69 noches con Gerard Way [Frerard]

53. Maldito Mikey Way

Bajé hasta la calle y saqué el cigarillo que hacía rato llevaba esperando en mi bolsillo. Justo hacía un día de lo más hermoso, exceptuando un par de nubes que parecían acechar en el horizonte, esperando su momento para atacar. Aunque admito disfrutar de los días lluviosos a mi peculiar modo, hoy más bien tenía en mente una cálida tarde de otoño junto a mi enamorado. Me niego a que algo me estropee eso.
Ajusté el cilindro entre mis labios y prendí la flama del mechero, tapando la corriente de aire mientras le daba una breve calada, viendo el extremo abrasarse espontáneamente.

"Hey, Frank." Escuché una voz a mis espaldas, haciéndome voltear algo desorientado para ver a Bob apoyado en la pared del edificio donde yo vivía. Su gesto era despreocupado, pero luego de ver la tiritera en sus pies me di cuenta de que o bien estaba muy nervioso, o muriendo de frío.

"¿Otra vez vendiendo en mis calles?" Gruñí, bastante atosigado ya de que el tipo se aparezca por mi barrio con su mierda. "No te voy a comprar nada, que lo sepas, y Gee tampoco." Torcí los labios, viendo la mueca sorprendida del rubio, sus ojos azules clavados en mí. Entonces vi como alzaba el gorro negro que llevaba entre sus manos con carita de cachorro.

"En realidad busco a Mikey, no estaba en su casa así que pensé que a lo mejor estaba contigo, se dejó este gorro en mi sofá la semana pasada y llevo poniéndomelo desde entonces, pensé que era mío, pero tiene grabado 'Er Moiki' en el interior y justo hoy lo he visto." Se sonrojó un poco, acariciando la tela de lana negra entre sus dedos. "Qué descuido..."

Fruncí el ceño, no sabía que Mikey fuera tan amigo con Bob, solo les vi hablando un par de veces y ambos estaban bastante cortados por la situación. Tanto el de melena rubia como Michael eran extremadamente tímidos y cerrados con gente desconocida y en mis ojos ellos siempre habían sido eso, dos desconocidos sin nada que decirse. Aparte, no era buen momento para que Bryar zarandeara alrededor de Mikey.

"Así que en tu casa, ¿huh?" Gruñí inhalando de mi tabaco con suavidad, expulsando el humo en su rostro vacilante.

"Te juro que no le vendo nada." Exclamó con ambas manos a los lados, exculpándose. Bob era una mala influencia para cualquiera que le cayese bien, uno tenía que saber cuando pararle los pies.

"Más te vale..." alcé una ceja, fumando con más tranquilidad, pero seguía desconfiando. "Ahora bajará." Comenté, y justo al terminar Mikey abría la puerta a mis espaldas y salía del edificio con agria mueca. No habíamos hablado desde la cena de anoche y francamente el ambiente estaba tenso, muy tenso, pero había llamado Gerard, el muy cabeza chueca se ha pedido el alta voluntaria y debíamos ir a buscarle al hospital.

A lo largo de la pasada noche me planteé entrar en la habitación y pedirle disculpas a Mikey por lo que le había dicho, pero no tuve el valor necesario.

"Oh. Bob." Mikey pareció sorprendido. Vi al nombrado instantáneamente deslizar la mirada al vientre de Michael, este no era notorio, pero él lo sabía, Bob sabía la verdad.

"Te dejaste el gorro en mi casa." Musitó entregando el objeto. Michael asintió y agradeció el gesto algo molesto. No supe por qué. "¿Vendrás otro día?"

"N-no... lo sé, Bob. No lo sé." Musitó el de oscuros ojos algo intimidado. Me sentí curioso, dejé la conversación fluir mientras ahogaba mi cigarrillo contra el asfalto usando el talón del zapato.

"¿Cómo estáis?" La mano del rubio iba a dirigirse al estómago de Mikey, este abrió los ojos como platos, apartándose.

"Bien. Estamos bien." Michael abrazó su propia silueta con indignación. "Vamos, Frank." Me miró ahora, arrastrándome con su mano agarrando mi brazo. Me disculpé con Bob con la mirada, sentí cierta lástima al ver lágrimas en los azules ojos, pero no era mi papel en la obra meterme entre aquellos dos, así que callé.