7. Sunday fuck I

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Abrí los ojos con la parsimonia digna de un vago de élite. Estiré los brazos y arqueé una ceja al ver a Gerard dormido a mi lado, con carita de ángel y los labios entreabiertos. Por un momento quise despertarle, pero el pobre se había pasado trabajando toda la última semana y conmigo en la cama tampoco es que haya dormido decentemente ninguna de las 6 anteriores noches. Me asumo el mérito de todo aquello, y a la vez algo de culpa.

Me acerqué arrastrando mi cuerpo disimuladamente, quedando a escasos centímetros mi rostro del de Gerard. A ratos podía sentir su suave aliento chocar contra mis labios, los cuales empezaban a desesperarse por un poco de cariño por parte de los contrarios.

Habían pasado un par de minutos, los negros mechones caían con su gracia usual, entorpeciendo en la frente de su dueño. No tardé en desesperarme, apartando el azabache flequillo a un lado, viendo como una leve sonrisa se dibuja en el rostro de Gerard.

"¿Estás despierto?" pregunté susurrando, fijando la mirada en los cerrados ojos verdes. No hubo respuesta por varios segundos, pero ahora ya no me fiaba. Quizás solo fingía para descubrir lo que hacia.

"¿Sueles despertarte así de duro?" pregunté divertido. Siquiera sabía si Gerard lo estaba o no, era solo para comprobar si me escuchaba o seguía haciéndose el tonto.

Arqueé una ceja ante la muda respuesta.

"¿Quieres follarme?" traté de nuevo, empezando a reír ante las preguntas y frases que se me iban ocurriendo, pero parecía que Gerard realmente estaba fuera de combate, dormido como una roca en el fondo del océano. "Bueno, ahora que estás dormido y no puedes oírme..." carraspeé flojo, humedeciendo mis secos labios con las lengua rápidamente. "... Llevo días queriendo decirte que estoy enamorado de ti." mentí, claramente. "Decirte que desde el día en qué te vi prepararte un café esa mañana de verano cuando me quedé a jugar a videojuegos con tu hermano... Lucías tan hermoso. Sí, ese día supe que estábamos hechos el uno para el otro. Lo siento, no puedo seguir guardándome esto. No puedo continuar fingiendo que esto es solo sexo para mí." alcé la vista, topándome con los ojos de Gerard viéndome perplejos. Supongo que la confesión había quedado lo suficientemente creíble. "Já!" grité en su rostro. "¡Sabía que fingías!" reí apartándome y saliendo de la cama enérgicamente.

"Uh..." Gerard talló su rostro con las palmas con intención de despejarse y me miró algo confuso. "¿Lo decías en serio?" preguntó todavía alarmado.

"Bah..." hice un gesto con la mano, buscando mi ropa interior al darme cuenta de que estaba desnudo. "Nunca lo sabrás." le guiñé un ojo, tomando la arrugada ropa del suelo.

Pensé que el asunto había quedado zanjado, pero segundos después de mi última palabra sentí los brazos de Gerard rodear mi cadera y atraerme a la cama de nuevo. Una escandalosa risa escapó de mis labios al caer, parcialmente sobre el colchón y también en parte sobre el cuerpo de Gerard, aplastándolo un poco.

"Geeee!" me quejé removiéndome, pero su fuerza era un huracán contra la mía, y en segundos quedé por debajo, con su trasero sobre mi pelvis y sus manos inmovilizando mis brazos a los lados de mi cabeza.

"Y ahora dime la verdad." gruñó con una picara sonrisa.
Comúnmente me armaría de valor y sin preocupación confesaría mi delito, admitiendo que al menos una mitad de aquellas palabras era mentira, pero la presión de los ceñidos bóxers que ejercía el firme y caliente trasero de Gerard sobre mi pronunciada erección no estaba ayudando. Dejé mi cabeza recostada sobre el colchón y no forcejeé más, relajando mi cuerpo ante la autoridad del contrario.

Aquellas maravillosas perlas esmeraldas seguían analizando mi rostro, tratando de descifrar que era aquello que me tenía tan sonrojado y con la estúpida sonrisa dibujada en la cara.

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora