38. Party I: El funeral

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"Mikey... No sé... El funeral lo ha organizado mi madre, yo que iba a saber que sería el día de tu cumpleaños..." suspiré contra el teléfono mientras le dedicaba una sensual mirada a Gerard, quien se estaba entreteniendo con hacer el nudo de mi corbata negra.

"¿Cómo se supone que voy a organizar una fiesta cumpleañera de puta madre luego de un maldito funeral?" Preguntó Michael, obviamente molesto.

"Tú puedes, Mikes." Sonreí y colgué sin despedirme. Gerard soltó una risa y acomodó su flequillo con una mano.

"Amor, no sé si una corbata negra sobre una camisa del mismo color queda bien..." Torció la mueca al mirarme de arriba abajo.

"Yo que sé, es mi primer funeral." Me encogí de hombros, girándome frente al espejo. Tan pronto como di media vuelta sentí un rudo tirón en mi espalda, y es que desde que dormí en el suelo me estaba dando unas molestias terribles. Gerard me abrazó desde atrás, besando mi cuello antes de admirar nuestro reflejo en el cristal.

"¿Te duele?" Susurró pasando su mano por mi hombro, yo asentí sin negarme cuando el mayor desabrochó los dos primeros botones de mi camisa y descubrió mi espalda, pasando suavemente sus manos por la zona, masajeándome con suma delicadeza. "¿Mejor?" Pregntó continuando con su masaje. Yo solo pude asentir con mis ojos cerrados, sintiendome notablemente más relajado gracias a las afables caricias.

"Dios. No pares." Dije en tono imperativo, soltando un largo gemido.

"Debemos irnos o llegaremos tarde." Musitó apartando sus pálidas manos de mi piel. Me quejé sin resultado, abrochando mi camisa con fastidio. "Si quieres te llevo a un fisioterapeuta luego del funeral para que te eche un ojo." Comentó Gerard poniéndose su largo abrigo gris y envolviendo su cuello con un largo pañuelo de lana.

"¿Y vas a dejar que otro hombre me toque?" Pregunté en un exagerado tono de ofensa. El pelinegro carcajeó ofreciéndome mi chaqueta color carbón.

"Retiro lo dicho." Dijo abriendo la puerta principal. Correspondí con una vaga sonrisa mientras ambos salíamos del apartamento.

...

Hacía un viento calmado, gélido. Un viento fuerte pero solitario, incapaz de llevarse la tristeza del lugar. Todos me miraban sobretodo a mí mientras el avanzado en edad cura, proclamaba la bondad y el buen corazón de mi difunto padre. Había escuchado muchas falacias a lo largo de mi vida, pero jamás tanta mentira junta. Era -dentro de su fatídico contexto- repugnante.
Mi madre lloraba. Mikey lloraba tanto o más, los supuestos amigos de mi progenitor tenían la misma cara larga, la otra mitad de familia lejana que no conocía, siquiera estaban prestando atención a lo dicho. Gerard me tuvo cogida la mano durante todo el funeral, como si supiera que en cualquier momento me iba a venir abajo y le iba a necesitar allí, a centímetros de mí, sus perlas esmeraldas seguidamente ojeaban la neutral expresión de mi rostro, como esperando respuesta.

"... que nuestro señor le tenga en su gloria, amén." Susurró el cura y todos repitieron la última palabra al unísono. Luego una triste música comenzó a sonar. Mi madre había contratado hasta a una banda clásica para que toque basura mientras la tumba de mi padre se hunde en los confines de aquella cadavérica fosa. Algunos se acercaban a tirar rosas, yo siquiera había traído flores.

"Amén..." Musité un buen rato después. Gerard rodeó mi cuerpo con sus brazos, aquello fue un error. Tan pronto como sentí la calidez de su cuerpo me giré y le abracé con fuerza, hundiendo mi rostro en su pecho para que no viera las pocas lágrimas que caían por mis mejillas. "Te amo." Balbuceé. "No me dejes, nunca."

...

Gerard condujo a la casa de Mikey horas después del funeral. Habíamos parado en un restaurante cercano a comer y aunque nos tiramos dos horas allí todavía estábamos llegando con antelación a la fiesta. Yo seguía fijo en las gotas de lluvia que se condensaban en la ventanilla del coche. Ni me di cuenta cuando estacionamos.

"¿Estás bien?" Preguntó Gerard con comprensiva voz, acariciando vagamente mi pierna. Forcé una sonrisa y asentí.

"¿Podrías prometerme algo?" Pedí acurrucándome sobre el sillón del auto. El mayor asintió enérgico, sin dudarlo un segundo. "No bebas alcohol esta noche." Susurré. Gerard pareció sorprendido.

"Uh, claro, si es lo que mi tartita quiere..." Musitó acercándose a besar mis labios con suavidad. Puse mi mano sobre su cadera e imitando a mi acompañante lo atraje hacía a mí.

"Vas a tener que cuidarme excepcionalmente esta noche." Sonreí. El mayor frunció los labios con incomprensión.

"Siempre te cuido."

"Sí, Gee, pero esta noche me pienso emborrachar hasta perder los sentidos." Relamí mis labios con una sonrisa. "Y estaría bien que evites que cometa locuras inapropiadas."

Nota: Parte dos en unas horas. (Algunas veces me gusta dividir un capítulo, soy así re puta)

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora