69 noches con Gerard Way [Frerard]

5. Resentimiento

Me senté en el borde de la cama y suspiré, llevaba un día pésimo, hasta se había puesto a llover, y creo que es por mi culpa que haga mal día.

Gerard dice que es mi culpa.

Pero no soy capaz de animarme, han sido unos días demasiado solitarios, con demasiadas cosas en las que tuve que pensar. Y creo que hasta pensé demasiado.

Nosotros creamos nuestros propios demonios.

Y probablemente sea verdad. En realidad yo no tengo ningún problema.

¿Por qué preocuparme?

Siempre he tenido claro la clase de persona que soy, Gerard no es nadie para sembrarme dudas ahora.

Y hablando de Gerard...

Solo tuve que alzar la vista para verle, a ratos era como si me lo encontrara por todas partes. Pero es que llevaba 3 días sin ver otro rostro que no sea el suyo, ni otros ojos, siquiera he olido otra colonia que no sea la del Way y todo aquello probablemente empezaba a hacerme enfermar. Hasta su mirada me decía la gran decepción universal que soy. Que me había vuelto pesimista. Que era un inútil luchando contra la mierda que yo mismo me tiro encima.

Porque nunca nadie me dijo que ser un gay un tanto sumido fuera malo.

Pero esto a papá no le hubiera gustado para nada.

¡Mi hijo gay! ¿Qué será lo siguiente? ¿El embarazo masculino?

Mordí mi labio ante tan fatídico recuerdo, que si tan solo las cosas hubieran ido a mejor todavía para hoy conservaría alguna memoria menos espeluznante del hombre que me dio la vida.

Creo que lo más adecuado será mandarte a una escuela militar para que te enseñen a ser un hombre hecho y derecho y no un... Una... Una vagina o yo que sé.

Suspiré.

Si tan solo hubiera bebido menos, quizás sus neuronas darían a basto para aceptar un punto de vista revolucionario de la vida del siglo veintiuno.

Soy gay, papá.

"... Y no una maldita vagina." gruñí.

"¿Qué dices, Frank?" escuché en la lejanía, para pronto darme cuenta que quien se encontraba lejos era yo, en unos pensamientos que creía haber conseguido retener en mis adentros.

"No, nada, hablaba solo." forcé una triste sonrisa, acomodándome el pijama nervioso. Ni siquiera me digné a vestirme en todo el día, total, no tenía planes para salir.

"Esto de estar tan encerrado no te está sentando bien." susurró Gerard, obviamente cansado del trabajo. Quitó su abrigo y lo dejó colgando del último perchero libre en el interior del armario. Deshizo el nudo de la negra corbata y desabotonó su camisa parcialmente, sacándose la parte inferior del interior de sus jeans, cobrando un aspecto más cotidiano.

"Hay muchas cosas que no me sientan bien." me encogí de hombros. Estaba siendo bastante antipático con él, y por una vez no iba en broma, como cuando solíamos picarnos por tonterías.

"¿Cómo qué?" tomó lugar a mi lado y me miró divertido, pero con ese toque de comprensión en la mirada, como si realmente quisiera entender lo que sentía.

¿Pero y si ni yo mismo me entiendo?

"La leche." mascullé con asco.

"¿Eres alérgico a la lactosa?" arqueó una ceja.

"¿Y qué si lo soy?"

"Pues... No pasa nada." me miró algo incómodo, por mi actitud más que nada.