"Todavía sabes a sexo." Musitó saboreando la piel de mi cuello con su lengua. Un escalofrío hizo vibrar mi cuerpo, sentí la tensión cruzar mi entrepierna.
"Tu sexo." Reí.
"Calla o conseguirás ponerme duro por, ummm, ¿tercera vez esta mañana?" Susurró besándome de nuevo justo antes de ponerse de pie, extendiéndome la mano. "Venga, vamos a desayunar." Añadió.
Tan pronto como terminó la frase sentí mi estómago rugir con necesidad. Me levanté de la cama y seguí a Gerard a lo largo del pasillo y hasta la cocina. "¿Hay algo que nos esté prohibido comer?" Pregunté en tono burlesco. Gerard gruñó fastidiado.
"Pollas ajenas." Contestó. "Tendrás que conformarte con una sola para el resto de tu vida." Me guiñó el ojo con media curvatura pintada en sus labios.
"Oh." Carcajeé sacando dos tazas para hacer café. "¿Y tiene que ser la tuya?" Me quejé en broma.
"Eh!" Golpeó mi brazo. "Es polla de primera calidad." Susurró.
"Sí, con VIH de añadido." Musité por lo bajo. Gerard me dirigió una mirada de decepción y luego tomó ambas de mis manos entre las suyas.
"Sobre eso..." suspiró. "... creo que deberíamos hablar sobre el tema. He notado que lo has estado evitando y tengo miedo de que ocurra como con tu padre. Tardas en asimilar las malas noticias y esta es jodidamente jodida." Continuó alzando su mano para acariciar mi mejilla con dulzura. "Esto no es fácil, para ninguno de los dos, pero si estamos juntos y hablamos, y-"
"P-pero." Mascullé en un triste puchero. "Nos vamos a curar, ¿verdad?" No disimulé el nerviosismo. "Es-esto es temporal."
"Oh, Frankie." Suspiró abrazándome contra su pecho, acicalándome suavemente. "Claro que sí..." susurró en un débil hilo de voz. Quedamos así un rato, el olor que desprendía naturalmente la piel de Gerard me relajaba, sus manos eran como delicados pétalos de terciopelo que bailaban sobre la superficie de mi anatomía, tentándome.
"Gerard..." pronuncié sin separarme del abrazo. "¿Cómo crees que ha pasado?" Pregunté con curiosidad.
El mayor quedó pensativo, frunciendo el gesto varias veces antes de contestar. "He pensado que... Mierda es que me vas a matar." Gruñó apartándose unos pasos, nervioso.
"Habla, Gee." Insistí.
"Creo que fue la puta." Soltó.
"¿Qué puta?" Gruñí molesto.
"La qué contraté para molestarte." Enrojeció de mejillas. "En el hotel de Fiji."
"Oh. Claro." Alcé mi rostro asintiendo, luego la palma de mi mano golpeó rudamente su avergonzada mejilla. "Idiota." Grité dándole otro golpe más en el pecho. "Cientos de miles en la cuenta bancaria y contratas a una perra barata con Sida." Prácticamente ladré en su rostro, Gerard estaba intimidado, parecía que en cualquier instante iba a echarse a llorar.
Pateé el cubo de basura con ira. Si no me calmaba efectivamente terminaría por matarlo con algún utensilio de cocina.
"Hijo de puta, asqueroso perturbado. Deberían encerrarte a ti y a tu perversa mente. Sucio bastardo, malnacido..." gruñí con los ojos llenos de lágrimas.
Hacía tiempo que necesitaba desahogarme, pero aquello fue todavía más dramático de lo que imaginé. No sabía si mi enojo con Gerard era causa de las pastillas, sus mentiras o solo una excusa para volverme violento sin razón aparente.
Lo cierto es que no faltaban razones para pelear con Gerard, el problema es que no se verlas al instante y cuando se acumulan llego a perderme en la realidad donde todo gira en torno a nosotros dos, pero el mayor es el que manda en nuestro pequeño mundo, ni trataré de negarlo. La -hasta diría prodigiosa- mente de Gerard, traza un detallado plan de principio a fin con finalidades que jamás comprenderé.
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69 noches con Gerard Way [Frerard]
FanfictionEl flamante hermano del mejor amigo de Frank, Gerard Way, invita al menor a pasar unas semanas en las Islas Fiji, donde es arquitecto y director en la obra de un nuevo, lujoso hotel de vacaciones. Frank termina aceptando la invitación bajo una apues...