7.1. Sunday fuck II

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Me paré en el amplio comedor, Gerard me había pedido que no avanzara más allá de la entrada justo al bajar las escaleras. Me quedé viendo varios segundos como organizaba las sillas a su gusto y después de sentarse sobre el borde de la mesa me sonrió tierno, haciendo un movimiento de mano para que me acercara. Caminé hasta dónde él se encontraba y permití que sus manos me atrajeran con fuerza y autoridad, besándome de forma extraña en el acto.

"Te vas a portar bien, ¿sí? así Gee te quitará esa mordaza de la boca." Gerard hizo un gracioso puchero al pronunciar esas palabras y yo asentí obediente, esperando intrigado a las próximas instrucciones. Quise preguntarle si seguía enfadado conmigo, pero aquel pañuelo entre mis labios realmente impedía hacer más que soltar algunos gemidos, quejidos y balbuceos incomprensibles.

Gerard bajó de la mesa y me llevó de la mano hasta el otro extremo, donde se encontraban un montón de cuerdas tiradas por el suelo, justo a los pies de las dos sillas que acompañaban cada una un borde en la mesa, dejando un espacio entre ambas. Gerard me empujó con suavidad para que quedara entre las dos sillas.

"Pon una rodilla en cada silla, y el resto del cuerpo tumbado en la mesa." enunció palmando la superficie de madera un par de veces. Por aquel entonces ya visualicé la situación. Como me fue dicho, puse cada una de las rodillas en la silla correspondiente y erigí suavemente las caderas, separando las piernas no más de lo necesario. Apegué el tórax a la extensión de la mesa, al igual que la oreja y la mejilla.

"Dame las manos." ordenó Gerard.

Llevé las muñecas hasta mi espalda y sentí como estas son acordonadas por la dura cuerda y sujetas con firmeza.

Lo siguiente fue el agarre de cada una de mis piernas a las sillas junto a la mesa. Noté la cuerda envolverme y la presión que indicaba lo bien sujeto que me encontraba. Sentí un manso beso en mi espalda y el recorrido de los mismos a lo largo de mi columna vertebral.

"Estás listo." susurró Gerard quitando la mordaza de mis labios. "¿Algo que añadir antes de que empiece?" preguntó apartando el flequillo de mi rostro. Yo solo suspiré negando. "Bien..." musitó algo decepcionado y volvió a colocar la mordaza en mi boca.

"Uh..." me quejé removiéndome sobre la dura superficie cuando la mano de Gerard azotó la piel de mi trasero con fuerza.

"Esto quizás te duela un poco, pero es para que te hagas una idea de lo que vendrá luego." escuché una leve risa a mis espaldas y sentí el índice de Gerard jugar con mi entrada, enterrando nada más que la punta. El contacto era extraño, a pesar de la notable excitación su piel contra la mía se sentía completamente seca. Su dedo empezó a entrar en mi interior con un empuje largo y tedioso. La fricción me quemaba por dentro, haciendo que un segundo quejido se atrabanque con el juguete en mi boca. Gerard retiró su mano con tranquilidad y el rasposo roce pronto cesó.

"Si ya te duele siendo solo un dedo, imagínate cuando te meta algo más grande." murmuró acariciando mi pierna y besando la parte inferior en mi espalda. "Te torturaría así un rato más, pero se nos está haciendo tarde..." escuché un leve suspiro y sentí el calor de su entrepierna cerca de la mía. Noté su duro miembro friccionarse en mi entrada y sus manos recorrerme hasta tomar mis caderas con fuerza.
El forzado empuje pronto se hizo presente. Gerard empujó su hombría contra mi entrada haciendo presión. La falta de lubricante se notaba más de lo que hubiera imaginado. Era como tratar de meter el dedo en un anillo demasiado pequeño, y hasta yo nunca imaginé poder llegar a ser tan estrecho.
Cerré los ojos, mordí el objeto en mi boca y permití que la tensión siguiera. Mi sexo ardía, todo y por completo, el dolor incrementó significativamente cuando poco más de la punta estaba dentro, pero el fuego al restregar aquel erecto miembro contra las sensibles paredes de mi intimidad se hacía cada vez menos soportable.

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora