Cuando la cae la noche mi corazón comienza a latir.
—Espero que estés lista para esta noche.
Las gruesas sexys masculinas palabras de Ian siguen andando por mi cabeza no debo de sentirme tan caliente tan solo por unas estúpidas palabras que pueden significar cualquier cosa como: hablar, salir a algún lado, comer algo. Una pícara sonrisa se asoma en mis labios al tomarle otro significado a la palabra "comer" definitivamente dejaré que Ian me coma toda.
Sacudo mi cabeza y permanezco seria, estoy actuando como una adolescente con unas hormonas recién descubiertas, otra vez. Se supone que odio a Ian no tengo por qué estar fantaseando como lo hacía de adolescente, Diana se despide de mi amablemente y sale de la cocina dejándome sola aquí y probablemente en toda la casa exceptuando a Ian. Recorro la mirada por el lugar buscando que hacer mientras. Nada. Me levanto y me dirijo a la biblioteca he pasado la mayor parte de el día en este lugar, leyendo algo, tocando el piano o simplemente observando el jardín.
No es mucho lo que puedo hacer el resto de la mañana y espero el resto del mes no aburrirme tanto. Me siento en el piano y tocó la hermosa madera pintada de negro poniendo un dedo en una tecla y la toco luego hago lo mismo con las demás tocándolas una por una...
Suspiro sin saber qué hacer y me levanto encontrándome a Ian a menos de dos metros lejos de mí. Sonrió tímida cuando el corta la distancia.
—Hola—digo. Mi corazón está a punto de explotar intento calmarme pero me es imposible, Ian pone una mano en mi cintura y me atrae hacia él.
—Hola—dice.
En menos de lo que pueda parpadear Ian ha tomado mi boca con la suya. Quedó perpleja ante su acción tengo el impulso de separarlo pero el beso se torna profundo, caliente y salvaje haciendo que todo pensamiento racional desaparezca de mi cabeza logrando que suelte un gemido ahogado. Paso mis delgados brazos por el cuello de Ian y entierro mi mano en sus suaves rizos dorados. Nos separamos para tomar aire e Ian me sonríe.
— ¿Estas lista? —el deseo en su mirada me dice a que se refiere pero prefiero escucharlo de sus propios labios.
— ¿Para qué? —pregunto en un tono inocente. Ian gruñe.
—Para la mejor noche de tu vida. Te juro que gritaras tanto que tu garganta dolerá.
Luego, vuelve a atacar mi boca con la misma pasión que antes.
Ya se que mataran por dejarlo hasta ahí pero mas tarde llega el siguiente..
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Un mes de placer
RomanceLa venganza suele ser dulce y aun mas cuando el deseo está de por medio. Pero cuando la lujuria y la venganza se combinan puede llegar a ser un poco peligroso, pero también ¿excitante? Ian Hamilton un hombre apuesto y más que dispuesto a cobrar veng...