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Los últimos días visite a Rex en la veterinaria, por una parte sentí un gran alivio al enterarme de que su situación estaba mejorando que el por él momento seguía estable y eso me reconfortaba notablemente.

Eso era lo único que lograba alegrarme el patético día.

Ya era domingo, nos había tomado una larga conversación y dos días empleados para arreglar todo, para planificar cada detalle, Adam y yo concretamos el plan bueno... casi todo de hecho ignorando el tiempo, en el cual no se lo había empeñado a desperdiciar, en ese tiempo el aportó cosas acerca de aquel chico.


Había logrado averiguar qué el siempre los fines de semana concurría a un lugar muy precisó y obviamente prestigioso.
Era un club que quedaba justo en el centro de la ciudad un lugar muy concurrido y por ende muy popular. Supe que con un poco de ayuda de Scott, había logrado incluirme en la lista de invitados y conseguir aquellos dichosos pases para poder entrar.

Ya eran las nueve en punto de la noche, no veía el momento en el cual Adam regresase con lo que llevaría puesto esta noche, tenía los nervios a flor de piel, solo rogaba internamente por qué no comprase algo tan "revelador " y que por un momento en su vida pensase con la cabeza de arriba y no con la de abajo.

Por qué si comprara algo así, no me serviría de nada y lo hecharía a perder, por razones obvias.

Espere unos cuantos minutos más en el mueble de sala mientras que cambia de canal en canal la televisión sin ninguna intención de moverme, ni prestar atención a lo que había. Me removi en el mueble al escuchae la cerradura de la puerta abrirse, lo miré con entusiasmo, camine instantáneamente hacia el.

— Tranquila no te desesperes — gruñó, cerrando la puerta tras de él con una sonrisa.

— ¿Ya me lo das? — pregunte con fastidio, el arqueo una ceja dándome a entender que en otro contexto eso habría sonado raro.

— Quiero enseñártelo yo primero... —comentó juguetonamente, negué riendo.

Metió lentamente sus manos en aquella bolsa solo con la intención de torturarme y rápidamente fue sacando un vestido de color negro con encaje, este por cierto era un poco corto, pero extremadamente bonito.

Era casi perfecto... solo que un poco revelador.

Suspiré con gran alivio al darme cuenta de que por primera vez el había acertado en algo, lo tome y fui instantáneamente a cambiarme en mi habitación. Fue rápido, no tarde mucho en arreglarme, ya que ya me había duchado y maquillado un poco antes, cuando el toco la puerta, tuve que abrírsela.

— ¿Que te parece? — preguntó con algo de orgullo, mientras que sentaba al borde de mi cama y yo solo me miraba fijamente en el espejo, tratando de ver minuciosamente cada uno de los detalles.

— Es bonito — susurre convencida.

— ¿Solo eso?, ¿Me vas a negar mi muy buen gusto para elegir la ropa? — pregunto con cierto fastidio fingido cruzándose de brazos, negué riendo.

Lo ignore y seguí mirándome en el espejo, es que aquel vestido no terminaba por convencerme por más hermoso que fuese, no sabía si esta era la impresión que quería causar o si está era la imagen que quería proyectar.

DAÑARTE |C.D|™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora