25. Who the hell is Gerard Way?

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Parte II

Hoy no comí nada, todavía tenía en la boca el sabor de aquel pastel de chocolate. El sabor de los te quiero que nunca dije y el ardor de demasiadas palabras sin pronunciar.

¿Por orgullo?

¿Miedo?

Quien sabe y a quién coño le importa.

Wait for the answer

A nadie. A nadie le importa.

Esta mañana estuve en el hotel donde trabajaba Gerard, la última noche la pasé durmiendo junto a una manada de gatos abandonados. Abandonados como yo me abandoné, alejando a todos de mí y luego... Alejándome yo de mi mismo, hasta perderme, hasta fallecer en vida.

Así que fui a la obra de Gerard, y allí, allá en la construcción, que por cierto ya está terminada, no encontré a nadie. Solamente me atendió la recepcionista del nuevo lujoso hotel, y cuando le pregunté por el arquitecto que diseñó el edificio respondió que fue Robert-nosequemás.

¿Quién mierda es Robert?

Así que pedí su número y me alegré, esperando noticias del paradero de Gerard llamé y llamé cada media hora a lo largo de 5 largas y nadie contestaba. Hasta que la decimotercera vez que sonó la línea del otro lado una mujer se presentó con dulce voz.

Robert murió...¡y no! No sé quién es ese tal Gerard Arthur Way. Ni me importa. No llames más.

...

Me he sentado frente al mar, y miro la nada, en plan princesa sentimental suelto lágrimas a ríos. Me siento tan solo, tan roto, tan desprotegido del mundo. Si esto fuera Nueva Jersey ya estaría muerto, o siendo torturado por adolescentes esquizofrénicos, o siendo violado por mafiosos japoneses, o siendo obligado a violar a otros, a niños, mientras sus madres miran...

Dios,

Dios si existes...

"Si realmente existes..." Suspiré. "No... No lo haces, nunca has querido hacerlo por mí, nunca has querido existir. Quizás lo haces, quizás estás, pero para algunos, y por eso ellos creen... Yo tengo motivos para no hacerlo."

Me abracé a mis rodillas viendo el sol ponerse, temía dormirme rodeado de tanta oscuridad, sabía que antes o después debería moverme al interior de la ciudad, la playa no era segura.

Mi siguiente objetivo era conseguir el número de Mikey, pero no se me ocurría manera de hacerlo, hasta que lo hizo. Rápidamente me metí en el primer locutorio que encontré, me aferré a uno de los ordenadores y busqué en Google el número del colegio donde Michael estudiaba, luego el del Centro Caucas de Salud Mental y el de una tienda cercana a la casa de Mikey en Jersey.

Solo había pasado una semana desde la última vez que vi a Gerard, y esperando que se sintiera igual de despechado por mí como yo me sentía por él, sin duda acudió a su hermanito para desahogar sus penas.

Primero llamé al Centro Caucas, un hombre atendió mi llamada y educadamente aclaró que no había ningún Mikey Way ingresado en su institución, que si no le creía podía venir a comprobarlo pero que no ahora, que son las 2 de la madrugada. Y algo enfadado por mi falta de confianza en el sector sanitario colgó.

El segundo por llamar era el colegio pero estaría cerrado así que tendría que dejarlo para mañana. Pero mañana podría ser demasiado tarde.
Mañana Gerard podría estar en México. O muerto. O desaparecido. O no sé. Podría estar lejos de mí, más de lo que siento que está ahora.

Mi última idea era un poco descabellada, pero necesaria dada la desesperación. Tomé mi teléfono y marqué el número de una tienda abierta 24 horas que había frente a su casa.

"¿Sí?" Un hombre de grave voz se puso al teléfono, tenía cierto acento portugués.

"Ho- hola... Me llamó Frank Iero y necesito que me haga un favor de vida o muerte."

"No hazemos pedidoz a domisilio." Gruñó el hombre.

"No, si no es eso... Es un poco delicado, pero necesito que lo haga. Necesito que salga de su tienda y vaya a la casa que hay frente a ella. Llamé a la puerta y pregunté por Mikey Wa-..."

"¿Qué dize? Yo no zalir de tienda. ¿Erez mafia?"

Ese tipo empezaba a cansarme.

"Sí, bueno no, soy del FBI, y ahora mueva su culo hacía aquella casa o le detendremos por fraude fiscal y estancia ilegal en el territorio de los Estados Unidos de América."

Hubo un silencio, podía escuchar al hombre correr de un sitio para el otro y luego de mucho jaleo la llamada se cortó, minutos después mi teléfono sonó, era él.

"Aquí ezta." dijo jadeante.

Tragué saliva, el móvil estaba en manos ajenas, pero no estaba seguro de a quién pertenecía la respiración del otro lado.

"Unn..." escuché tímido."

"¿Mikey?" Pregunté esperanzador.

"¿Frank?" Respondió con el mismo tono. "¿Frank Iero?" Repitió.

"Sí, soy yo, siento esta emboscada a las 2 de la mañana pero... Es que no encuentro a Gerard y esperaba... Esperaba que tu supieras algo."

"Uhh... ¿Gerard?" Susurró de manera interrogante. "¿Gerard... qué más?"

"Way... Hm... Mikey, ¿te encuentras bien?"

"¿Yo? Yo sí." rió nervioso. "Pero es que no entiendo esto, no sé quién es ese Gerard, lo siento Frankie."

"¿Cómo que no lo sabes?" Gruñí. "Mikey no hagas bromas, esto es serio."

"No bromeo, no tengo la menor idea de quién me estás hablando..."

"De tu hermano, Gerard Way!"

"Frank..." suspiró con pesadez. "No existe ningún Gerard Way... Al menos no en mi familia."

"¿Cómo?"

Mi cabeza dolía, sin entender nada dejé el teléfono caer. Apoyé la mano en el árbol que tenía más cerca. Todo me daba vueltas, me faltaba el aire y el mareo se intensificaba a medida que pasaban los segundos. Entonces lo recordé. Probablemente era una tontería, pero en relación a los últimos acontecimientos se me pasó por la mente la última frase que le dije a Gerard cuando nos vimos hace una semana:

"Menudo estúpido egoísta. Desaparece de mi vida de una vez, te odio."

Y efectivamente, no sé cuando ni cómo lo ha hecho: ha desaparecido.

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora