqueada. El deja salir una risa inocente y luego se aclara la garganta.

—Cariño, no me mal interpretes. Solo respóndeme si lo has hecho—asiento con la cabeza y en su rostro aparece una sonrisa pícara—Genial, en ese caso te tengo una sorpresa.

Espero curiosa en saber qué será. Cuando Ian abre la boca para hablar se acerca el mesero con una botella de vino en un bol lleno de hielo, pone dos copas y sirve el contenido en ellas para luego irse. Ian espera a que este lo suficientemente lejos para hablar, busca en el bolsillo de su chaqueta un pequeño interruptor y me lo muestra.

Lo miro confundida.

— ¿Un interruptor? —pregunto divertida. Ok esto puede ser lo más raro que me han regalado en mi vida.

—No cualquier interruptor, sólo observa... o mejor dicho siente—guiña un ojo y presiona el botón rojo.

Espero con ansias y de un momento a otro un escalofrío traspasa mi cuerpo para luego hacerme jadear cuando siento un leve cosquilleo en mi entrepierna.

Ian presiona el segundo botón y hace que la sensación se intensifique haciéndome soltar un leve gemido. Dios. ¿Qué demonios esta pasando?

La sensación se vuelve más y más intensa haciendo que mi sexo palpite de deseo, pidiendo más y más.

—Ian... Deberías...—jadeo y cierro mis ojos— ¡Parar!

Su oscura mirada se posa en mi concentrado mientras observa como respiro con dificultad y jadeo sin control.

De repente me siento avergonzada y excitada al mismo tiempo. Avergonzada porque prácticamente estoy masturbándome en un restaurante y excitada por saber que Ian me mira. Definitivamente me estoy volviendo loca.

— ¡Ah dios! —me muerdo el labio evitando gemir fuertemente.

Cuando siento que estoy al borde del clímax Ian presiona el mismo botón rojo y apaga las vibraciones. Gruño enviándole una mirada asesina y agradezco estar en un lugar apartado.

— ¿Cómo... Has... Hecho... eso? —pregunto aun entre jadeos. Mi pecho sube y baja rápidamente mientras el aire falta a mis pulmones.

—Beneficios de ser un total experto con la tecnología—sonríe triunfador—ahora tu ropa interior tiene un diminuto aparato que no es fácilmente visible que envía ondas vibratorias cada vez que aprieto este botón. Debería comenzar a venderlo me haría totalmente famoso.

Las ondas de calor siguen chocando contra mi cuerpo y quiero gritar de frustración, aun la fuerte sensación sigue entre mis piernas y estoy absolutamente acalorada.

—Debería matarte—lo amenazó.

El ríe y guarda el interruptor.

—Tranquila esto es solo un adelanto de lo que pasará esta noche—dice.

😈😏


Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora