Cuarenta y siete.

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Vee Stevens 

Una risa grupal resuena por todo el camerino cuando mi mejor amigo Greg Garbowsky ha dicho algo que extrañamente le ha parecido gracioso a todos excepto a mí. Estoy cansada no había querido presentarme siquiera solo quiero dormir y no volver a despertar. Greg me mira de reojo y frunce un poco el ceño luego la mano con la que rodea mi cintura me acerca más a él dándome un abrazo amistoso. Todo mi staff va saliendo poco a poco para dejarme sola y una vez que todos están afuera incluyendo a mi manager, siento un peso menos encima.

—Estoy cansada—le digo. El me mira comprendiendo y me da un beso en la mejilla.

—Lo se Vee no quería que te presentaras hoy pero no soy tu manager para decirte que hacer—suspira resignado.

—A veces odio a Drake—murmuró refiriéndome a mi fastidioso manager—Es tan mandón y no comprende cuando estoy cansada emocionalmente—suspiro.

—Lo hace para llevarte a la cima, solo quiere que seas grande ¿te imaginas salir a todos lados y que todo el mundo te reconozca? —dice mi amigo con emoción.

Se como es imaginarme eso, es muy extraño las veces que salgo y me reconocen la mayor parte del tiempo solo soy parte de la multitud.

—Tal vez quiere que sea grande, pero tal vez solo quiere dinero—se como es y solo soy una máquina expendedora de dinero fácil para él.

—No puedo negarlo, todos quieren dinero—se le escapa una risita y lo fulmino con la mirada.

—Deseo descansar unos momentos no quiero saber de nadie ahora—digo recostandome en el sofá.

Alguien toca la puerta, una, dos, tres veces gruño y pongo un brazo sobre mis ojos. Garbo la abre y deja pasar al guardia de seguridad.

—Ty—saluda palmeando su hombro— ¿Qué pasa?

—Tengo algo para la señorita Stevens—dice.

—Ella está algo cansada amigo no quiero saber nada de nadie—oigo decirle a Garbo.

—Es importante—sacó un trozo de papel doblado de su bolsillo. Garbo no sabe que los estoy mirando.

Garbo bajo su vista hasta el papel y arquea una ceja.

— ¿De quien es? —pregunta.

—De un tal Ian Hamilton—dice.

Me levanto tan rápido que siento mi cabeza doler aun más me acerco hasta ambos y saludo al guardia con una sonrisa.

— ¿Ian Hamilton estuvo aquí? —preguntó con rapidez.

Odio como mi tono de voz suena tan desesperado cuando se trata de él.

—Hace una hora aproximadamente, estaba decido a visitarla, hasta me dio un discurso pero se retracto—Solo me entrego esto —señala el papel.

Me muerdo el labio inferior y tomo el papel temerosa por saber lo que dice.

—Gracias, puedes retirarte—digo.

Sonrió y una vez que la puerta está cerrada Garbo me mira fijamente.

—No puedes abrirlo—dice de inmediato.

—No lo haré—miento y guardó el papel.

—Lo harás ¿no? —como se nota que me conoce demasiado.

Suspiro.

—Tengo que hacerlo, necesito hacerlo—digo con urgencia.

Niega con su cabeza y besa mi frente.

—No quiero verte mal otra vez.

—No lo estaré—niego.

—Te dejare sola para que lo leas—dice.

Asiento y esperó a estar completamente sola, cuando escucho la puerta cerrar desdobló el papel con rapidez y me siento en el sofá.

Tal vez se ha arrepentido de todo y quiere que vuelva, el simple hecho de que diga eso hace a mi corazón latir furiosamente. En el comienzo de la frase cierro los ojos y casi puedo creer estar escuchando su voz masculina, suave y gruesa en mi cabeza. Los vuelvo abrir y dejo a mis ojos viajar por las palabras, con cada palabra que leo mi sonrisa se borra.

Aprieto la mandíbula y arrugó el papel.

—Imbécil—murmuró molesta.

¿Qué dirá la nota? Será que a Ian ya se le pasó el enojo y quiere que vuelvan😳😍.


Un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora